Ya se acercaba la última clase del año y fingieron que absolutamente nada había pasado entre los dos, no podían cargar la vergüenza de los recuerdos así que sólo optaron por cruzar miradas cuando fuese estrictamente necesario. Ya era diciembre y por suerte no se iban a ver hasta que comenzaran las clases a comienzos de año, eso sería tiempo para pensar, tiempo para decidir, tiempo para respirar, un tiempo para estar alejados y averiguar que coño estaba pasándoles.
Las decoraciones navideñas de la casa Vainstein ya se empezaban a mostrar, sobre las escaleras colgaban las guirnaldas verdes y rojas con bolitas brillantes multicolores, las ventanas tenían marcos navideños y las puertas estaban adornadas con pegatinas y muñecos alucivos a navidad, como Santa y sus renos. Era evidente que la familia era muy festiva.
Caro disfrutó de una charla con la familia luego de dictar su última clase del año (una pequeña introducción de vocabulario de navidad para entrar en ambiente), reía con los malos chistes del señor y los constantes sonrojos de la señora por sus bromas. Le habían servido pan relleno y jugo de frutas y ella no podía estar más relajada con todo eso.
—¡Cuando mi esposa me vio se le salieron los ojos! Yo estaba tirado en el suelo con el trapeador en la mano y todo el agua del bote encima —soltó el señor Vainstein con una risotada. Todos en el comedor le siguieron a la risa.
—Papá, vos te caes de nada, me acuerdo cuando querías decorar las escaleras el año pasado —replicó Ania con una sonrisa y otra vez irrumpieron en carcajadas por el recuerdo, aunque Caro no estuvo presente en su recuerdo le divertía la manera en que se burlaban de sí mismos.
—No soy solo yo, alguien heredó mi torpeza también —se defendió cruzado de brazos, y señaló con su barbilla al único que no estaba participando mucho en la conversación, todos lo miraron y sonrieron, menos Caro quien estaba un poco incómoda sin saber si mirarlo o apartar la mirada.
Decidió que iba a ser muy obvio si no le miraba cuando era evidente que le tocaba ser el centro de atención, así que con la cara de interés más falsa que pudo dar le echó una ojeada. Y muy mala idea fue, ya que Manuel no miraba ni a sus padres, ni a su hermana. La estaba mirando a ella fijamente.
Tosió un poco y volteó hacia su vaso para tomarse todo de un tirón, disimulando los latidos del corazón y luego riéndose para no ser rompe grupo. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Por qué él la estaba mirando así?
Con la curiosidad picándole después de haber pasado unos minutos de más charla casual, se armó de valor y volvió a mirarlo, esperando ver sus ojos oscuros fijos en ella. No obstante, él ya no la estaba viendo, sino que estaba mirando su vaso medio lleno con toda su atención. Eso le dio oportunidad de espiarlo, de ver la forma de su nariz, cómo arrugaba los labios cuando se concentraba, la línea de su mandíbula al apretarla, sus cejas delicadas. A ella le gustaba lo que veía, él era exactamente su tipo, físicamente hablando. Se encontró pensando que él sin hablar y sin esa actitud sería perfecto.
—¿Mi hermano tiene algo en la cara o qué? —le susurró Ania al oído en broma. Caro parpadeó y la miró con los ojos gigantes.
—¿Qué? —le preguntó ruborizada.
—Eso, que vos lo llevas mirando un rato ya. ¿Qué garrapata se le pegó esta vez? —siguió bromeando, aunque en el fondo Ania ya estaba sospechando algo pero no creía que era el momento con él al frente.
—No estaba mirando a nadie —mintió tomando la jarra de jugo y vertiéndose una cantidad en su vaso, ella era muy mala mintiendo cuando miraba a los ojos de la gente, pensaba que todos sabrían sólo con observarla.
—Aja y yo soy Capitana Marvel.
—Te informo que ahora lo sos.
—Yo no diré nada, ese ser que ves allá y yo no somos confidentes —le hizo pucheros con su cara en súplica— Decime.
Caso suspiró y le sonrió revolviéndole el cabello, pero no respondió. Ania decidió olvidarse de eso por ahora pero seguro más tarde se lo sacaba, no le gustaba quedarse sin saber, era una detective de nacimiento. Y una terca de sangre.
Manuel se preguntaba de qué diablos estaban hablando pero debía concentrarse en su jugo y en no mirarle el escote en V que Caro llevaba ese día. No sabía si parecía un maldito autista de tanto menear el jugo de un lado para el otro, así que empezó a tomarlo para cambiar el movimiento, aunque quiso escupir porque ya el hielo se había derretido. Maldita sea.
—¡Terminé de comer! Me iré al cuarto con Caro, quiero ver una peli —se paró Ania y tomó a una confundida Caro de la mano y sin esperar respuesta las dos desaparecieron por las escaleras.
No podía negarlo, él había quedado desilusionado y ese sentimiento lo confundió. Ni siquiera había hablado con ella en la cena, ¿por qué sentía que se la estaban quitando?
Sin preguntar, se paró y se fue a su habitación, tirándose a la cama boca abajo, suspirando frustrado. Qué diablos estaba pasando.
Por su parte Caro estaba sentada en la cama de Ania mirándola cambiar de canal hasta que estuvo satisfecha de ver que había un maratón de Harry Potter en TNT.
—No sé si te gusta pero yo amo Harry Potter —agregó la hermana menor de Manuel sentándose a su lado.
—Sí, supongo que me va bien —contestó sin saber muy bien a qué iba todo pero sonriéndole igual.
Las dos miraron la película en silencio por dos horas o más, incluso la señora Vainstein les había traído pochoclo casero, algunos snacks y un Fanta de 2L que se estaban empezando a tomar. No se les ocurrió hablar mas que para repetir los diálogos de las películas y reírse de algún que otro chiste de los personajes.
La estaban pasando muy bien.
Alguien tocó la puerta y las dos pensaron que era su mamá de nuevo. Jugaron piedra, papel o tijera para ver quién iba a pararse y abrir. Perdió Caro fácilmente, se le daba mal adivinar algo contra Ania. Riéndose un poco por su derrota abrió la puerta. Pero no era su mamá, era Manuel quien estaba del otro lado.
—Hola —le dijo en cuanto la vio con una pequeña sonrisa.
—Hola —contestó nerviosa. ¿Qué debía hacer?
—Ya son más de las 9 y no creo que debas irte a tu casa a estas horas. Como estás de vaca en tu trabajo me preguntaba si... me preguntaba si te queres quedar a dormir— se rascó la nuca varias veces mirando hacia abajo— Sólo si vos queres, sino saco el carro de mi viejo y te llevo, no hay lío... aparte que...
—Sí me quedo —le cortó sonriendo, debía ser difícil para él dirigirle la palabra para decir algo así.
Pero más difícil sería para ella dormir sabiendo que él estaba a unos metros de distancia.
•••
No sé si sea muy tonto de preguntar pero: ¿cómo se llaman los papás de Replik? Ya me da jaqueca poner Señor y Señora Vainstein jajaja, #porfaayuda
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Tan jodida | Replik [COMPLETADA]
Kısa Hikaye-Sé exactamente el tipo de chico que sos, pensás que todo a tu alrededor es estúpido menos vos. -¿Ah sí? Pues yo también sé el tipo de chica que sos, crees que con una mirada basta para juzgar a la gente. •••• ¿La primera impresión es lo que cuenta?