Capitulo 23

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Chasqueo la lengua mirando mi alrededor, hombres ebrios, mujeres hablando, mi mejor amigo esta ebrio a más no poder, se quedo dormido en una silla, llevamos horas aquí bebiendo grandes cantidades de alcohol, por suerte aun no estoy ebrio

Estefanía se me acerca con el ceño levemente fruncido, ya se quiere ir, eso lo sé, pero tristemente no podemos, si me voy me ganare demasiados problemas, tan solo suspiro y nos sentamos

Varios hombres se han ido a las habitaciones con las mujeres estériles que el cuartel tiene para nuestro placer, cosa que no me importa, ahora lo que me importa es que todo siga como va, tranquilo sin que nadie sepa nada de lo que pasa en mi casa

-¿Quieres bailar? – le pregunto a Estefanía

Ella sonríe tomando mi mano, nos levantamos, comenzamos a bailar lentamente, de la nada la música cambia a una salsa rápida, bailamos tranquilamente al son de la música, me encanta con baila, somos los único en la pista de baile, lo que significa que podemos bailar con total libertad

Le doy un giro y quedamos frente a frente sin espacio que nos separe, nuestra respiración es agitada, nos sobresaltamos al escuchar unos aplausos, ella se sonroja, todos nos miran, nos separamos

-No sabía que bailaras tan bien – me dice un general de rango plata

-Con la mujer adecuada es fácil – le digo con una sonrisa, ríe

Los hombres caen dormidos, Estefanía se está quedando dormida sentada en una silla, me le acerco, la cargo, son como las dos de la madrugada, subo a una de las habitaciones, cierro la puerta con el pie

La acuesto en la cama con cuidado de no despertarla, le quito esos estúpidos tacones, ella se remueve en la cama acomodándose, me quito el saco y los zapatos, tan solo quiero dormir un rato, me siento cansado

Me acuesto a su lado, me está dando la espalda, cierro los ojos abrazándola, se comienza a mover, abro levemente los ojos encontrándome su rostro rente al mío, sonrió, cayendo dormido, me siento que no despertare muy pronto

-¡Déjalo! – se escucha un grito desesperado

Miro a una mujer, está llorando toda golpeada, no logro reconocer su rostro por tanto golpes, ella cae de rodillas mientras se escuchan unos golpes y un quejido de dolor, volteo siguiendo la mirada de esa mujer, me paralizo al instante

Es un hombre de cabello de un castaño muy oscuro casi negro, ojos cafés, piel blanca, mi padre, está golpeando a un niño de unos doce años de edad que ya se encuentra inconsciente, el cabello rubio de este tiene sangre, su piel blanca está muy maltratada, abre un poco los ojos dando a entender que sigue consiente

-¡No lo mates! – grita la mujer – ¡Es tu hijo! – mi padre pará – Es el único hijo que nos queda, por favor Alejandro, no lo mates – dice la mujer entre llantos

Mi padre lo suelta dejándolo caer de golpe, se va como si nada, esa mujer, ese cabello rubio, esos ojos esmeraldas hinchados... Es mi madre, eso significa que ese chico, ya recuerdo, esa fue una de las tantas veces que casi muero, sonrió, aun recuerdo el dolor que sentía

El suelo se abre haciéndome caer, eso fue lo que sentí cuando termine de perder la conciencia, miro mi alrededor tranquilamente, no recordaba, mi cerebro lo había bloqueado, cierro los ojos, ¿Por qué estoy recordando todo esto?... Debe ser una mala jugada del destino o de mi cerebro

Siento como unas manos me rodea quitándome el oxigeno, esta presencia es algo que no me agrada en nada

Despierto de golpee sentándome, estoy sudando demasiado, mi respiración esta agitada, siento una mano en mi hombro, miro de reojo preocupado, Estefanía me está mirando, se denota temor en sus ojos

La mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora