CAPÍTULO 8

37 6 0
                                    

Tras su reconciliación con Saúl, Rocío cree que no puede ser más feliz de lo que ya es, hace ya una semana que ha vuelto y el aparente cambio en su novio es bastante palpable, es miércoles y al día siguiente tiene que ir al hospital para saber el sexo del bebé que lleva dentro y cada mes ve crecer en su interior.
Esa mañana a estado más concentrada en las clases que los últimos meses, se ha planteado prepararse al máximo para ser una mujer de futuro tanto para Saúl cómo para su bebé, a quien su cariño hacia él crece a medida que ve crecer su tripita.
Por la tarde quedan todas las chicas, Saúl, Pablo y Edgar un chico que ha conocido Diana y el cual la tiene embobada incluidos.
Todos juntos entre refrescos y risas pasan una tarde maravillosa, tanto es así que Tamara debe reconocer el cambio en Saúl y se lo hace saber a su amiga.
- Rocío, me alegro mucho del cambio de actitud de Saúl, te mereces ser feliz y ya era hora de que cambiase, de verdad.
- Tami, soy realmente feliz, le quiero, me quiere y... ¡Vamos a ser padres de un bebé precioso!
- ¡Claro que sí, cariño! Pero, ¿Ves como le tenías que dar un escarmiento?
- Otra vez, tengo que decirte, amiga mía, que tenías toda la razón del mundo y me alegro haberte escuchado y seguir tus consejos.
- Pablo también tiene lo suyo, nunca me ha hecho lo que te ha hecho a ti Saúl, por supuesto, pero tampoco es fácil de llevar y muchas veces se lo hago aunque pocas veces hace efecto eh...
Tras esto, con la gracia natural de Tamara, ambas amigas se echan a reír como hacían tiempo que no hacían juntas, carcajadas que llegan hasta el resto del grupo, quien al escucharlas ríen felices con ellas.
A la mañana siguiente, Rocío se levanta nerviosa, por fin va a saber el sexo del bebé...
Son las ocho de la mañana y la ecografía es a las once, a las nueve ha quedado con Saúl en que iba a pasar por su casa antes de ir al hospital.
A la hora acordada por la pareja, Rocío ya está en casa de Saúl, quién la recibe con cariño y después de servirle un desayuno abundante de comida, la lleva a su habitación, donde hacen el amor apasionadamente antes de salir de la casa para ir al hospital.
- Te veo muy nerviosa, princesa.
- Es que hoy es un día muy especial, hoy nos van a decir si es gusano o gustaba... ¿Que te gustaría a tí, amor?
- Yo prefiero un machote, para ir a jugar al fútbol juntos y poder mirarle el culo a la primera rubia que nos pase por enfrente - Rocío, le propina una colleja sonora que les hace reír a los dos- Es broma, princesa, yo solo tengo ojos para ti, ya lo sabes mi amor.
Llegando al hospital se funden en un apasionante beso que les nubla la razón y les hace olvidarse del mundo hasta que oyen el pitido de un coche que les despierta y les hace darse cuenta de que están en medio de la carretera y entre risas entran al hospital, donde esperan veinte minutos hasta que la ginecóloga les hace entrar.
- Bien, Rocio, aquí tienes bien claro a tu bebé, es una niña, que por lo que veo ya posa como si llevase años siendo modelo de fotografía.
Rocío, emocionada, no puede evitar echarse a llorar ante la atenta y amorosa mirada de Saúl y la ginecóloga.
- En fin, no voy a poder ir con mi vástago a jugar al fútbol y voy a tener que aguantar que os hagáis miles de selfies todos los días, jajajaja, pero seguro que será tan linda y bonita como tú, princesa.
- Samantha, se va a llamar Samantha, y tendrá tus ojos, bebé. Hola Santi, soy mamá- se acaricia la tripa con amor.
Tras esto salen del hospital como en una nube en la que Rocío se siente más unida a Saúl que nunca.

Adolescencia perdida Parte I: Rocío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora