16. Hipocresía

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-Entonces, ¿no tenéis planes?-preguntó ayudándola con la sábana- No quiero que esto sea un compromiso.

-No, tranquila, estaremos encantadas de comer con vosotros-respondió Luna con su dulce sonrisa, parecía tan irreal, tan efímera, nunca le había visto enfadada, ni nerviosa, parecía un ser superior al que el dolor del mundo no podía afectar.

-Bien, Draco ya ha reservado en el restaurante, está en el centro del Londres muggles, para evitar situaciones incómodas hasta que decidamos hacerlo público.

Luna asintió alisando la sábana blanca sobre su cama.

-A Cassandra le gustará saber que estáis juntos-mencionó cogiendo una ligera colcha en un color crema-. Solía quejarse de lo tontos que erais por alargar tanto las cosas.

-¿Y tú como comenzaste a salir con Cassandra?

-Bueno…-dijo con algo de timidez- A ella le gusté desde el primer momento, o al menos eso es lo que ella me dijo. Yo había ido a la biblioteca a buscar información para un trabajo, y me la encontré allí-esbozó una sonrisa-. Estaba sentada en la mesa, leyendo un libro sobre leyes mágicas, de esa forma falsamente informal que tiene, como si la elegancia fuese algo implícito en su persona-Hermione sonrió, conocía bien esa forma de moverse, se preguntó si no la introduciría el sombrero seleccionador en sus mentes cuando gritaba "Slytherin"-. Yo me senté en su misma mesa, porque era la que estaba más cerca de la sección de historia de la magia. Y ella me sonrió con amabilidad y me preguntó si estaba buscando información para un trabajo, yo le respondí que sí, que tenía que hacer un trabajo sobre las revueltas de silfos del XVII. A ella le encanta la historia de la magia, así que me comentó un par de cosas para el trabajo, y también me indicó un libro mejor que el que estaba utilizando. Yo le di las gracias y le pregunté si ella pensaba estudiar la carrera de derecho mágico, y ella respondió que sí, que le encantaba el derecho. Y bueno, empezamos a hablar, y quedamos a dar un paseo por el lago esa tarde.

>Pasamos la tarde paseando, y cuando volvíamos al castillo, bueno, ella me besó. Y yo me sonroje y solté una risita nerviosa. Decidimos quedar otra vez, y bueno, el resto es historia.

-¿Y desde cuando sabes que eres…?

-Desde que me besó, yo nunca me había planteado estar con una chica, pero, tampoco con un chico. Ese día me fije en mi sala común, y me di cuenta de que me gustaban las mujeres, que los chicos no provocaban nada en mí-sus ojos, permanentemente soñadores, brillaban aun más de lo normal, consiguiendo arrancarle una sonrisa.

Continuaron arreglando la cama hasta que un tornado pelirrojo entró en la habitación.

-Hermione, ¿cómo has podido?-preguntó dolida. La primera reacción de la joven fue pensar que ya estaba, que había sido descubierta, que su romance con el mortífago era de dominio público, que Rita Skeeter se había transformado en escarabajo para espiar a Draco y escribir la segunda parte de la historia y que su visita a la casa (con beso y declaraciones incluidos), estaban en la primera plana del profeta- Sigues viendo a Blair, ¡y encima duermes en su casa! ¡Y sin avisar!

La menor de los Weasley echaba chispas de indignación, sin entender como aquella que había considerado su mejor amiga seguía teniendo relación con los Slytherin, sobretodo, con esa joven de ojos añiles que intentaba quitarle el puesto en la vida de Hermione. Creía que al acabar el colegio todo volvería a ser como antes, pero no, y eso era algo que no estaba dispuesta a aceptar así como así.

Hermione no puedo contener un suspiro, por un momento había temido verdaderamente esa posibilidad, temía bajar a la sala y que todos la mirasen como si deseasen su muerte, como si la palabra "crucio", fuese a salir de los labios de cualquiera de los pelirrojos en cualquier momento. Ya estaba pensando en como escapar y considerando si podía teñirse de rubio y cambiarse el nombre cuando descubrió que sólo era otro ataque de celos de la joven.

Amor en la posguerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora