Goldenshine

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Me fue bastante difícil mover a Jack de regreso a la orilla del lago, no era como que fuera demasiado pesado, todo lo contrario, era más bien debido a su altura, y el hecho de que estuviera desmayado lo que me impedía llevarlo de regreso sin arrastrarlo. ¿Qué le dieron de comer a este chico? Diecisiete años y está tan alto que da miedo.

Sin embargo no me fijé demasiado en eso, mejor me concentré en intentar alejarlo del lago lo más que pudiera, eso porque no debería haberse quedado ahí cuando su otro yo cayó. Fue una suerte que el otro Jack estuviera más concentrado en su hermana que en su entorno. Me costó mucho acomodarlo en la orilla del lago.

Mis poderes en el pasado eran limitados, pero no quería decírselo, sería como desilusionarlo tomando en cuenta que estaba confiando en mí sin conocerme demasiado bien. Cuando me dijo que había destrozado sus esperanzas, al comienzo del viaje cuando creí que sus padres no lo habían tratado bien, eso verdaderamente me hirió. Pero sabía que también me lo merecía. Él era demasiado bueno para pensar que no lo hubieran amado.

En realidad era demasiado inocente como para no amarlo. Cualquiera lo haría.

La verdad era que no tenía idea si eso de que yo realizara por mi propia cuenta el inicio del viaje funcionaría, pero él estaba tan emocionado cuando le dije que podíamos ir que sentí que no podía decir no.

Ver sus ojos azules brillando y su sonrisa alegre, era como si simplemente lo hiciera para que no le diera un no por respuesta. No podía romper su ilusión. Era como un niño. Demasiado inocente y bueno, y me daba miedo admitir que los viajes en el tiempo se me daban mal. Había ayudado a mi padre, pero siempre todo me salía horrible porque no tenía toda esa paciencia suya. Sin embargo, no quería ver a Jack triste al enterarse de que los viajes en el tiempo no eran lo mío, y más importante, llorando.

A veces él se veía como si fuera a soltarse a llorar de un momento a otro y daba terror ver sus brillantes ojos azules con lágrimas a nada de desbordarse y rodar por sus mejillas blancas.

Me quedé durante un rato perdida mirando a Jack, su cara tan perfecta, y tan dormido, más bien desmayado, de verdad le daba un aspecto más bien de paz. Era un ángel. Aunque claro que yo no había visto a uno, sin embargo me gustó pensar que si hubiera existido un ángel en la tierra, ese habría sido Jack.

Escuché a Emma asustada, corrió a buscar ayuda aunque ella sabía que ya no había nada por hacer por su hermano. Estaba muerto ya. Y ella lo sabía, pero sus sentimientos eran tan fuertes que pude sentirlos como si fueran los míos. Sus lágrimas corriendo por sus mejillas me dolieron tanto como las que Jack derramó, tanto como sus hirientes palabras y las veces en que lo vi enojado.

Ver morir a alguien a quien amas no es algo que desees con todas tus fuerzas, ella, una niña de diez años lo que menos quería era ver morir a su hermano. Del mismo modo que él tampoco querría haberla perdido, y por eso lo había hecho, por eso la había salvado como hizo.

La niña corrió colina arriba en busca de su madre y padre, la oí llamarlos mientras yo recostaba la cabeza de Jack en mis piernas. El hielo volvió a cubrir el agujero en que él cayó, haciendo que solamente quedara una marca, como una cicatriz que no se puede desvanecer. La tarde fue cayendo como las lágrimas en mis mejillas.

Había tanto sufrimiento en ese momento, había tanto remordimiento, pero también había mucho valor. El de Jack, de arriesgarse para salvar a Emma, de morir por ella. Y no sentirse herido moralmente porque lo que hizo fue algo muy bueno.

¿Empecé a preguntarme qué era real y qué era falso? Es decir si era justo lo que había ocurrido, o no lo era y podía ponerme a reclamar. ¿A quién le podría reclamar la muerte de un chico que hacía poco había cumplido diecisiete años? Fue él quien decidió salvar a Emma, fue su amor por ella lo que hizo que pensara en hacer todo lo necesario sin meditar que podría ser él quien terminara muriendo.

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