(Joan)
Después de dos horas de siesta en la enfermería, el Doctor Beak Hae Jin (su nombre estaba en el justificante) me llamo para despertarme. Tenía una sábana blanca encima de mí y ya no tenía la bolsa de gel en mi cara. Termine de espabilarme para poder salir de la enfermería. Me entrego el justificante y me dio indicaciones por si ocurría algo fuera de lo normal conmigo.
Ahora me encontraba en una banca de un parque cercano a la escuela, quedaba en dirección contraria a casa así que no podía estar por mucho tiempo más. Prefería estar sola y disfrutar del silencio pero seguía teniendo miedo de andar por las calles de la ciudad a una hora poco concurrida.
Me había quedado embobada admirando el paisaje de las hojas naranjas de los árboles con los rayos del sol pasando entre las escasas copas de los arboles. Disfrutaba de cosas así, me recordaban a mi hermano, todo tan brillante como su sonrisa. Me hacia feliz, era lo único que podía levantarme el ánimo y dejar de estar pensando en tantas cosas. Era mi momento de relajación, el ver pasar las nubes, el ver como lentamente el día iba acabando mientras el sol se ocultaba. Eran cosas dignas de admirar.
Tome mi mochila y me la coloque sobre mis hombros. Seguí mi camino a casa. Ya eran más de las siete de la tarde y el cielo estaba casi en su totalidad Pindado de un azul muy oscuro, casi negro y algunas estrellas ya comenzaban a notarse. Era un cielo muy despejado para esta época del año, normalmente el clima se caracterizaba por ser frío y lluvioso.
Un par de cuadras más arriba y lograba visualizar la esquina de la preparatoria. La calle estaba desolada y justo al llegar a la esquina tuve esa peculiar sensación de alguien detrás de mi. Instintivamente me giré para darme cuenta que no había nada o nadie detrás de mi. Seguí caminando y la sensación persistía. Estaba comenzando a caminar mas rápido y estaba atenta a cualquier ruido extraño o pasos detrás de mi. Mis pantorrillas comenzaban a acalambrarme por el esfuerzo que estaba ejerciendo en ellas por caminar tan de prisa. Solo me faltaban un par de cuadras y podría llegar al fin a la calle del edificio en donde vivía con mi madre.
Volví a girarme y nuevamente no logré ver nada extraño más que la calle poco transitada.
-Cuidado-. Hablo una voz masculina
Sentí un golpe contra mi cuerpo. Algo golpeó mi labio provocando en la herida un ardor que al instante sentí el sabor de la sangre en mi boca.
Retrocedí un par de pasos por el impacto. Había seguido caminando sin ver por donde y había chocado con alguien. El ver al Doctor Beak frente a mi realmente fue una sorpresa. Su rostro estaba sin reacción alguna y me miraba directamente a los ojos. Detrás de él apareció un hombre de ojos rasgados y tan alto como él a excepción que su playera sin mangas dejaba ver su físico tonificado.
-¿Pasa algo con tu vista?-. Me pregunto el Dr. Beak
-Venga hombre, que ninguno de los dos se ha fijado por donde iba -. Respondió por mi el acompañante del Dr. Beak y de quien supuse que había sido la advertencia.
-Cierra la boca, es mi paciente-. El Dr se gira hacia el chico detrás de él y le entrega un maletín para laptop.-Déjame revisarte, Joan.
El Dr. comenzó a buscar en los bolsillos de su chaqueta y sacó una pluma/linterna. La misma que había usado para revisar mi golpe esta mañana. Por inercia retrocedí un paso antes de que lograra siquiera dirigir sus manos hacia mi rostro.
-Estoy bien, solo iba distraída.
-Quizá y no eres tan buen médico como dices, Jin
-Cierra la boca, Joon
El dr. Seguía sin apartar la vista de mi, seguramente buscando algún indicio que le dijera que el golpe de está mañana me había afectado de una forma mas grave. A excepción por la molesta de mi labio, digamos que he estado mejor. Para este momento comenzaba a ponerme nerviosa. En ningún momento había olvidado lo que había ocurrido hace algunos minutos. Todavía me preocupaba el hecho de volver a casa sola aunque fueran algunas calles de distancia. Tendría que recorrerlas sola y el estar aquí con ellos solo hacia que perdiera tiempo y se volviera más noche.
