Los nuevos profesores fueron pasando las hojas de examen a todos los alumnos de séptimo. Eran unos enormes pergaminos de casi un metro, llenos de preguntas escritas con letra pequeña y ganchuda, que casi hacía necesaria una lupa para descifrar el mensaje oculto en esos laberintos de reluciente tinta negra.
-Tenéis toda la mañana para hacer el examen-anunció la nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras, y también nueva jefa de la casa Slytherin-, las cuatro mejores notas serán los premios anuales.
-¿Cuatro?-preguntó Granger alzando la mano con el ceño fruncido.
-Sí, después de todo lo que ha pasado se ha decidido aumentar el número de premios anuales este año como premio.
Un murmullo nació por todo el gran comedor, donde los alumnos se habían sentado para hacer el examen, dejando dos asientos de distancia cada uno.
-El tiempo comienza…-dijo el panzudo profesor de pociones- ¡Ahora!
Los alumnos sacaron las plumas y comenzaron a escribir en el pergamino aparte, que media prácticamente tres metros.
Draco Malfoy sacó sin mucha emoción una elegante pluma que se había comprado para la ocasión en el verano.
Las preguntas eran muchas, y algunas respuestas excesivamente largas, pero no presentaban mayor dificultad. La mayor parte de ellas eran de un nivel que para muchos se consideraría altísimo, pero no para él, no para el hombre que había estudiado hechizos de antigua magia negra en latín y hebreo durante dos años, y cuyo talento con las pociones era valorado por el mismísimo señor oscuro. Aunque buena falta le hacía a él que le apreciase ese monstruo.
La contestación de la pregunta extra de pociones llegaba a quince centímetros sobre el pergamino, esbozó una sonrisa al saber que ni siquiera Granger le superaría en el apartado de pociones.
Aún así no se hacía ilusiones, por muchos puestos extra que pusiesen, los demás siempre tendrían prioridad sobre un ex-mortífago.
Miró el reloj de arena, los gruesos granos seguían cayendo, quedaba poco para que acabase el tiempo, pero él ya había terminado. Firmó en la parte de atrás, y escribió con letra elegante y clara su nombre. Draco Malfoy Black. Cargando especialmente con la pluma en sus apellidos.
Puede que no le gustase ser un ex-mortífago, pero nunca renegaría de sus padres, de Lucius y Narcisa Malfoy, que estaban presentes en esos apellidos, el único recuerdo tangible que le quedaba de ellos.
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Terminó de escribir su n0mbre con letra redonda y grande, femenina e inocente. Hermione J. Granger. Se preguntó con quien compartiría torre, porque ese examen en ella era una mera formalidad. Sería premio anual. Miró a Malfoy, que había terminado de escribir y miraba absorto el reloj de arena. ¿Sería él uno de sus compañeros? Esperaba que sí, porque le ayudaría a quedar con él para conversar.
Miró a su alrededor, sólo una chica más había terminado, de piel tostada, ojos añiles y cabellos negros como el azabache, que caían lisos y perfectos por su espalda. No la había visto nunca, pero supo que era de Slytherin por el uniforme y la corbata verde y plateada de su cuello. Su modo de llevar el uniforme era extraño, no lo llevaba holgado como ella, pero tampoco apretadísimo como las demás, llevaba una camisa ajustada, una falda en estado neutro y la túnica abierta dejando ver el resto. Tenía las piernas cruzadas y jugaba con una pluma azul en la mano derecha, mientras que con la izquierda sobaba un guardapelo de plata con unos dibujos que no pudo identificar.