¿Acaso las bestias también son honorables? Los dragones son feroces, poderosos entes que parecen domar a la naturaleza, inclusive son despiadados y no tienen límites al demostrarlo.
Pero, ¿tienen honor?
Podrán alardear tener el honor de ser los qu...
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Las cosas que uno es capaz de hacer por amor pueden ser muy variadas, ser simplemente un ladrón sin vergüenza que roba en vez de esforzarse por esa persona, dar un cambio por ella, etc., hasta llegar a perder la vida. Esta es la historia de Ramlah, un Trapinch desdichado que ha sido exiliado de su aldea, el único lugar donde podría sobrevivir pero ahora que está tan lejos de ese lugar, su vida está balanceándose de un lado a otro sin un ritmo fijo.
Ramlah, como todo habitante de la aldea de Wawel, tenía una vida algo complicada. El hecho de ser huérfano, tímido, muy dócil, y sobre todo, el hecho de no ser un tipo dragón le daba la oportunidad a cualquiera de los habitantes para aprovecharse del pobre y desdichado Ramlah. Ante esto, el pequeño Ramlah siempre trataba de ser positivo, sobrellevar su vida le costaba pero de todas formas, prefería todo eso y no sobrevivir al mundo exterior que estaba fuera de la aldea; sabía muy bien que no duraría ni un día. Además de que no respetaría el sacrificio de sus padres de traerlo, casi desfalleciendo ambos por las heridas que fueron causadas por el ataque de una aldea enemiga, y dejarlo a merced del consejo de Wawel. Él solo era un recién nacido en esa época, no recordar nada le parecía mejor que vivir con recuerdos de tormento grabados en su mente.
Desde el día en que llegó, los jefes del consejo de Wawel le habían dado el visto malo, para ellos era una pérdida de tiempo, recursos y espacio el tener que proteger a un Trapinch como Ramlah, y más aún viendo que a pesar de ser un recién nacido no tenía las suficientes características que le otorgarán al menos una pizca de clemencia por parte del consejo en general; todos ellos menos el jefe de la aldea el cual era Sirrush, un Garchomp que pese a su puesto era más joven que algunos jefes del consejo. Es por esto, que a pesar de las negaciones por parte del consejo, el pequeño Ramlah pudo establecerse en Wawel, ya que era la decisión definitiva de Sirrush el que fuera un habitante más.
El que se encargaría se los cuidados del pequeño Ramlah, sería el hermano mayor de Sirrush; Tiamat, el cual era un Gabite que era muy maduro para su edad. No se desarrolló algo especial entre ambos, solo que tenían respeto el uno al otro, pocas veces jugaba Tiamat con el pequeño, pero disfrutaba de ello. En realidad, Tiamat era un poco más bondadoso que su hermano, aunque su personalidad era bastante fría pero aún así era bastante reconocido y muy admirado en la aldea.
Wawel en palabras simples era una aldea de tamaño considerable, contaba con más de cuarenta hogares, cada uno hecho por los habitantes de antaño y sus descendientes en conjunto, cada vez se hacía más grande la aldea donde se estableció el legendario guerrero dragón, Wawel el feroz, ya que se dice que durante la guerra Wawel destacó como un guerrero formidable, un orgullo para todos los dragones en general. La leyenda que los más longevos cuentan es que hace mucho tiempo atrás hubo una guerra en toda la región, donde los Pokémon dragón tomaron mucho protagonismo por ser las bestias que eran. No se recuerda en realidad como estaban divididos los bandos, solo que Wawel había perdido su hogar, familia y amigos por la desgracia de la guerra. Pero eso no lo detuvo, después de huir del lugar dónde se había suscitado un fatal combate final, Wawel caminó sin rumbo durante más de tres días, sin dormir ni mucho menos haber comido, solo el agua le daba la fuerza para continuar. Llegó a un valle tras esos tres largos días. Las colinas y el algo pequeño pero constante río de agua cristalina le daban un toque de majestuosidad que era difícil de describir para el asombrado guerrero. Pronto se dio cuenta de que justo detrás de él, se encontraba un compañero suyo, y esté le comentó que muchos dragones más habían sobrevivido, afortunadamente para ellos habían llegado al edén, el paraíso para cualquier ser vivo, en este caso los imponentes Pokémon de tipo dragón.
Wawel, el cual hay que mencionar que era un Garchomp, usó sus dotes de fuerza y resistencia para ayudar a sus compañeros a llegar a la maravilla de hogar que había encontrado. Ya con todos en aquel lugar, buscaron refugio y algo de comida, las especies que habitaban ahí eran suficientes para saciar su hambre, y ni que hablar de las abundantes bayas de gran variedad que se encontraban en los lugares arbolados del valle, y el agua de gran frescura que circulaba en el río. Un día, después de ya varias semanas de haberse quedado en el valle, Wawel había subido una colina bastante alta, en ella hablaba hacia sus compañeros que habían vivido la crueldad de la guerra junto a él. En su discurso, les hizo la promesa de llevar las tierras que ahora eran no solo de él, sino de todos sus compañeros y aquellos dragones de buen corazón y con alto espíritu de guerrero, al ser Wawel el primero en hallar tal edén, se encargaría de hacer que no perdiera su esplendor mientras sus descendientes existieran. Y con un gran rugido reclamó la tierra, aquel paraíso para su especie. Y aún en nuestros días, las tierras de Wawel siguen teniendo su encanto, su magia y poder. Ya que sus descendientes, aún las habitaban, Sirrush y Tiamat eran aquellos descendientes, su familia se encargaba totalmente de preservar las tierras de Wawel.
En Wawel, debías de tener habilidad para combatir, incluso desde pequeños y de no ser así estarías deshonrando a Wawel y su sacrificio para llegar a las tierras que nombró el y su tropa en su honor, el honor que debe de tener un dragón. Lastimosamente, el pequeño Ramlah no era lo bastante bueno como para honrar a esta figura de leyenda, por tal razón se ganó el odio y desprecio de muchos, y aumento el de quienes lo rechazaban desde que era un recién nacido. Su voz chillona, su torpe y lento caminar le hacían la presa perfecta de burlas. Pero al menos tenía la protección de la aldea, y de Tiamat quién era como la única familia que tenía a pesar de ser frío, pero le tenía respeto a Ramlah, pues a pesar de ser clasificado como débil, una vergüenza y más, sabía que solo era un Trapinch el cual no tenía mucha suerte.
En la aldea, el honor del dragón es lo que vuelve totalmente a un dragón, uno autentico. Una ley, una regla y norma que debe de ser respetada por todos los habitantes de Wawel. Aún siendo un simple habitante más que descansaba en la aldea, debías mostrar honor en la forma más recta. Pero para Ramlah, el no ser dragón, solo hacía que no fuera siquiera tomado en cuenta. Y así sería su vida si no lograba llegar a evolucionar, cosa casi imposible para un huérfano, tímido, algo torpe y dócil Trapinch. Ganar algún combate era un milagro para Ramlah, pero pronto, llegarían sucesos que marcarían la vida del ahora pequeño Ramlah.