Una realidad diferente

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Son la 1:35 de la noche. Acabo de salir del cine con unas amigas. Todas salimos aterrorizadas por la escalofriante película que vimos. Intentamos hacer bromas entre nosotras mientras esperamos a que venga a buscar a dos de ellas en coche sus respectivas parejas. Entre risas comentamos la peli y nos empujamos las unas a las otras. Así se nos pasa el tiempo hasta que, por fin, dos de las chicas se han ido. Solo quedamos Amelie y yo. La pregunto que si quiere que la acerque a casa pero me dice que no. En verdad vive muy cerca del centro comercial en el que estamos así que decide irse caminando.

No me queda más remedio que regresar dentro del edificio para ir a por mi coche que está en el parking subterráneo. Dentro casi todo está oscuro. Solo hay luz en el pasillo que conduce al cine y en la parte de los ascensores. Me acerco y pulso el botón para llamar al ascensor. La verdad es que meda un poco de miedo estar sola y con tan poca luz. Y más después de haber visto una película de miedo.

Por fin se abren las puertas y entro. Pulso el botón de -2 y espero a que baje mientras suena una musiquita. Cuando llego a mi destino veo un parking enorme y a la vez vacío. Casi no hay luz y algunos de los fluorescentes están parpadeando. Pienso: "no te pongas nerviosa no va a pasar nada malo. Tú solo dirígete al coche y sal pitando de aquí."

Comienzo a caminar lo más rápido que puedo con los tacones. Estos hacen mucho ruido y resuena por todo el aparcamiento. Genial, si alguien me está esperando para matarme lo tiene muy fácil. Solo me falta llevar un cartelito que ponga"próxima víctima aquí". Mientras ando miro por el rabillo del ojo a los lados comprobando que no hay nadie.

De repente me percato de que mi coche no está en la plaza número 712. Juraría que lo había dejado ahí.Me pongo cada vez más nerviosa. No sé a dónde ir ni a quién pedir ayuda. Solo se me ocurre darme la vuelta para buscar el coche con la mirada. En vez de eso me encuentro a un hombre encapuchado a unos quince metros de mí. Es un hombre grande y parece fuerte. Está totalmente tranquilo mientras yo, por el contrario, noto como se me aceleran cada vez más los latidos del corazón. No sé si desmayarme, gritar o salir corriendo. Estoy totalmente en blanco y delo único que estoy segura es de que estoy aterrorizada.

En cuestión de segundo mis piernas consiguen reaccionar y empiezo a correr como nunca antes lo había hecho. Un subidón de adrenalina corrió por mis venas. Mientras emprendía mi huida oía los agigantados pasos del individuo que me estaba persiguiendo. "Corre más" me dije a mí misma. Sorteé unas cuantas columnas hasta que por fin vi mi coche. Miré hacia atrás y el misterioso hombre estaba ganando terreno. Me apresuré a abrir las puertas con el mando a distancia de las llaves y me metí dentro de él. Lo primero que hice fue poner el seguro a las dos puertas del coche para que el individuo no pudiese entrar. A los pocos segundos él estaba aporreando las ventanas del vehículo.

Menos mal que al primer intento conseguí arrancar y pisé el acelerador hasta el fondo. Las ruedas hicieron un estridente sonido pero me dio igual, era cuestión de vida o muerte. Miré atentamente por el retrovisor al acosador que dejé atrás pero que comenzó a correr intentando alcanzarme. No podía dejar de mirarle mientras salía del parking pero nada más salir de este mire al frente y no me dio tiempo a reaccionar. Otro encapuchado se abalanzó contra el vehículo y me hizo perder el control de este hasta que acabé en el río.

Me puse muy nerviosa porque no sabía cómo podía abrir la puerta debajo del agua. Comencé a notar que el oxígeno de mis pulmones se escapaba y no podía renovarlo. Intenté romper la luna delantera con los puños pero fue imposible. En poco tiempo mi vista se nubló y todo se volvió negro.

- O sea que.... ¿eso es lo que crees que pasó? ¿En serio?- Le dice la psiquiatra a la paciente que está sentada en una esquina de una blanca habitación.

La chica la mira y con una sonrisa picarona dice:

- Sí doctora. Y sigue viniendo a verme ese hombre encapuchado a esta celda en la que me habéis metido.- Responde la joven que está atada con una camisa de fuerza.

- Querida, mataste a tus amigas al salir del cine, las descuartizaste y las metiste en el maletero. Y por algún misterio de la vida perdiste el control del coche y apareciste en el río.

- Oh vaya. Sí que tenemos visiones muy distintas de la realidad doctora.

- ¿Tú crees?

- Sí. De hecho creo que es usted la que debería estar aquí encerrada.- Dijo la joven con una sonrisa.

La psiquiatra cerró su cuaderno, apagó la grabadora y cerró la puerta de la celda 374.

El rincón de los gatos negrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora