Sunset

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Es como una niña después de todo. Aunque sea inmortal, ella puede reír, y debe ser feliz. Y quizás de ese modo pueda pagarle un poco por todo lo que he hecho. Por todo lo bueno, y también por todo lo malo.

–Juguemos un poco –le digo.

Si ella, igual que yo puede ver la belleza de la nieve, entonces estoy seguro que la magia que poseo le resultará fascinante. La primera vez que me vi hacerlo me sorprendí, me pareció lo más perfecto, lo más bello, no solamente por ser poderoso, no sólo por ser tan suave.

–¿A qué quieres jugar? –pregunta.

Sé que ella tiene frío. Puedo notarlo. Pero no deja de tratar de mostrarse fuerte. Ella parece ser capaz de soportar cualquier cosa. El frío, la nieve, no le importa. Aun no sé por qué, pero lo sabré. La nieve es perfecta. Sólo hay que verlo.

–¿Por qué no vamos a que hagas más bolas de nieve para los niños? –pregunta con mucha inocencia en sus palabras–. Te puedo contar más cosas sobre nosotros. Las personas que nos conocen no nos llaman espíritus.

–¿Cómo los llaman entonces? –pregunto limpiando mis lágrimas.

Me pongo de pie y la ayudo a levantarse. Había estado tanto tiempo abrazado que ni siquiera podía recordar desde qué momento. Su abrazo es tan dulce y cálido, siento como si ya antes lo hubiera sentido. No tiene sentido. Quizás ella, al ser la Primavera estaba antes que yo naciera, y por lo mismo es probable que durante mis días como mortal hubiera sentido esto durante esa temporada. Aunque no tiene mucho sentido en realidad que relacione algo así, ella debió haber sido una niña en esos momentos.

Camino a un lado de Prim. Es de verdad muy baja de estatura pero con una gran fuerza de voluntad, con mucho más que una mirada amable y suave voz. Es de verdad sorprendente.

–Ellos nos llaman Eternos. Somos eso, seres que viven tanto que parecen eternos. Hay algunas personas que nos conocen –dice ella.

De pronto recuerdo lo que Jamie dijo sobre que su madre conocía mi nombre incluso sin saber que de verdad soy real.

–¿Son como una especie de adoradores? –pregunto.

–No exactamente. No son seguidores ni nada por el estilo. Lamas Lunares.

–¿Lunares?

–No viven en la luna, viven en el Himalaya, son algo parecido a sacerdotes de la luna. Los he visitado unas cuantas veces con mis padres. Son un tanto desesperantes, mi padre no soporta mucho tiempo estar ahí cuando quiere respuestas, hablan como si tuvieran una sola mente pero repiten las mismas cosas que dice otro aunque con diferentes palabras. No creo que te convenga ir a verlos, son pacientes, demasiado pacientes, y sumamente pacíficos. Nunca se adentrarían en una pelea, mucho menos si saben de los peligros. Pero si alguien sabe sobre la historia del Hombre de Luna, sin duda alguna son ellos –asegura Prim.

–Pero es probable que ellos sepan más sobre el Hombre de la Luna. Y quizás de por qué otra razón me eligió.

–Yo digo que fue por tu sacrificio.

–Muchas personas se sacrifican y no vuelven a la vida.

–Te quiebras la cabeza por algo así... bueno, nunca vas a poder ver lo perfecta que es tu nueva vida –dice ella.

–No importa... ¿hay más personas aparte de los Lamas Lunares? –pregunto–. Más personas que nos conozcan.

–Algunos son mucho más que eso, Storytellers –dice ella–. Cuentan historias, escriben cosas sobre nosotros y las cuentan. Así es como les llaman a ellos, y ellos nos llaman Eternos. Son muy importantes porque ellos guardan muchos secretos que ayudan, sin que nadie lo sepa, a mantener el equilibrio.

CrystallizeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora