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El timbre sonó sacándola de su ensimismamiento, se dió cuenta que la papa que había puesto a asar estaba más quemada que de costumbre en la olla. Apagó la hornilla como pudo con su mano libre y dejó el bol de ensalada que sostenía en la izquierda sobre la mesa. Hoy era el día en que todo le había vuelto a salir mal.

¿No podía dejar que un buen momento durara?

Todo iba bien y luego... Nada.

Simplemente volvía a tener nada.

El timbre volvió a sonar persistente varias veces, así que se apuró a abrir la puerta teniendo un poco de mayonesa en las manos por la ensalada. Se metió un dedo a la boca para probar la mezcla y así mismo abrió la puerta, sin sorprenderse del personaje que le sonreía con un piercing en la nariz.

- Euuuuu, me dejaste como perro en terraza.

- ¿Perro en terraza?

- Mirando pa' los laos.

No pudo aguantar la risa al dejarlo pasar y abrazarlo fuerte, Mateo le devolvió el abrazo alzándola mientras ambos reían.

- ¿A dónde fuiste? -le preguntó revolviéndole el cabello-. Ayer te iba a invitar a ver Netflix con Emilio.

- ¿Quién es Emilio?

- Mi hermano menor.

- Ah, ya ya.

- Entonces... ¿dónde estabas? No quiero sonar como amigo posesivo con vos, lo estoy preguntando por curiosidad nada más -le preguntó levantando los brazos con inocencia.

Caro suspiró, no sabía cómo reaccionaría cuando se lo dijera. Ni ella sabía cómo reaccionar después de todo lo que había pasado. No podía decirle lo que sucedió entre ellos dos, era algo que no estaba preparada para compartir con nadie todavía.

- Me quedé en lo de una amiga -soltó sin mirarlo, agarrando el bol y continuando con su jornada del almuerzo.

- ¿Está buena?

Ufff, sí que lo estaba.

- Estás preguntando cualquiera, Matu -le espetó un poco tensa, no tenía tiempo de inventar otra mentira y mientras más dijera peor se sentía.

- ¿Por? ¿Tiene novio?

- ¡No!

- Hoy es el día de tratar del culo a Mateo Palacios -murmuró el moreno con un puchero sentándose en el sofá. Había llegado con todo los ánimos y ahora no sabía si irse y dejarla sola. Aunque le preocupaba cómo ella se sentía.

Caro al escucharlo suspiró, sirviendo la cagada que había hecho en el plato y asimismo llevarla a la pequeña mesa frente a Mateo. Se sintió un poco apenada con él.

- Matu, no sos vos -le agarró la mano-. No me fue muy bien hoy, ¿sí?

- Me podés contar qué pasó también, si se te ocurre...

- Hubo un malentendido entre los... las dos -corrigió rápidamente. Mateo no logró notarlo.

- Eso es cualquiera, Caro. Ya verás que las dos van a hablar de eso.

- ¿Y qué pasa si ya se habló pero quedó todo mal?

Mateo la observó pensativo un rato, se encogió de hombros y la atrajo en un abrazo.

- Pues se habla de nuevo. Siempre hablar va a ser lo que te saque del lío.

Caro correspondió a su abrazo y cerró los ojos.

Eso esperaba.

- En dos días me voy a casa -murmuró-. Pasaré navidad con la banda llamada familia.

- Pues mañana salimos, ¿dale?

- Dale.

Caro se sintió mejor luego de pasar una tarde con Mateo, logró olvidar por lo menos unas horas su dilema mental. Ya luego idearía una forma de solucionar la gran metida de pata. Por los momentos, debía arreglar su ropa en una maleta para irse de visita.

Huir un rato de la ciudad no iba a estar nada mal.

***

Debí huir de la ciudad antes.

Pensó Caro incómoda cuando Mateo la llevó de la mano al umbral del centro comercial, encontrándose con sus amigos.

Allí estaban Valentín, Daniel, Eduardo... Y por supuesto Manuel.

Quien no disimulaba al mirar las manos juntas de los que acababan de llegar. Rodó los ojos, se metió las manos a los bolsillos y fingió observar la vitrina de su izquierda para evitar saludarlos.

- ¡Ehhh, pero si el amigo Cachavilano está acá wacho! -gritó Mateo golpeando a Eduardo en la espalda, haciendo su saludo de siempre chocando hombros.

- Callate Palacios, es Eduardo. E-D-U-A-R-D-O.

- Eso es lo que hacés para el rap relleno, puro deletreo.

Todos abuchearon el beef que le tiró Mateo a Eduardo para luego reírse de la cara que este último le puso, de todos los del grupo, ambos eran los que se irritaban más rápido.

Ya Valentín sabiendo que los dos no iban a parar de molestarse, propuso la idea de ir a comer hamburguesas, porque no hay nada mejor para hacer callar a la gente que ponerlos a comer.

Todos se fueron el grupo hablando en el camino. No obstante, habían dos personas que caminaban en silencio a cada extremo de ellos, pensativos con la vista al frente.

¿Era hoy buen momento para conversar sobre eso?

Tan jodida | Replik [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora