VIII

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Ya me encontraba dando clases a los niños, sonriendo cuando varios me dieron regalos de parte de sus madres al terminar la clase. Eran adorables cuando querían.

—¡Teacher, teacher! Esto es para su novio y vos —me regaló unas pulseras de parejas uno de mis niños, dándomela y abrazándome.

Me reí agradeciéndole. Nunca tan forever alone como cuando un niño menciona a un novio inexistente. Me puse una y guardé la otra en mi bolsillo.

—Cantemos la canción de Good bye, ¡vamos! —los animé a todos a pararse y recitar.

Bye bye, good bye, bye bye bye bye good bye
I can clap my hands
I can step my feet
I can clap my hands
I can step my feet
Good bye!

Todos cantaban alegres, un rostro conocido se asomó por la puerta del salón, era una coordinadora y hacía señas para que fuera a su lado. Me despedí de la maestra, mandé besos a los niños y salí.

—Hola hola, ¿qué pasa? —pregunté amable.

—El director quiere verte, Maestra —me dijo señalando la oficina de arriba en el segundo piso.

—No Maestra, Teacher —le corregí divertida— ¿Tiene alguna idea de por qué?

—No me ha dicho, por ahí y es por alguna clase o alguna mamá.

—¿Alguna mamá?

—Ya sabe, a veces las mamás se quejan con los directores.

—¿Posta? Pero no he hecho nada fuera de lo común.

—Dígaselo a las mamás —me contestó cansada, nos reímos y me acompañó escaleras arriba hasta detenernos en la puerta.

—Deséeme suerte.

—Suerte —me contestó yéndose a su oficina a paso rápido.

Toqué la puerta suavemente y la voz del director gritó un "Adelante", me acomodé el uniforme, suspiré y me asomé por la esquina de la puerta.

Re miedosa.

—¿Se puede? —pregunté medio sonriendo— Me avisaron que me llamaba.

—¿Vos sos Caro, no? Claro, pasá —me hizo señas a que me sentara frente a él— ¿Cómo estás? Quería discutir algo con vos.

—Estoy muy bien...

Le hice caso, sentándome en el sillón de cuero y lo miré expectante. Se quitó los lentes de su no tan viejo rostro y se sobó el puente de la nariz.

—¿Está todo bien? ¿Tu familia cómo está?

—Están más que bien, aunque no vivo con ellos —repliqué encogiéndome de hombros— Me han llamado seguido.

—¿Vivís sola tan joven? —preguntó sorprendido.

—Pues sí —sonreí.

—No quiero sonar entrometido, pero quiero pensar que no fue por un problema, ¿o sí?

Me reí de su curiosidad y negué. No parecía mal intencionado, parecía un papá preocupado.

—Sólo fue mi decisión, nada malo ha pasado, son los mejores —admití sin alargar nada.

—Bueno escuchar eso —dijo sin más. Pareció pensar mucho hasta que habló— Leí tu currículum hace un rato y vi tus actividades, ¿trabajás en las tardes?

—No señor, por ahora no —contesté amable.

Asintió y volvió a sobar su nariz. No había pasado ni 5 minutos y ya sabía que esa era su manía.

—Me preguntaba si podés ayudarme con un problemita, las maestras de acá son mayores y tienen otras ocupaciones, sólo vos me parecés libre de horario...

La curiosidad me comía pero no quería parecer grosera, así que moví mis pies esperando que continuara.

Casi no conocía al jefe, pocas veces habíamos hablado, sólo para contratarme y para las reuniones de los viernes con otros maestros. Era un señor no muy mayor de gafas con un ánimo agradable, la mayoría de las veces estaba en esta oficina.

—Bien, seré breve —rectificó con una sonrisa luego de un momento, parecía cansado, las ojeras se veían— A mi hijo se le está haciendo difícil la universidad, es muy importante y tiene un mambo con unas materias, una de ellas es inglés.

Me miró un rato y yo asentí imaginándome lo siguiente. Suspiró.

—Bueno, vos tenés la misma edad y me pareció perfecto que vos le explicaras... Claro, si vos querés.

La expectativa brillaba en sus ojos y noté que amaba mucho a su hijo, al verlo me sentí obligada a contestar que sí y eso hice, ganándome una sonrisa aliviada de su parte.

—Si no es mucha molestia me gustaría llevarte hoy a casa, para discutir con mi esposa el precio y que vos lo conozcas —me ofreció, agarrando su saco y poniéndoselo.

Wau, estaba de verdad desesperado, habían dos opciones:

1. El pibe era muy tarado o...

2. Ellos eran obsesivos.

—Bueno, falta una hora para terminar mi día... —le dije levantándome un poco incómoda por la efusividad y la rapidez.

Posta quería pero era muy de repente.

—Todos saben que nadie cumple el horario de oficina —me guiñó un ojo y agarró el pomo de la puerta abriéndolo para mí.

Me reí y lo seguí sin rechistar luego de pensarlo, porque digo:

¿Qué podría salir mal?

Tan jodida | Replik [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora