Capítulo 10

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Emily llegó al hotel prácticamente arrastrándose, por una vez no le molestó la mirada ceñuda que siempre le lanzaban los dueños del establecimiento cuando cruzaba su entrada.

Al abrir la puerta de la habitación se encontró a Alison sentada en la cama, las piernas cruzadas, el pijama puesto y con lo que parecían cientos de papeles a su alrededor, tan concentrada, que no supo que la morena estaba allí hasta que la puerta rompió su ensimismamiento al cerrarse con un ligero golpe.

- Hola. – La saludó, sin moverse del sitio.

- Hola… ¿qué haces? – Emily descolgó el bolso de su hombro y lo colocó en uno de los pocos percheros que tenían.

- Estudiar. – Suspiró la rubia, siendo consciente del caos que había montado en la cama. – Y esperarte. – Le sonrió, comenzando a recoger papeles. - ¿Cómo ha ido la tarde?

- Ha sido intensa, ¿por qué… por qué estás estudiando? – Se quitó la chaqueta y se sentó en el pequeño hueco que la chica había despejado sobre el colchón.

- Por Charlie. – La morena alzó una ceja. – Es el idiota que me ha tocado de jefe y quiere que me estudie esto para mañana.

- Y tú lo estás haciendo. – Se sorprendió Emily. Alison nunca había sido una gran amante de los libros de texto que les hacían memorizar en el instituto, encontraba sumamente aburrido aprenderse todo aquello porque: “por Dios, alguien lo ha escrito en un libro para algo, ¿qué sentido tiene que me lo aprenda de memoria si lo puedo leer cuando quiera?”.

- Pues sí, no me queda otra, ya es bastante estúpido de normal, no quiero darle motivos para que se meta conmigo porque no sé quien escribió... “Un hijo en el frente”. – Alison arrugó el gesto y soltó la última ficha de autores que había estado mirando, le dolía la cabeza.

- Parece que has tenido buen día, ¿son todos tan simpáticos como ese Charlie? – Se mofó Emily y la rubia la miró con los ojos entrecerrados, amenazadoramente.

- Es un circo. Hay una pareja a la que le gusta pelearse en público y un rarito que solo escucha música… aunque no debería quejarme, sé que podría haber sido peor.

Aquel último comentario descolocó a Emily, porque la Alison de siempre se habría quejado durante horas, porque para la Alison de siempre nunca nada era suficiente. Pero la rubia había pasado por cosas que ni ella sabía, aun. Tenía la esperanza de que poco a poco se abriese a ella y le contase sus momentos más oscuros, los que la cambiaron. Esperaba que acabase confiando en ella al cien por cien.

- ¿Al final encontraste un sitio dónde almorzar? – Preguntó la morena, queriendo mantener la conversación lo más relajada posible.

- Algo así, comí con ellos. – Dijo la rubia, consiguiendo apilar todos los folios en un montón que colocó a los pies de la cama.

- Entonces no serán tan malos.

- Ya te lo he dicho, podría ser peor. – Se giró hacia ella. - ¿Y tú qué? ¿Has hecho muchos amigos en tu restaurante?

Emily se dejó caer sobre la cama, sintiendo como cada músculo de su cuerpo soltaba un suspiro de alivio. Alison se rio.

- Llegué tarde. – Fue lo primero que dijo la morena. – Y la gente solo hablaba en francés, no entendía nada. Dios, he estado de pie toda la tarde, y había una mujer que no podía comer pimienta y me ha tenido subiendo y bajando escaleras con cada cosa que pedía y… aquel niño…

La chica siguió hablando y hablando, contándole lo que había hecho y dejado de hacer entre risas. Parecía contenta, físicamente agotada, pero contenta.

Contra todo el desencanto que pudiera haberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora