Capítulo 18

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“Este apartamento amueblado de 30 m2 está localizado en la Rue Fallempin, en una sección prestigiosa del distrito 15 de París. Es un gran estudio que puede ser acomodado para la estancia de 2 personas. Destaca por ser un habitáculo tranquilo y luminoso, situado en un décimo piso (ascensor disponible). Ofrece una clara vista de la Tour Eiffel. También está equipado con todos los utensilios domésticos básicos y necesarios: plancha, lavadora, mantelería, toallas, puerta blindada, etc. Se puede acceder a él mediante el transporte público de París (Dupleix/M6, Charles Michels/M10, Avenue Emile Zola/M10, La Motte-Picquet Grenelle/M6, M8, M10), y en sus alrededores se pueden encontrar numerosos comercios y servicios (pastelerías, bares, supermercados, puestos de periódicos, farmacias, restaurantes, etc.). La residencia ofrece un conserje”.

“No está mal”, pensó Alison y presionó ligeramente la tecla de dirección del teclado que permitía el desplazamiento de la página hacia abajo.

El esquema del piso era bastante prometedor: la cocina, pequeña y práctica, aparecía nada más entrar, a la derecha de la puerta principal, y en frente de esta última se podía ver el gran rectángulo que representaba el salón-dormitorio, el cual contenía el cuarto de baño. Cuando siguió avanzando se topó con fotos del lugar.

Las paredes eran de un gris suave (pero no gris suciedad, como el que había en el hotel, sino más bien un gris sutil y elegante) y estaban completamente desnudas, dispuestas a ser personalizadas. Empotrado en la pared que separaba el salón-dormitorio del baño había un armario marrón muy oscuro con un sofá negro colocado delante, algo no muy útil pero sí bastante visual. Se podían contar dos lámparas de pie colocadas estratégicamente para conseguir alumbrar toda la estancia, además de una pequeña lámpara color salmón sobre una mesita oscura.La cama doble, que ocupaba gran parte del salón-dormitorio, permitía la perfecta y cómoda visualización de una pantalla de televisión de plasma que estaba colgada en la pared contraría al colchón. Alison no recordaba la última vez que se sentó tranquilamente delante de un televisor para pasar la tarde holgazaneando, saltando de un canal a otro. Sin embargo, no fue aquello lo que más le llamó la atención del cuarto, ¿para qué iba a mirar una estúpida televisión si podía ver la Tour Eiffel cada segundo del día?

Puede que aquel apartamento fuese pequeño, pero tenía un balcón junto a la cama con unas vistas espectaculares que compensaban todo.

- Es perfecto. – Susurró la rubia, imaginándose como sería ver amanecer entre aquellas sábanas, constatando cada mañana que estaba en París… sintiendo como los brazos de Emily la rodeaban… sí, era perfecto.

Alison suspiró antes de buscar el dato verdaderamente importante dentro de todo aquel bonito conjunto de información.

1575€/mes.

- ¿En serio? – La chica cerró la pestaña de aquel lugar de ensueño con enfado y se pasó una mano por la cara. Tenía los ojos irritados, había estado dos horas mirando fijamente aquella pantalla. - ¿Es que no hay ni un solo apartamento de precio normal en toda la ciudad?

- Define normal. – Le dijo CeCe, ofreciéndole una taza de té que la rubia aceptó al instante, agradeciendo poder acunar aquel calor humeante entre sus manos. El invierno iba a ser terriblemente duro si no encontraban un sitio decente en el que cobijarse, porque ese dichoso agujero que había aparecido misteriosamente junto al marco de la ventana en la habitación del hotel hacía inevitable la entrada del cortante helor nocturno. – Si sigues buscando en el centro no vas a encontrar nada.

- ¿Y dónde quieres que busque? – Alison tomó un sorbo del té, sin importarle que el líquido, aún demasiado caliente, le quemase la lengua. – Ya he probado en casi todos los distritos y no hay nada, absolutamente nada.

Contra todo el desencanto que pudiera haberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora