Sin embargo ella se queda sorprendentemente seria para lo parlanchina que es. No dice nada. Y así pasa una hora más. Ya es medio día y no hay indicios de la caída de nieve.
–No va a nevar –dice simplemente mientras yo sigo sumergido en mis pensamientos, sus palabras me sacan de ellos.
–¿Qué? ¿Cómo que no va a nevar? –pregunto.
–Te dije que tengo mucho frío cuando hay nieve, eso es porque soy la primavera. Yo siento el frío en los huesos, no lo había notado porque estoy cerca de ti. Pero tras haberme retirado me di cuenta de una cosa –comenta la chica.
–¿Qué cosa? Prim, esto es importante para mí, debes decirme de qué te diste cuenta –suplico.
–Debes provocar que caiga la nieve. Si no lo haces el lago no estará levemente congelado para cuando "eso" deba suceder. Eres tú el único que puede hacerlo.
Me pongo de pie.
–Me dijiste que no lo hiciera. Me rogaste. Me imploraste que no me metiera porque podría destrozar el pasado, hace menos de tres horas me dijiste a regaños y lágrimas que no lo hiciera. Ahora me dices que debo hacerlo –le recuerdo con enojo.
–Sé lo que dije. Pero te lo digo ahora. Jack Frost tú provocaste esto. Tienes que volver a hacerlo justo ahora. Así es como todo debe suceder. Estoy segura que esas nubes de allá arriba no tienen ni un soplo de nieve. Están huecas, vacías, lo que debes hacer es llenarlas, darles ese poder de soltar nieve justo ahora, justo en este momento. Es como se supone que debe ser.
–Me estás pidiendo que me mate –le echo en cara–. ¡Eso me dices que debo hacer! ¡Qué yo mismo causé mi muerte! Si hago que ahora caiga nieve para congelar el lago no lo suficiente, al atardecer estaré muerto. Antes que el sol se oculte ya habré hecho sufrir a mi hermana, madre y padre uno de los dolores más grandes del mundo.
–Sí. Sí, y la Luna te revivirá –dice ella.
–Prim, me estás diciendo que yo mismo causé esto. Yo causé ese dolor a ella... A mi hermana. Me regañaste por pensar que quería desaparecer.
–Pero esto no es desaparecer.
–¡Es matarme! –le corrijo–. Es peor. No puedes entender lo que se siente, yo lo sentí, duele, es horrible. Yo mismo me causé esto.
Le tomo de la mano y la obligo a mirar por la ventana jalándola a esta. Mi otro yo está haciendo caras graciosas y jugando con la comida del almuerzo mientras mi hermana sonríe y se carcajea alegremente.
–¿Me dices que la haga sufrir? –le pregunto a Prim–. Porque eso sucederá. Me mataré a mí mismo. Eso es quizás mucho peor que pensar en que solamente quiero hacerme viejo como todas las personas normales.
Me doy cuenta de algo, una cosa que es muy grave y que tontamente no me di cuenta antes. No es culpa de Prim, no es culpa mía. Es el destino que así quiso sucediera todo. Si mi yo del futuro no hubiera ido a mi pasado a interferir, yo no habría muerto. Yo debo hacer lo mismo. Yo debo provocarle ese dolor tan grande a mi hermana, yo provocaré mi propia destrucción.
No fue Prim, fui yo quien me destrocé.
Yo quería seguir creciendo, porque no puedo entender esa parte, siempre he querido crecer. Desde hace doscientos años cuando me di cuenta que en realidad yo seguía siendo el mismo, imaginé que solamente había salido del lago. Luego creí que había sido siempre una creación de la luna, y que por lo tanto no iba a crecer como las personas que veía a mí alrededor. Generaciones enteras pasaron de niños que crecían, de niños que dejaban de divertirse y se volvían adultos para ser felices con otras cosas.
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Crystallize
FanfictionHace ya muchos años que escribí este fanfic. Pero he vuelto a las andadas, es decir he estado escribiendo un montón de cosas más. Y ahora decidí que ya era justo darle su lugar a estas historias. La historia de Jack Frost desde donde se quedó según...