-Con permiso, tengo que ir a casa-. Pase por un lado del Dr. y del chico Joon y seguí mi camino.
-Espera ¿Dónde vives?-. Joon alcanzó mi paso para detenerme. No sabía que responder. ¿Con la verdad? ¿Con mentiras? No conocía a ninguno de los dos a excepción del Dr. por curarme una herida, pero eso no significaba nada. No podía confiar tan fácil en las personas. No después de todo lo que había pasado.
-En realidad voy a casa de una amiga, no vive muy lejos.
-No tengo mucho tiempo de vivir en esta zona, pero se que andar por estos rumbos a esta hora no es seguro. Permítenos acompañarte.
-No-. Me apresuré a decir.-No es necesario, de verdad. Solo es un par de calles.
-Yo voy de salida y hacia esa dirección. Puedo acercarte a su casa.
-No es nec...
-Insisto-. Dijo interrumpiéndome
Mierda. Solo eran dos calles pero eran dos calles oscuras y poco transitadas. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al volver a sentirme observada. Realmente estaba comenzando a tener miedo. Podía confiar en el Dr. Beak y su acompañante o podía arriesgar mi integridad por desconfiada. Cualquiera de las dos no eran mis mejores opciones por el momento, sin embargo, la idea de ser acompañada por al menos una persona relativamente conocida, me dejaba más tranquila.
-Bien-. Acepte
-Bien, sube al auto.
El doctor sacó unas llaves y desactivó la alarma del coche aparcado junto a la acera donde estábamos parados. Frente al edificio por donde supuse que que habían salido el par de hombres.
-Gracias viejo, te debo una-. El chico llamado Joon le entregó el maletín al Dr cuando esté se acercó para despedirse con un saludo habitual entre hombres.
-La próxima no derrames tu café sobre la computadora-. Respondió de vuelta Joon a la despedida del Dr. El chico, que a decir verdad no se veía tan adulto en comparación con el Dr Beak, metió sus manos en los bolsillos de sus pants grises en espera de que nosotros nos marcháramos. Rodé el carro para subirme en el asiento de copiloto y una fragancia masculina fresca inundó el interior del auto. Esa misma que había percibido cuando fui atendida por el conductor del vehículo sentado a mi lado.
Instintivamente me giré sobre el asiento para ver a través del coche hacia la acera, esperando encontrar algo y no se si logre verlo. Una vez que el coche se puso en marcha, Joon entró por la puerta del edificio y un par de calles atrás, logre distinguir como algo o alguien se escondía en la esquina. Sabía que podía ser cualquier cosa. Ya era de noche y solo era iluminada con la lámpara de la calle. Eso no significaba que alguien venía siguiéndome o algo parecido, sin embargo, no podía dejar pasar desapercibido lo que había sentido. Lo que vi pudo ser una persona cruzando la calle, y quizá solo mi paranoia estaba jugándome sucio.
-¿Que sucede?
Mire a mi acompañante quien miraba a través del retrovisor.
-Nada, solo la calle está... muy sola
-Creo hacerte dicho que descansarás después de la escuela ¿Que hacías caminando a esta hora de la noche y sola?
-Lo se, solo... No quería cancelar a mi amiga.
-Bien ¿Y donde vive tu amiga?
Ya habíamos avanzado un par de calles así que solo en la siguiente tenía que dar vuelta. Seguía en pie la mentira de mi visita a mi supuesta amiga, no quería que supiera donde vivía. No por vergüenza, más bien por seguridad. La verdad que no me daba mucha desconfianza, con su bata podía ser fácilmente identificado pero ahora que no la tenía puesta, podía pasar fácilmente por un chico universitario, su piel blanca y sin marcas notorias de la edad, así como su cabello abundante y oscuro le daban ese aire juvenil y le restaba años.
Después de darle las indicaciones, se detuvo frente al edificio en donde vivía junto a mi madre.
-Gracias por traerme, doctor.
