Crystallize

Sunkissed

*Nota: Este es por lejos mi capítulo favorito y al cual no le he cambiado casi nada de las quincemil veces que he modificado este fanfic. Espero lo disfruten leyendo tanto como yo lo hago cada que vuelvo a leerlo, y tanto como cuando lo escribí. Les recomiendo que paren la canción en el minuto 3:44 cuando lleguen justo a esta parte: "solamente un momento y..." e imaginen la escena de la imagen* *creditos al autor de la imagen*

Comienza a descender por la colina muy a prisa, la sigo de cerca aunque yo puedo volar, por alguna razón desconocida de nuevo termina en el suelo, ella es como una especie de imán para este tipo de cosas, el suelo ama verla tirada. No se levanta, me siento enfrente de ella.

–¿Qué pasa contigo? –le pregunto.

–Si te lo digo, te vas a reír –dice mirando a otro lado.

–Te prometo que no –aseguro.

–Yo en realidad –empezó–, hice algo muy malo.

–¿A qué te refieres con eso? –pregunto.

–Me porté mal –dice incorporándose y sentándose con las piernas cruzadas en el suelo–. Antes, desafié a mi padre, ignoré a mi madre y abandoné a mis hermanos, me fui de casa. Es así como conocí el Pandemonio. Mi madre me decía que tenía que ser ordenada, tú dijeras que me lo decía de mala manera, pero no, todo lo contrario, mis padres eran realmente buenos conmigo. Yo era la mala. Y eso es porque tenía miedo como Pitch dijo. Cuando era pequeña nadie creía que yo pudiera verlo y me asustara, es decir, nosotros los eternos podemos vernos entre nosotros, pero no se supone que esto debe darnos miedo, sin embargo yo tenía miedo, así que se lo decía a mi padre, él decía que debía ser fuerte, pero yo no podía. Mis hermanos no se burlaban de mí como harían otros, eran amables y siempre me prometían protegerme, entonces cuando tenía doce años me escapé. Yo no quería saber nada de ellos, ni tampoco tomar parte en las responsabilidades, hui como una verdadera niña mimada y miedosa. Mientras viajaba me di cuenta que prefería hacer travesuras que comportarme como debía, hice que algunas niñas sobre todo pequeñas se perdieran en el bosque por horas mientras me seguían; me dejé ver y por mi culpa algunas personas fueron consideradas brujas, aunque no pasó a mayores; jalaba las ramas de los árboles y arañaba las ventanas de las habitaciones de otros niños sólo para que sintieran el miedo que yo sentí. Sé que son travesuras menores, pero...

Siendo sincero me cuesta mucho aceptar que la dulce Primavera que yo conocí haya sido capaz de realizar travesuras incluso peores a las mías. Es decir, ella me parecía desde el principio una chica demasiado buena, demasiado amable como para llegar a ser considerada mala, pero que ella misma piense así de sí, eso verdaderamente me duele. Es que no puedo creerlo, ella me parece tan buena.

Así que no dejo que siga hablando, no puedo dejar que se continúe culpando por todo lo que pasa.

–¿Y eso qué? He hecho un par, o más de esas travesuras –le digo sonriente–, no creo que eso signifique que eres una mala persona, al contrario, yo pienso que eres buena, tú me ayudaste a llegar a Emma. Otra persona no me hubiera puesto atención como tú. Les dije a los otros que aun cuando había recuperado parte de mis recuerdos me sentía incompleto, ellos sólo me dijeron que debía pensar en el presente y dejar el pasado, pero este pasado es lo que soy.

–Tú me escuchaste, me hiciste caso, no me ignoraste. Creo que los adultos creen que seguimos siendo niñitos y nos van a mantener muy tranquilos con unos cuantos dulces –comento con gracia pero sinceridad a la vez.

–Si fueran dulces estaría feliz –dice ella–. Pero en todo el tiempo que estuve haciendo mis travesuras no me di cuenta que las hacía por maldad. Tú eres diferente, tus travesuras son juegos, son para divertir, yo sólo hacía sufrir. Y entonces un día desperté frente al Pandemonio. N0 creas que llegué caminando, de alguna manera terminé ahí. Entonces me dio miedo todo lo que vi.