Hermione caminaba en círculos notablemente nerviosa. No sabía porque se sentía así, era sólo una charla amistosa, se sentarían en la cama y… ¡No! En los sillones. Se sentarían en los sillones y… ¡Maldita sea! Sólo había un sillón. Bien, vale se sentarían en la cama, pero guardando una distancia prudente. Pero, ¿y si se ofendía por su comportamiento? ¿Y si creía que le estaba marginando como todos los demás al no querer sentarse a su lado? Pero si se sentaba a su lado, ¿podría creer que se le estaba insinuando? Podía ser, podía recordar lo que había pensado esa mañana sobre su "endiablado atractivo", y quedar como una cualquiera que intentaba llevárselo a la cama (en realidad estarían ya sentados en una) y engañar a su novio. Pero si se quedaba de pie, él se iba a sentir incómodo, y con su esmerada educación, no aceptaría sentarse si ella permanecía en pie, y podrían pasarse horas hablando, lo sabía bien.
-Bueno, no importa, sólo hablaremos, no puedo ponerme nerviosa como una colegiala ante su primera cita, ya eres una mujer madura Hermione Jane Granger-pensó.
-Una mujer madura, con unas necesidades insatisfechas…
Se sonrojó y recordó lo que murmuraban las chicas de Hogwarts, decían que era el mejor amante del castillo, una chica no se hartaba de contar su noche con él, y no había sido para todos los públicos precisamente la historia.
No, no podía pensar eso. Si lo pensaba y él volvía a leer su mente… No podría soportar la vergüenza.
Enrojeció y se mordió el labio inferior, reprendiéndose a sí misma. Dejar de morderse el labio inferior le había costado años de esfuerzo y crema labial para que no se le irritara por las mordeduras, y Draco se lo había devuelto con una habilidad pasmosa.
Draco.
No.
¡¡¡MALFOY!!!
¿Por qué pensaba Draco cuando sabía que era Malfoy?
Se resistía a tener esa calidez y familiaridad con MALFOY, sobre todo cuando él la seguía llamando Granger.
Se lo imagino diciendo su nombre, con su voz suave y atrayente, se imagino sus labios formando los sonidos que conformaban su nombre, se imagino su mano sobre su cintura y su cálido aliento en los labios, se imagino que los entreabría y que él…
¡Basta!
Estaba demasiado acalorada, eso era, no tenía nada que ver con Malfoy, era solo que tenía el día tonto. Que esas semanas sin tener relaciones le estaban pasando factura. Esas largas seis semanas de ayuno voluntario.
Abrió la ventana e inspiró cogiendo el aire de la tarde, con las mejillas enrojecidas por sus pensamientos inadecuados y poco comunes en una señorita de su educación y calificaciones. Una suave brisa meció su coleta y se sintió algo más relajada al sentir el aire fresco chocando contra su rostro y refrescando sus pulmones.
Sintió unos golpes en la puerta y se dirigió allí para abrir, asegurándose antes de cerrar bien su mente.
Abrió la puerta y le vio allí, hermoso, luciendo su metro ochenta y sus sedosos cabellos platinos que enmarcaban sus hermosos ojos grises. Y estaba sonriéndole.
Sintió que sus mejillas adquirían un poco de color, pero al ver que ni decía nada sobre el tema ni sonreía con sarcasmo, se relajó, convencida de que no se había dado cuenta.
_AP_
Granger le sonreía tímida, con su pelo aún recogido, pero enmarañado, vio que la ventana estaba abierta e intuyó el porque de su aspecto despeinado, pero le daba igual.