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- No, no es todo, y me dijo "Comprame esta ropa con lo que ganaste de la batalla" -se rió Valentín con media hamburguesa en la boca. Todos soltaron una risa.

- ¿Posta que las mujeres son así de descaradas? -preguntó Caro-. A mí me da alta pena hasta pedir agua.

- En este mundo, es difícil encontrar gente de verdad -añadió Eduardo terminando sus papas.

- Por eso somos los mismos desde hace años. Y bueno, Cachavilano que ya es como de los nuestros, pasó la prueba hace tiempo -explicó Daniel, quien esperaba que todos terminaran con los brazos cruzados.

Caro tragó. Viendo cómo ellos hablaban tan tranquilamente del oportunismo, traiciones y demás le hizo ver que el camino no era todo color de rosa, que todos estaban tan acostumbrados a decepcionarse de alguien de su confianza que ya era un juego para ellos.

Pensó en Manuel. Y pensó en lo que le había dicho. ¿A sus ojos ella también era una de esas traiciones de ratos?

- Tenés un poco de salsa en la boca -le dijo Mateo rompiendo sus pensamientos antes de agarrar una servilleta y limpiarla con cuidado.

Caro sonrió dejándose consentir por su amigo, sin importarle los abucheos y risas de los otros que estaban allí mirándolos.

Volvió su vista al frente, encontrándose con la mirada fría de Manuel, quien ni siquiera había tocado su comida desde que se habían sentado.

Alejó con cuidado a Mateo y le murmuró un "Gracias", levantándose para ir al baño aunque no tuviera ganas.

Tenía que hallar una manera de irse de ahí. Nada estaba yendo como se imaginó y la actitud del pelinegro la hacía desesperar.

Cuando volvió todos estaban arreglando quien iba a pagar, jugando piedra, papel o tijera. Perdió Daniel, así que fue al mostrador mientras los demás salían del establecimiento.

Entre tantas ideas sobre qué hacer a continuación, Eduardo propuso ir a ver una película al cine del segundo piso. Nadie protestó, esperaron a Daniel y juntos se dirigieron a pedir sus entradas.

Caro poco intervino en la pelea de qué género ver, parecían unos niños objetando a la idea del otro y en su experiencia con bebés de preescolar, era mejor observarlos de lejos soltando alguna que otra risa.

Finalmente, y de manera obvia, eligieron ver terror.

Rodó los ojos.

- Tanto mambo para elegir las de siempre -se quejó de brazos cruzados.

- ¿Qué, te da miedo? -se burlaron Valentín, Eduardo y Mateo.

- Te apuesto lo que quieras que uno de ustedes va a dormir con su mami hoy y no seré yo.

- ¡Poneleee!

- Ah bueno, yo sólo digo lo que veo.

Daniel se echó a reír y le dió la razón, poniendo sus brazos alrededor de sus hombros y entrando a la función.

- Eh, Truenito, prende la linterna del móvil -pidió Valentín.

- ¿Para qué? No me queda casi batería.

- A nadie se le ha ocurrido ver las entradas y chequear los asientos.

- A nadie le importa. Cualquier lugar sirve.

- ¡Que no, salame! Presta acá -le arrebató el móvil para ver sus entradas y ubicarse-. Maldita sea, no estamos todos juntos.

Mateo se quejó en voz alta, haciendo que las personas que ya estaban acomodadas en sus asientos soltaran un "shhh" ruidoso, él les sacó la lengua a todos aunque sabía que les era imposible verlo, eso lo alegró más.

- En la fila F del 10 al 13 estamos Dani, Eduardo y yo. En la fila G del 12 al 15 están Mateo, Manuel y nuestra amiguita.

Nadie protestó salvo Eduardo que siempre solía arruinarle las películas a Mateo hablando de estúpidos detalles o situaciones personales que no iban al caso. Evidentemente Mateo sí estaba feliz con el orden de los asientos, así que agarró a Caro de la mano y la sentó junto a él.

El que quedó atrás fue el pelinegro, maldiciendo en voz baja. No era suficiente con tolerarlos en sus narices sino que también se los iba a calar en un cine. ¿También lo iban a invitar a chapar? Se preguntó cuando a regañadientes se dejó caer en el asiento.

- Chicos, ¿no se les olvida algo? -murmuró la chica cuando la pantalla marcó el conteo de cinco minutos para la función.

Ninguno de ellos adivinó qué podría ser, lo que la hizo mirarlos divertida.

Añadió: - Me pregunto dónde están las fantas y eso...

- Un premio Nobel de la paz por nuestros cerebros que inventan rimas en tres segundos pero no recuerdan comprar lo que necesitamos para ver una puta película. Mateo anda -ordenó Valentín.

- Siempre yo, siempre yo. Ya vengo.

Cuando se hubo ido a comprar las cosas, ya había pasado un minuto más del conteo.

Sin embargo, ella no estaba precisamente al pendiente de la pantalla sino en el poco espacio que la separaba de su tormento reciente. Esto era lo más cerca que había estado de él en todo el día. Uno al lado del otro. Las palmas le sudaban.

¿Sería muy raro no hablarle ya que estaban allí los dos?

Se aventuró a sacarle conversación.

- ¿Habías oído de la película antes? No me suena de nada.

Manuel no respondió al instante, liderando su propia batalla mental haciéndose la misma pregunta que ella hace un segundo.

- La posta que no. Tampoco ando muy pendiente de las redes. Me ponen...

Dejó de hablar. Demasiada información.

- Ah, ya veo.

Asintió en respuesta. El ambiente no se sentía muy resuelto y ella volvió a sentirse culpable. De algún modo, ella había sido la causante de los hechos que hoy estaban frente a ella, por más que quisiera desviar ese sentimiento, seguía rondando de un lado a otro en su cabeza.

Ya casi era hora de empezar la película cuando escuchó a Mateo antes de verlo llegar con varias bandejas apiladas torpemente en sus brazos. Repartió dos a los muchachos que ya estaban concentrados y dejó dos en las manos de Manuel y Caro respectivamente.

Durante el transcurso de la película hubieron muchas partes incómodas. Como cuando dos de los protagonistas como no podía faltar en una película de terror empezaron a tener sexo, ambos desviaron la mirada hacia otro lado al ver que las posiciones se parecían a las que habían hecho un día atrás.

También hubieron partes confusas. Como cuando en una escena de suspenso ella no pudo evitar tomarle la mano al pelinegro y este sin pensarlo mucho la retuvo entre sus dedos, pero al mismo tiempo que ella hacía eso sentía cómo Mateo hacía lo mismo con su otra mano.

¿Sería muy maleducado soltarse de uno para seguir sosteniendo al otro?

Tan jodida | Replik [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora