¿Pero quién mierdas me mandaba a mí a aceptar?
"¿Qii pidrii silir mil?"
TODO PODRÍA SALIR MAL, BOLUDA, TARADA, LENTEJA.
La mamá de Manuel me sonreía emocionada sirviéndome jugo de naranja y unas galletas, mientras que el director, que ahora sabía que era su papá, me hablaba de horarios y clases del colegio comiendo de sus galletas alegremente.
Y sí.
Estaba en la puta casa de Manuel alias "El ortivo de mierda" y él me estaba mirando con una ceja alzada.
Hacía 20 minutos que llegué y ya quería pirar de acá.
—Entonces... —dije ocultándome de la mirada de Manuel tras mi galleta— ¿De qué trabaja, señora Vainstein?
Hasta el apellido era bonito.
Maldita sea.
—Trabajo en una aerolínea, querida —me respondió sentándose en el sillón del frente— Agarro dos turnos, no me verás mucho por la casa —se disculpó.
—Bueno, supongo que así es la vida —reí bajito.
La cara del gil ese frente a mí no me dejaba tener mi ánimo.
—Pues sí, pero contame algo, ¿qué le hizo a una niña tan linda vivir sola?
Vi como Manuel rodaba los ojos y se tocaba el pelo. Se veía incómodo y no paraba.
—Nada grave, sólo quería estar un rato sola —contesté tratando de concentrarme en la señora— En mi casa había mucha gente y me gusta la tranquilidad en ciertos casos.
—¿Cuántos eran?
—Pues unos 10.
Los cuatro me quedaron mirando con los ojos abiertos, incluyendo la hermana menor de Manuel; Ania. Evité rodar los ojos, estaba re acostumbrada a esas reacciones cuando hablaba de mi familia.
Mi árbol genealógico vivía todo junto en la casa, la llamábamos nido de conejo. No era malo en absoluto pero con lo mandada y gata que yo era, no se podía hacer mucho allá con tres personas caminando al mismo tiempo frente a mi habitación.
Fue más como liberación.
—¿Posta? —preguntó Ania con pedazos de galleta en la boca— Si cuando Manu deja la cagada en el water me da un infarto no me flasheo diez cagadas iguales.
—¡Ania! —la regañó la señora Vainstein.
Me aguanté la risa cuando vi a Manuel cerrar los ojos y hundirse en el sillón.
¿Con que dejás los regalitos, no?
Cochinito.
—Allá no son tan cerdos, tienen un orden —le contesté susurrando a Ania al lado mío— Un consejo, antes que entre al baño sacá el papel y listo, hasta que se acostumbre.
—¿Querés que me mate?
—No te puede matar si no puede salir del baño.
Se tentó un rato y estuvo de acuerdo.
Hablamos un rato sin mucha intervención de Manuel, me parecían agradables y no se mostraron ni un poquito ortivos, no entendía por qué había salido así él.
—Bueno Caro, Manuelito necesita ayuda —me dijo el señor Vainstein cambiando de tema luego de acabar las galletas.
Otra vez aguanté la risa por el apodo.
—Pa, no soy un pibito, podés cortarla con el nombrecito —soltó Manuel mirando a su papá con la ceja alzada.
—Todos los días te llamo así.
—Todos los días te lo digo.
—¿Querés pasar Inglés o qué?
Manuel suspiró y no dijo más nada.
Me sentí como en mi casa de una, una sonrisa se me estaba formando pero la oculté cuando la mamá me habló.
—Como decía, queremos ver qué días estás libre para enseñarle y eso, pueden ser dos días a la semana, con la plata no hay problema.
Sí, ya me daba cuenta que no había problema, la casa era enorme.
—Entonces elijan los días —los miré buscando respuestas, ellos miraron a su hijo así que tuve que verlo también.
Segunda vez que sosteníamos la mirada y me estaba dando escalofríos, ninguno de los dos pestañeaba. Sus ojos eran oscuros pero profundos y me quedé un rato así.
—¡Espabila, hermanito! —el grito de Ania me hizo bajar la mirada a mis pies.
Ya me daba miedo volver a mirarlo.
—Martes y jueves —contestó tranquilo, yéndose a su cuarto sin decir más.
¿En qué me he metido?

ESTÁS LEYENDO
Tan jodida | Replik [COMPLETADA]
Short Story-Sé exactamente el tipo de chico que sos, pensás que todo a tu alrededor es estúpido menos vos. -¿Ah sí? Pues yo también sé el tipo de chica que sos, crees que con una mirada basta para juzgar a la gente. •••• ¿La primera impresión es lo que cuenta?