XIII

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Caro odió la manera en que el día miércoles pasó tan rápido porque no se había preparado mentalmente para estar de nuevo en la casa de Manuel, era jueves, se hacía ya la 1 y todavía seguía moviendo los papeles y ordenando los worksheets de sus alumnos en el colegio. Ya los había terminado pero seguía moviéndolos de un lado a otro, poniéndolos en orden alfabético, sólo para mantener las manos ocupadas y olvidarse -o intentarlo- de lo que venía.

—Buenos días, ¿está la teacher? —oyó que preguntaron en la puerta, reconoció la voz al momento: era el señor Vainstein buscándola.

Suspiró y se asomó para saludarlo, pasando al lado de sus compañeras de trabajo curiosas. Ya se esperaba al día siguiente la ronda de preguntas al estilo talkshow.

El director la vio y sonrió.

—¿Lista para hoy? —le preguntó entusiasmado, guiándola hacia la salida.

No, para nada. Se dijo mentalmente, pero se obligó a asentir y caminar con él. Entró al asiento delantero de la camioneta en silencio, mirando la carretera. Veía a la gente riendo, vendiendo, comprando y deseaba estar en su lugar en vez de allí de camino a su muerte.

Sabía que estaba siendo muy dramática y ridícula, no hacía falta que se lo recordaran.

—¿Todo bien con Manuelito? —la sacó de su ensimismamiento mientras conducía.

¿Será que le decía que no quería? ¿Era esta la oportunidad para salir pitando?

—Uhm, bueno... —Vamos, dile, soltalo— Pues, la verdad señor Vainstein... Es que todo va... excelente.

Aparte de cobarde, mentirosa. Bien ahí, chamuyera.

—Me alegro muchísimo, estábamos preocupados por él. No es común que vaya así —dijo con cansancio girando luego en un semáforo y tomar una carretera— Pero bueno, cosas de la edad, ¿no?

—Me imagino, eh —contestó con el arrepentimiento metido en la garganta, tragó para eliminarlo.

Ayuda, ayuda, ayuda.

Si Caro escuchaba una vez más cuánto debía ayudar a Manuel y cuan preocupados estaban todos por él se lo iba a terminar creyendo ella misma, lo sabía. El camino que restaba lo pasaron en silencio, con unos cuantos chistes de su jefe pero ninguno tan importante para obtener réplica de su parte, cuando estacionó en su garage y le abrió la puerta de la casa respiró hondo y se preparó para el desastre...

Pero lo que más la sorprendió, aparte de la sonrisa de bienvenida que le dio Manuel, era que había movido los muebles de su sala para darle espacio a una mesa de estudio con dos sillas una frente a la otra. Todo estaba arreglado para ella y su clase. La lámpara, los libros, y además de eso, los cuentos para niños que él se había rehusado a leer, ¿y qué era eso? ¿Una libreta con apuntes?

¿Había tomado apuntes?

—Hello Teacher, how are you? —le preguntó en un tono muy amable para ser el Replik que ella conoció, ¿le había preguntado en inglés o escuchó mal?—Le dije a mis viejos que arreglaran todo a partir de ahora, para estar más cómodos y estudiar mejor.

Este pibe no es Replik, este pibe es Manuelito.

Ella no supo qué decir y prefirió no decir bobadas para no cagarla, pero la sorpresa debía estar tatuada en su cara porque los ojos de Manuel se veían brillantes de diversión. Sentía que a partir de ese momento iba a entrar en un juego que no sabía cómo iba a terminar.

El señor Vainstein parecía más feliz que nunca, le sonrió con emoción y la llevó a pequeños empujones hacia la silla frente a su "estudiante", donde los dos se miraron con distintas emociones en los ojos. Caro emanaba desconfianza y Manuel emanaba seguridad, había un choque además de la vibra del ambiente. Todo era muy antinatural, no encajaba pero encajaba bien a la vez.

—Ya los dejo, Manuelito sabés dónde está todo, traele a Caro un vaso de jugo anda —le ordenó su papá antes de regresar a su habitación.

Cuando se fue su papá y estuvieron solos, al contrario de lo que pensaba Caro -que cambiaría su personalidad y la mandaría a la mierda de una-, él obedientemente fue a la cocina y trajo el jugo para ella. Esta vez ella no ocultó nada y le entrecerró los ojos.

—¿Qué hacés? —le preguntó cautelosa.

—Trayéndote tu bebida, obvio.

Caro volteó los ojos y esperó cinco segundos para volver a hablar.

—Sabés de qué hablo.

Manuel se encogió de hombros sin importancia, dándole una sonrisa que si se la hubiera dado otro chico ya la hubiera correspondido, pero siguió seria esperando la respuesta. No podía ser que hubiera cambiado porque sí, no podía ser.

—Mirá, yo necesito pasar esto y vos necesitás la plata, ¿no estamos ganando los dos si llevamos esto en paz? —le tomó la mano por sobre la mesa, ella no reaccionó pero le estaba empezando a sudar la mano.

—Vos sos el forro, no yo. Esto lo comenzaste vos desde que te conozco.

—Y estoy decidiendo terminarlo, estoy en apuros, ya hablé con unos amigos y me ayudarán con las otras materias, es cosa fácil posta. Pero inglés me la jode toda. La academia es bilingüe, no hay posibilidad de que salga vivo de esta si vos no me ayudás.

Le apretó más la mano y la miró fijamente como si ella fuera necesaria, Caro se sintió un poco intimidada por la profundidad de su mirada pero la sostuvo más por hipnosis que por orgullo. Había algo en él que decía que no le dejara solo en eso.

Y ahí iba Caro directo a su perdición.

•••

, , ya , pueden asesinarme pero aquí hay un pequeño secreto: Yo soy teacher de inglés y este último mes mis niños y yo estuvimos en proyecto final. Afortunadamente lo hicieron excelente y me gané elogios de sus mamis, así que a partir de ahora estoy ready para terminar esta historia, mil disculpas😢💕

Tan jodida | Replik [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora