XI

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Narrador omnisciente.

Después de que Manuel dijera "chiste personal" Caro se sintió un poco ridícula, una vocecita en su cabeza le decía que se estaban burlando de ella a sus espaldas y la sensación no le gustó, era muy familiar a lo que ella recordaba antes de mudarse.

"Blancanieves y los 9 enanos, Blancanieves y los 9 enanos..."

Sin embargo sonrió jurándose que no era nada y que estaba exagerando otra vez, diciéndole a Manuel que se apurara con la prueba amablemente, él le contestó con otra sonrisa, como cosa extraña en él. Caro se descolocó un momento pero luego se le hizo muy bonito el gesto, aunque seguía confundida.

–Euu, ya terminé –soltó Manuel inseguro– No, corrección: hice un arroz con mango pero contesté lo que pude, ya fue.

–¿Arroz con mango?

–Desastre. Arroz con mango no pega y por eso es sinónimo de cagada, de que algo no está bien ordenado, capicci?

–¿De dónde sacaste eso vos? –le preguntó Caro aguantando la risa.

–Me gusta Canserbero, investigué de allá y se me quedan siempre frases de todo lo que leo o escucho, es re difícil de explicar –contestó sin saber realmente por qué le contaba algo suyo a ella.

–¿Tenes memoria fotográfica o algo así?

–No, no tengo algo tan increíble, sólo buena memoria que utilizo –se encogió de hombros. Si ella iba a ser su teacher, debía bajarle dos a la desconfianza.

–Me imagino que lees mucho.

–Sólo lo que me interesa. No puedo leer algo de autos, pero sí de fútbol. Todo depende del tema.

–Yo creo que sí podés leer de autos, sólo que no querés –le respondió burlona, jugueteando con el grabador en sus manos. Empezaba a entenderlo, o eso creía.

–Bueno, es cierto –concedió Manuel, pensando que se veía linda con la media sonrisa.

–¿No te molesta usar un poco de tu tiempo fuera de clases para leer, no? —inquirió con una idea rondándole la cabeza.

–En realidad no, mientras sea interesante –le recalcó este un poco confundido y curioso a la vez.

–Entonces a partir de ahora, leerás un cuento para niños en inglés en tus tiempos libres. Esos son los más fáciles de entender y si no sabés una palabra, la anotás en una libreta y lo hablamos acá –empezó a buscar en su bolso los pequeños libros que había pedido en el colegio y sacó cinco, cada uno con una portada diferente y colorida– Necesitás vocabulario aparte de la gramática, todo es clave para hablar y escribir.

Manuel pasó la vista por los títulos. Cenicienta, Frozen, La Bella y la Bestia, Pinocho y Blancanieves.

Rodó los ojos aburrido, le parecía ridículo la sola idea de pensar en leerlos, para él los 10 años habían pasado hace 20 y no quería retroceder.

Ella era tan linda pero tan poco interesante. Qué lástima, qué desperdicio.

Le había empezado a caer bien pero él era fácilmente irritable. Podía amar algo un momento y luego odiarlo con la misma facilidad. Su mamá siempre estaba regañándolo por eso pero no veía tampoco importante cambiarlo. Le ahorraba tener que soportar situaciones incómodas o aburridas.

–¿No tenés otros libros? –le preguntó petulante, le importaba poco la amabilidad a este punto.

Caro lo miró descolocada, qué malcriado y poco agradecido. Aparte de loco, ¿quién cambiaba tan rápido de humor?

–Elige un libro, leelo y si entendés todo te buscaré otros, pero si no entendés te quedas con esos –lo retó con mala cara. Otra vez le caía pésimo.

Él hizo lo que ella pidió con rostro confiado, eligió Blancanieves al azar y empezó a leerlo en voz baja...

O trató de hacerlo.

No entendía un carajo el arroz con mango de letras que estaban ahí, habían palabras que en su vida había visto, todo parecía chino. Su orgullo igual le dijo que siguiera paseando los ojos hasta que se sintió estúpido y dejó de leer.

No levantó la mirada, la mantuvo en la hoja fingiendo estar leyendo.

–¿Qué entendiste? –Caro le preguntó desganada mirándolo desde arriba, recostándose en el sillón de cuero blanco.

–Que Blancanieves era hija del rey, tenía una madrastra re ortiva que sólo estaba pendiente de ser la más facha, la mandó a matar por culpa del espejo chismoso y el tipo que mandó fue re cagón y no la mató, ella se fue a la casa de los enanos y blah blah blah, ahí 'ta.

–Qué bueno que te sepas la historia de memoria Manuel, re bueno, pero te pedí que leyeras eso –le señaló la primera página con tono acusador–, y me dijeras qué entendiste.

¿Ahora quién era el ridículo?

Manuel se quedó callado y Caro sonrió.

–Estas son las reglas a partir de ahora, Manu: No soy tu amiga, soy tu profesora. Las tareas que te mande se cumplen sin excusas. La actitud de forro la podés tener afuera pero no en mis clases, capicci bambino? –repitió su frase sin vacilar.

Todavía quedaba por hacer la prueba oral diagnóstica, sin embargo a Caro le importó poco y lanzó el grabador dentro de su bolso, agarró sus cosas y se despidió con la mano, ella prefería irse ahora que empeorar todo. Se prometió que la siguiente vez mejoraría la estrategia. Agarró el pomo y sin mirar atrás se dirigió a su departamento, con una molestia que se mostraba en su ceño fruncido cuando tomó un taxi.

Por su parte Manuel se quedó observando la puerta recién cerrada, pensando que por su culpa ahora su teacher de inglés sería difícil de tratar, no, en realidad sería jodida, pero tan jodida.

En vez de atemorizarse, sonrió.

Recordó algo que había leído hace poco: "Fatum Fatis ego perea".

Hágase el destino aunque yo perezca.

Tan jodida | Replik [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora