Capítulo 15

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- Eh, gente… a ver. ¿Me oís? – John miró con impotencia como cada uno de los ocupantes de la mesa seguía sumergido en conversaciones, risas y coqueteos, deseó ser un poco más alto para que el hecho de que estuviese de pie llamase suficientemente la atención. – Por favor, solo quiero decir una cosa. – Era imposible, entre el ruido del restaurante y el jaleo que ellos mismos montaban era completamente imposible que le escuchasen. - ¡EH! – Gritó con todas sus fuerzas y, milagrosamente, funcionó, en un segundo tenía alrededor de 14 pares de ojos pendientes de él. – Por fin. Bien, quería deciros que hoy es un día muy importante para todos nosotros. Después de tres semanas ignorándonos, la chica nueva se ha dignado a obsequiarnos con su presencia. – Señaló a Alison, que en aquellos momentos bebía agua, intentando pasar desapercibida… bueno, ¡que narices! Aun le encantaba ser el centro de atención (siempre y cuando no fuese en pos de su vida). Dejó el vaso sobre la mesa y sonrió a los presentes. – Estella, bienvenida a la familia.

- ¡Bienvenida! – Todos alzaron su copa hacia ella y bebieron un sorbo.

Aquello sí que era un recibimiento.

Después de que John le insistiese día tras día para que fuese con ellos a comer, la rubia había cedido y los había acompañado hasta la Brasserie que iniciaba la calle en la que se encontraba la librería.

Pensó que el ambiente estaría tenso, siendo solo seis personas en una mesa, sobre todo teniendo en cuenta que dos de esas seis personas estaban en medio de una tormenta emocional, otras dos luchaban por el liderazgo de la tienda y una última parecía uno de esos extraños personajes propios de novelas góticas.

Creyó que se iba a morir del aburrimiento.

Pero lo último que Alison haría durante esa comida sería aburrirse.

No estaban solo ellos seis, no, también estaban los siete vendedores que cumplían el turno de la tarde, y alguna que otra persona que sustituía a alguien de vez en cuando. Los habían sentado en una mesa larga y robusta en la parte más interna del restaurante y acababan de pedir cuando John decidió que Alison debía ser oficialmente presentada ante todos.

- ¡Ah, por cierto! He de comunicaros que es una de las nuestras. – Dijo el chico sonriente, y le llovieron abucheos al instante.

- Haces que parezca una secta. – Le soltó una chica con rastas desde el otro extremo de la mesa, despertando algunas carcajadas.

Alison alzó una ceja y conectó sin querer su mirada con la de Ann, que estaba sentada justo en frente de ella y la observaba con compasión, como si supiese que aquella comida iba a ser completamente incómoda para ella. La rubia no había pasado el suficiente tiempo fuera de la tienda con nadie como para que entrasen en el terreno personal (al menos no mucho), por lo que ahora se sentía claramente expuesta, en peligro.

- Quiere decir que eres americana, como la mayoría de nosotros. – Le explicó la chica, siendo aquellas las primeras palabras que le dirigía directamente.

- ¡Pero no todos! – Protestó alguien y más voces se alzaron para secundarlo.

- Calma, calma. – Pidió John. – Aunque tienen razón. – El chico se sentó junto a Alison y las conversaciones volvieron a brotar lentamente en torno a ellos. – Aquí hay gente de todos sitios. Tenemos británicos, irlandeses, canadienses… hasta hay una australiana. – Señaló a la chica que le había contestado antes.

Al parecer el único requisito para aquel trabajo era que el inglés fuese tu lengua materna.

- Vaya. – Alison se había fijado en los distintos acentos que le llegaban de los fragmentos de diálogos que podía escuchar en la mesa, pero no pensaba que aquel grupo de gente pudiese ser tan variado.

Contra todo el desencanto que pudiera haberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora