Edimburgo, ciudad de ocultismo y misterio. Encandilas a los más románticos y a los más desventurados. Ciudad que seguirá viendo a través de sus viejos edificios cómo vamos pereciendo y dejando paso a nueva vida.
Algo quedó allí oculto. Quizás un sentimiento encontrado o simplemente la angustia entre pasadizos de piedra. Un lugar lleno de misterio que atrae a las grandes masas pero solo una pequeña parte de ellas descubre el secreto que guarda en sus entrañas.
Es historia, es dolor, es agonía y es un clamor. Una secta asoma por cada uno de los resquicios de aquellos edificios. La masonería grita en cada rincón arquitectónico más solo los que miran con atención son capaces de escuchar su canción. Jarrones conmemorativos en las tumbas de aquellos que fueron grandes figuras de la logia presumen en cementerios y en lo alto de la colina. Secuencias de números incesantes en cada pared, 3, 6, 9, invitan a descubrir más, a seguir ese rastro creado siglos atrás y que todavía está vigente.
Ciudad de piedra en la que todavía se oyen las historias de vidas pasadas. Calles estrechas por las que antaño corrían ríos de sangre y hedor. Adoquines desgastados que conducen a una imponente catedral donde santos y profetas fueron a parar. ¡Qué grandiosa casa de Dios! Donde los ricos celebraban algo más que ritos religiosos y los pobres esperaban en las colosales puertas una triste donación.
Parques cerrados al anochecer mientras los cementerios tienen sus puertas abiertas para poder ver el amanecer. Los muertos descansan entre turistas y mirones. Las maldiciones y los fantasmas están a la orden del día. Tumbas y panteones centenarios siguen en pie. Nombres antiguos de los que solo se pueden imaginar sus efímeras vidas.
Ambiente frío y húmedo que al respirar se impregna en los pulmones. Un escalofrío recorre el cuerpo al entrar en un callejón. Puertas pequeñas y estrechas donde más de uno perdió la vida. Historias de pestes, enfermedades y penurias. Todo eso bajo nuestros pies. Catacumbas que congelan el tiempo. Volver a una época lejana donde la muerte estaba a la orden del día.
¿Qué es esa sensación? Una suave caricia me atusa el cabello. Detrás de mí no hay nadie. Nadie que yo pueda ver. Otra vez esa caricia. No puedo quedarme parada hay que seguir. De pronto una angustia recorre mi cuerpo. Las historias del pasado toman forma en el presente. Nos hablan. Nos buscan y piden ayuda.
No puedo ayudarte. A cada paso que doy la angustia se cierne más sobre mí. Mi raciocinio se divide en dos. Una parte insiste en olvidar lo sucedido. La otra tira de mí para volver a aquel punto. "Vuelve, te lo has dejado olvidado.Tienes que volver y cogerlo." ¿Coger qué? No lo sé. Lo único que sé con certeza es que tengo que volver. Allí hay alguien que me necesita para que me lleve algo.
Salgo definitivamente de ese espeluznante lugar. Las lágrimas brotan de mis ojos y la angustia se hace más certera. Llorar sin razón aparente. Necesito volver y no sé cómo. Las malas jugadas del pasado necesitan ser arregladas. Necesitan que los vivos acaben la misión.
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El rincón de los gatos negros
KurzgeschichtenMás de 30 relatos cortos esperan a ser leídos por un apasionado de la literatura y del arte de lo lúgubre. Cada una de las historias es distinta a la anterior. Amor, soledad, muerte y crueldad son muchas de las preocupaciones del ser humano que se e...