El rincón de los gatos negros

Talania

El suave susurro del viento entre los árboles me hace recordar su voz. El tacto de las hojas me recuerda a su tersa piel pálida. Los últimos rayos de sol me evocan a esos largos cabellos cobrizos.

Solo me queda tu recuerdo. Parece que fue ayer cuando hablábamos cerca del río Saja. Cuando disfrutábamos el uno del otro y reíamos. Recuerdo que éramos felices. Tú estabas siempre sonriendo.

Ahora camino solo por los senderos del bosque. Caminos por los que correteabas y contoneabas tus caderas. Recuerdo esos momentos a la perfección. Recuerdo cómo se movía tu vestido al son de un ritmo musical imaginario. Recuerdo cómo bailabas en la celebración de la primavera ante una hoguera y cómo abrazabas la estela cántabra.

Sé que me buscabas con la mirada en la aldea con esos ojos verdes más vivos que el propio campo. Sé que querías que te siguiese y que tuviésemos uno de nuestros encuentros clandestinos en el bosque. Ahí, cerca de la pequeña cascada. Donde unos arbustos nos escondían del mundo real y nos trasladaban a nuestro pequeño paraíso.

Querida Talania, amada mía, nunca podré vivir en paz después de lo que te pasó. Para mí no habrá descanso en esta vida. Los bosques ya no son tan verdes, las flores no florecen, el río no lleva tanta agua como antes. Solo cuento los días para volver a reunirme contigo.

Conseguí vengarte. Acabé con el responsable de tu muerte pero no obtuve paz. Mis demonios me atormentan, me persiguen allá donde voy. Los habitantes del pueblo también me culpan por no haber estado en el lugar y en el momento indicado aquella fatídica noche. Íbamos a escaparnos juntos. A comenzar una nueva vida lejos de aquí pero en cuestión de minutos nuestro futuro se vio truncado. Ahora tú estas muerta y yo sigo en este mundo como un alma en pena esperando mi amargo final.

¿Cuándo me llevarás contigo amada Talania?¿Durante cuánto tiempo debo seguir aguantando en la más perturbadora de las soledades?