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No quería seguir llorando y estar triste por él. Pero tampoco podía controlar del todo sus emociones y pensamientos que lo hacían más mierda con cada minuto que pasaba. Una parte de él quería aceptar que Heiji ya no era suyo, que no ya no son nada y ahora debía pensar en otras cosas más importantes que estar con alguien.

Pero por otro lado, no quería resignarse. Incluso volvió entrar al chat que ocultaba su hora de última conexión pero no la foto de perfil que es de su casa —probablemente— de los padres de Hattori en Osaka.

Siguió viendo esa foto. Quizás todo era falso, quería creer que así es. Qué todo fue un montaje de alguien que quiere lastimarlo. Cómo en esos Doramas que su mamá veía cuando él era un niño de diez u once años.

Incluso tuvo el impulso de ir a Osaka para que Heiji se lo dijese frente a frente. Pero... ¿Qué tal si al final si era cierto? ¿Qué tal si Hattori decidió por eso mismo decirlo en mensaje? Para no sentir pena de él. Sólo se humillaria y lastimaría aún más si va y el moreno de ojos verdes le confirma públicamente que todo fue cierto, que ya no quería estar con él.

Shinichi se percató de que en la foto aunque no se veía precisamente quien la tomó, quizás alguno de los dos lo hizo.

Miró la hora en el reloj.

—Todavia es muy temprano...— dijo con desgano. No quería salir a ningún lado. Incluso faltaría por primera vez a la Universidad. Lo cuál le parecía estúpido que faltará sólo por qué emocionalmente se sentía mal, pero no tenía ganas de hablar con nadie y no cree poder concentrarse en las clases ni mucho menos en ser amable con sus compañeros. Siendo brutalmente realista, realmente lo que le acaba de suceder le dolió mucho, no podían culparlo de sentirse tan mal como para no asistir a la facultad.

Tampoco pensaba soportar a su amiga Ran si lo llegase a ver de esa manera. Por qué eraas que obvio que no podía ocultar todo ese dolor que siente. Esa tristeza. Quería pasar todo el día de hoy, mañana y si se puede el domingo también en casa. Sólo salir si es totalmente urgente para comprar algo. Aunque tampoco tiene ganas ni de comer por el momento.

Pero tenía antojo de ver un maratón de algún Dorama de samuráis mientras comía helado de sabor a chocolate o menta con chispas.

Perfecto, ahora será un Omega soltero con el corazón destrozado, con varios gatos y gordito de tanto comer helado. Aunque desde su punto de vista tampoco suena muy mal.

No, prefirió dormir un poco más. Quizás así dejaría de pensar tanto en el moreno. Ya luego si aún tenía ganas comería ese helado. Preguntándose si de verdad tenía un bote en la nevera o debía salirse —para las muy casi inexistentes ganas que tiene— a la tienda.

Cuando volvió despertar, miró el reloj digital que poseía encima de una mesita de noche a lado de una lámpara, se percató que durmió alrededor de cuatro horas más.

Nunca había tenido la oportunidad de dormir ni siquiera las ocho horas completas debido a la misma universidad, proyectos y su trabajo como detective. Ésto último incluía no sólo los casos de homicidios a los que ya está acostumbrado a frecuentar, también a los atracos, atentados y secuestros.

Pensando en ésto último le dio por leer una novela que su madre le envío hace meses pero no había tenido la oportunidad o las ganas de leerla por su temática.

Trata sobre el síndrome de Lima y Estocolmo. Con esto dicho es fácil adivinar que es de un secuestro y un amor entre la víctima y su secuestrador.

Se hizo un sencillo desayuno que fue un par de sándwiches y jugo de uva. También quiso probar un rame con camarón.

Mientras absorbía los fideos humeantes, aún con esa expresión cargada de tristeza, alguien entró a su casa alertando lo un poco.

—¿Un ladrón? Justo ahora que no estoy de ánimo.— dijo secamente para sí mismo, ya que a menos que fuesen sus padres de visita nadie más qué el tenía la llave de la entrada.

"El Omega"- Kaishin [EDITADO2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora