Hermione se levantó de su maravillosa cama, echando de menos el balanceo de su cama de agua en la torre de los premios anuales. Miró el reloj, era temprano, tan temprano, que sintió las irrefrenables ganas de volver a sumergirse en el mar de sabanas blancas que era su cama, y dejar que el calor de las prendas le condujese a un dulce sopor. Pero se conocía lo suficiente como para saber que una vez despertaba era imposible volver a dormirse, y odiaba remolonear en la cama, era perder el tiempo. Así que se levantó despeinando con una mano sus ya enredados cabellos castaños mientras abría las cortinas, unos tibios rayos de sol entraron en su cuarto, acariciando su piel e iluminando el armario que tenía en contra. Cogió la varita de la otra mesilla y con un hechizo, su cama se hizo sola.
Después de salir del baño envuelta en una bata de flores rosa pálido, con sus ensortijados cabellos cayendo mojados sobre sus hombros, se acercó a la cocina y se preparó un café, lo vertió en su taza favorita, roja con el escudo de Gryffindor-comprada en su primer año-, y sacó un paquete de galletas de la alacena. Mordió una mientras cogía el periódico del día anterior, no lo había podido leer porque se había quedado dormida y Draco no había querido despertarla, por lo que tuvo que desayunar a toda prisa antes de correr al piso. La primera noticia le llamó la atención de forma desagradable.
"Desgracia millonaria en Escocia
La desgracia vuelve a sacudir a la comunidad mágica de Gran Bretaña por el trágico suceso acaecido en un pequeño pueblo rural escocés.
La reserva de dragones escocesa, altamente conocida por ser la causa de variables problemas para el país y convertir a Escocia en la segunda gran infractora de la ley mágica, vuelve a sellar el destino con la fatalidad en esta ocasión.
La reserva está ubicada en un amplio paraje agreste y rural para evitar los múltiples daños que los dragones podrían ocasionar en una zona urbana. Específicamente, cerca de un pequeño pueblo que aunque sencillo, se ha convertido en un punto geográfico importantísimo en esa región, pues la chimenea del "Bar Escocés" es la única conectada los Polvos Flu de la zona, aparte de que en él se ha construido una sucursal de Gringotts para los vecinos de la ya mencionada región, que contaba con la ingente cantidad de setecientos millones de galeones.
La desgracia se cernió sobre ese pueblo, cuando un dragón sin domesticar de más de diez metros se escapó, llegando a la pequeña población para causar estragos. Los resultados son devastadores, cien muertos entre magos y muggles, una deuda de ochocientos millones de galeones con Gringotts, un pleito con la sociedad de los duendes por las muertes de sus congéneres, la huida de un pequeño dragón perteneciente al banco, y por último, una deuda con el ministerio muggle por todos los daños causados.
Toda esta serie de sucesos, han propiciado el que se cierre la reserva para dragones, todos ellos serán trasladados a Rumania, excepto los dos dragones fugitivos, que aún no han sido localizados."
Hermione frunció el ceño con preocupación, era horrible. Dejó lo que quedaba de café a un lado, ya no tenía hambre, esas noticias lograban revolverle el estómago. Su madre decía que era demasiado sensible, y sabía que tenía razón, pero no podía con ellas, era superior a sus fuerzas.
Oyó el timbre del teléfono rompiendo el silencio de la mañana, ya habían entrado en horario de oficina, ¿pero quién podría ser? ¿Draco? A lo mejor quería invitarle a desayunar para compensarle por la otra noche, seguro que con él el hambre volvería a ella y se sentiría mejor. Con esos pensamientos descolgó el teléfono.