-Dime Jin o Beak. Como gustes
Baje del coche y camine hasta la entrada del edificio y me detuve un momento antes de entrar para ver cómo se alejaba el coche.
Una vez en mi habitación, dejé mi mochila a un lado de la puerta y me tiré sobre la cama. Grave error. Una punzada palpitante apareció en mi cabeza mareándome un poco. Cerré los ojos con fuerza hasta que este disminuyera. El maldito golpe había sido con toda la intención, sin duda. La mitad de mi cara seguía hinchada.
Me quede sobre la cama unos minutos más hasta que suma lentitud decidí levantarme e ir al baño. Estando ahí Tome un poco de crema para rostro con la punta de mi dedo y la puse sobre mi ojo dando masajes para poder retirar el maquillaje alrededor de este. Tome un poco de papel y retire el producto. Y repetí él procesos con mi otro ojo. Tome el cepillo y comencé a peinar mi cabello. No me agradaba mucho la sensación de tener cabellos sueltos pegados a mi cuerpo mientras me duchaba así que prefería desenredar mi cabello antes de la ducha para retirar lo más posible los cabellos que perdía durante el día. Cuando termine quite estos del cepillo y los tire en el cesto de basura. Comencé a desvestirme frente al espejo sin dejar de mirarme a los ojos. Mi rostro sin maquillaje oscuro en los ojos lucia completamente diferente, cansado, enfermo. Mi cuerpo era esbelto, más de lo normal y sabía que eso preocupaba a mi madre. Todo eso lo cubría con las capas de ropa que usaba y que el otoño me ayudaba a disimular.
Abrí el grifo de la regadera y sin pensarlo me metí bajo el chorro de agua. El agua helada corría por mi cuerpo casi haciéndome saltar para adaptarme a la temperatura. No quise abrir el agua caliente para ahorrar un poco en gas. Mi piel estaba de gallina y casi que dolía. Titirite un poco antes de agarrar el shampoo el cual odiaba. Mi cabello en si ya es un desastre y con el shampoo sin acondicionador lo ponía aún peor. No podía quejarme, era el único que podíamos permitirnos comprar por ser el más económico. Lo único rescatable era su olor frutal. Seguí con el jabón en barra y comencé a tallar mi cuerpo. Tome un poco y comencé a lavar mi cara para terminar de quitar el exceso de suciedad. A ciegas abrí de nuevo el grifo de la regadera y el agua helada cayó directamente en mi cara. Me puse en marcha rápidamente para poder quitar el jabón de mi cuerpo lo más rápido posible. No podía darme el lujo de duchas tan largas para no elevar el consumo de agua y evitar gastos en casa. Tome la toalla y seque mi cara. Agache la cabeza y comencé a secar mi cuerpo y después puse la toalla en la cabeza. Salí del baño y me contemplé desnuda, no me gustaba lo que veía pero de igual manera no hacía nada para mejorarlo. Lo único que quería era estar dormida el mayor tiempo posible y eso era lo único interés la mayor parte del día.
Me mire directamente a los ojos y me di cuenta, como cada mañana. Que mis ojos no estaban completamente abiertos. Más bien como si estuvieran a punto de cerrarse. Estaba cansada y no había hecho la gran cosa el día de hoy.
Me quite la toalla del cabello, la coloqué al rededor de mi cuerpo y tome la ropa del suelo para depositarla en el cesto de la ropa sucia. Salí del baño directo a mi habitación en donde tome una playera vieja y un pijama viejo de papá. Volví desenredé mi cabello y coloqué un poco de crema en mi cara. Tome mi mochila y me subí a la cama para escribir en mi diario.
Con la tinta negra comencé a sombrear un poco los bordes y comenzó a tomar forma de ramas de árboles. Me gustaba dibujar ese tipo de paisajes. Disfrutaba ver los videos de Bob Ross en la sala de la biblioteca con mis audífonos puestos. Me relajaban.
Después comencé a escribir.
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Russell
Random"El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional." Brenda Hill y Joan Baker son chicas distintas en todos los sentidos. Brenda es amor, Joan es odio. Brenda es Luz, Joan es oscuridad. Vidas completamente distintas. Sin ningún parentesco. Viviendo...