Prologo

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 23 de Octubre

La escuchaba sollozar tras la puerta de su habitación, me había dicho que estaba cansada, que necesitaba dormir, pero yo sabía que lo único que quería era llorar, desahogarse a solas. Y vaya que lo necesitaba. Yo también lo hacía a menudo los últimos meses, era un escape, así que la comprendía a la perfección.

No había necesidad de conversar sobre el problema, ambas lo teníamos. Sabíamos a la difícil situación a la que nos estábamos enfrentando. Y lo único que necesitábamos las dos era un poco de privacidad.

Las cosas en casa no iban bien. Cada vez la situación era  más difícil. El dinero que ganaba mama como mucama apenas y alcanzaba para el alquiler y el único sustento que teníamos, ósea papa, había muerto hace un par de meses de Leucemia. No sabía cuánto más lo soportaría, porque no solo era en casa, sino también en la maldita escuela.

Los “idiotas” me seguían molestando. Es como si sus vidas dependieran de ello. Me dolía, por supuesto. Yo había confiado en ellos y me arruinaron la existencia de la peor manera. Pero en especial Troy Mills al cual amaba antes de que todo pasara y al cual culpo de toda mi desgracia…

Sin él, mi destino hubiera sido otro. 

Joan

RussellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora