20. Prisión

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-Venimos a ver al ministro, avísele-ordenó Cassandra a una joven secretaria de finos cabellos rubios recogidos en un moño y gafas de pasta blancas.

-El ministro está muy ocupado-dijo la joven, con voz suave y algo intimidada por el aplomó de Cassandra.

-Dile que le buscan Cassandra Blair y Hermione Malfoy-dijo autoritaria-, seguro que nos encontrará un hueco.

Hermione casi pierde la máscara de frialdad que había construido en su rostro. ¿Hermione Malfoy? ¿Desde cuando era Hermione Malfoy? ¿Se había casado y no lo recordaba?

-El ministro está muy ocupado-repitió-. Para todos.

-He dicho que le llame-dijo arrastrando las palabras, con una furia que asustó a la joven, haciendo que sus ojos azul verdoso se abriesen aterrorizados.

Apretó una bola de cristal azulado con la mano y esta se iluminó.

-Señor ministro, Cassandra Blair y Hermione Malfoy insisten en pasar a verle.

En seguida, la puerta del despacho se abrió, y un pelirrojo pálido y con el pelo revuelto se asomó jadeando por la carrera para abrir la puerta.

-Pasen-dijo apartándose.

Cassandra no dudó ni un segundo y entró, arrastrando a Hermione del brazo para que no se retrasara. La llevó hasta unas sillas y la hizo sentarse en una mientras ocupaba la otra.

-Arreglemos esto de una vez-dijo con voz firme.

-Sí, dejémonos de formalidades-unas enormes ojeras eran explicación suficiente para entender donde estaba su tono pomposo y absurdo, estaba desesperado-. Todos los bienes del señor Malfoy han pasado a Hermione Granger-recalcó el apellido, pero el rostro de Cassandra no cambió-, con todas sus tretas, nos ha sido imposible hacernos con sus propiedades, y toda su fortuna, está a nombre de Hermione Granger en un banco belga.

-Básicamente-dijo Cassandra-, ese era el plan. Ambos sabemos que no había ninguna niña muggle, ya que no ha conseguido la expropiación, que es lo que quería, deje a Draco Malfoy libre de una vez.

-¿Por qué iba a hacerlo? Puedo expropiar a otro sin necesidad de dejar en libertad a Malfoy-dijo con una sonrisa de superioridad.

-¿Y exponerse al escándalo mediático?-dijo con una media sonrisa- Rita Skeeter podría sacar partido de esto, "La heroína de guerra y el ex-mortífago", una novela que encantaría.

-¿Y eso en que me afecta?-preguntó.

-Conozco a Rita Skeeter, y ya me he asegurado un trato con ella-dijo acentuando su sonrisa-, a menos que suelte a Draco, mañana habrá un artículo poco favorecedor al ministerio en Corazón de Bruja. Un joven forzado a ser mortífago, que intenta seguir adelante después de la guerra que le ha herido, encuentra a una mujer, famosa heroína de guerra, por encima, que le hace cambiar. Después de demostrarse su amor en múltiples ocasiones y de vencer los obstáculos que sus amigos les ponen, el malvado ministerio, acusa al joven de un crimen falso, para quedarse su fortuna y solucionar un problema millonario por el que su incompetencia ha costado cientos de vidas, dejando a la joven destrozada. Pero él, ha conseguido que toda su fortuna pase a ella, dejando resuelta su vida, y la del hijo que esperan, al que nunca podrá conocer. ¿No es una historia trágica y preciosa? Imagínese, Draco se convertiría en un mártir, en un hombre que lo da todo por amor a su mujer y a su hijo. Hermione daría entrevistas en la que contase esta historia, con muchos insultos al ministerio, obviamente, y pediría clemencia para el padre de su hijo. Podríamos añadir un intento de suicidio, o unas fotografías del interior de Azkaban, con los dementores besando a un mortífago, o pasando ante la celda de Draco, quizás, adornada con una foto de la mujer que ama, ¡sería un gran reportaje! Más polémico que el de Dumbledore, hasta podrían hacer una serie de televisión, y la película, incluso camisetas, y una línea de colonia si nos da la gana, vendiéndola bien, Draco será el nuevo "Encantador". ¿Cómo quedaría el Ministerio de Magia?

Amor en la posguerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora