Adolescencia perdida Parte I: Rocío.

CAPÍTULO 11

Pasan los días y Rocío sigue recuperándose en su casa con el cariño de sus padres y de sus amigas.
Saúl sigue desaparecido desde aquel fatídico día en el Instituto.
Y aunque Rocío intenta esforzarse día a dia, no es capaz de dejar de extrañar a Saúl, aunque después de lo que le hizo en el San Eugenio y tras el susto de haber podido perder al bebé que lleva dentro cree que ya no siente lo mismo por el muchacho que este tiempo atrás.
Justo un mes después de salir del Hospital y en su séptimo mes de embarazo, una mañana recibe en su móvil la llamada de la hermana de Saúl,  acaba de tener un trágico accidente de moto y está en estado crítico en la UCI del Hospital donde un mes antes estuvo ella.
Desesperadamente comienza a buscar alguien que la pueda llevar hasta allí, se siente increíblemente triste por la noticia y a pesar de que él no acudió ni un solo día a verla y no ha vuelto a tener noticias,  no puede dejar de amarlo y de estar a su lado en estos tristes momentos.
Finalmente Tamara, al ver la desesperación de su amiga,  accede a que su hermano la lleve hasta allí y pueda verlo,  con la condición de que ella misma tiene que ir a acompañarla.
Alrededor del mediodía, los tres jóvenes llegan al hospital donde se encuentra Saúl, donde están la hermana del joven y una pelirroja exuberante que intenta calmarla.
En cuanto les ven los chicos se acercan a intentar calmar a una Nuria al borde de la desesperación y a preguntarle si podrían ver al chico.
. - Claro, Rocío, pasa,  ahora mi hermano está consciente, aunque han tardado toda la noche y toda la mañana conseguir esto... Le gustará verte de nuevo...  Gracias por venir.
Después de tres minutos que se le hacen eternos,  Rocío llega a la ventana donde puede ver a Saúl.
Al verlo tan mal, no puede evitar echarse a llorar desesperadamente,  se acaba de dar cuenta de lo sigue amando con todas sus fuerzas.
Cuando consigue detener sus lágrimas, entra a la habitación donde está Saúl, con la cabeza, los brazos y las piernas escayolados y la respiración preocupadamente lenta.
. -¡Vete de aquí tía puta! Me han hechado del Instituto por tu culpa y encima el gordo me ha denunciado... Como vuelvas a cruzarte conmigo te juro que te mato.
Escuchando esto,  Rocío sale corriendo,  sin evitar las lágrimas y sin detenerse con nadie sale corriendo del Hospital.