Moonlight

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Debería preguntar a Jamie por el nombre de muchas cosas, sin embargo tampoco es que quiera quedar como un tonto que no sabe nada y tiene más de trescientos años.

–¿Qué tanto piensas? –pregunta la chica.

No puedo decirle que hay muchas cosas que todavía no entiendo, y que conozco las palabras, el momento de usarlas y eso, pero no realmente lo que significan. Sería como admitir que no tengo interés alguno en aprender cosas nuevas.

–Estaba pensando en lo que dices sobre no intervenir en el pasado porque puede causar muchos problemas. Ya sé que es peligroso. Pero quizás debiste decirlo antes, ¿no crees que habría sido mejor?

–Creí que lo adivinarías. Pues bien, no se puede interferir de ninguna forma con el pasado, todo lo que pasa aquí, ya pasó en nuestro tiempo. Modificar algo nos puede meter en graves problemas.

–Debiste haberlo puesto como condición también –le comento con una mueca y las manos en la cintura.

–Eres más encantador cuando no te enojas, ¿sabías eso?

–Si me abrazas de nuevo sin avisarme te prometo que te haré a un lado –le digo rápido–. Me siento incomodo con los abrazos.

–¿Qué le paso a tu pie? –pregunta la chica a mi lado como si no hubiera escuchado mi amenaza.

Observo hacia mi otro yo, tiene una tabla debajo de la rodilla hasta el pie y con tela que la sostiene. Así era como hace trescientos años curaban a los que se rompían algo, fuera brazo o pierna y al parecer a mí me tocó lo segundo, de la rodilla hacia abajo.

–¿No recuerdas eso, cierto? –pregunta la chica.

–Hay pocas cosas que recuerdo por completo, como dijiste, poco a poco se van revelando, sólo que esto, sencillamente no puedo explicar cómo me pudo haber sucedido –respondo.

No quiero ni siquiera mirar a Primavera porque el hecho de no recordar cómo es que terminé con la pierna fracturada podría ser para ella prueba suficiente de que me lastimaban en casa. Y no quiero que ella piense eso de nuevo, me lastimó mucho que lo dijera.

De repente mi hermana corre a seguir jugando con el resto de los niños. Veo que un hombre de aspecto duro y gran tamaño se dirige al lugar donde está mi otro yo. Puede decirse por su apariencia que se parece mucho a Norte, pero no tiene esa barriga, ni la barba, sólo es muy alto y fornido normal. La chica se levanta a un lado de mí, hago lo mismo para detenerla.

–¿Qué pasa? –pregunta ella.

–No vamos a interferir con el pasado, ¿Ya se te olvido? –le recuerdo.

–Pero...

–Espera un poco. Ya recuerdo que lo he visto así –le aseguro–. No tenemos problema si nos acercamos ahora.

Mi hermana voltea en ese momento y pega un grito que alarma a mi otro yo, pero es demasiado tarde para mí. El hombre me toma por ambos brazos sosteniéndome entre los suyos y luego me acerca la mejilla izquierda a la derecha mía como si estuviera haciéndome mimos. No deja de sonreír, y mi otro yo también, me deposita en la misma piedra y luego levanta a mi hermana que ha corrido a él para que la abrace.

–Es mi padre –le digo a la chica.

Había cambiado mucho a como era cuando lo vi en el viaje anterior. En aquel tiempo tampoco era como que pudiera recordarlo muy bien, más bien algo me dijo que él era mi padre. No me parecía nada a él, ni en los ojos ni en el cabello, o complexión, solamente la altura salí bastante parecido a él.

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