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Las cadenas ya no están irrumpiendo mis movimientos,después de arreglar la casa para habitarla me soltó, las ventanas son antibalas, las puertas están bloqueadas por un seguro que se abre por una tarjeta que sólo porta quienes tienen derecho a acceder a la casa, hay cámaras en la sala, en  los cuartos y en unos doce metros a la redonda. Tengo libertad en el baño, sin embargo no puedo durar más de una hora. Si es un baño con la puerta abierta, si es una necesidad me da la oportunidad de cerrarla. 

Me trae libros cada vez que sale para que no me aburra y me da la comida que quiero, incluso la muchacha de la limpieza; China, es muy buena conmigo y platicamos un poco, le es fiel y no me ha ayudado a salir, pero me hizo el favor de no decirle que se lo rogué por mucho tiempo. 

Se ha vuelto de una manera cómoda vivir en esta casa, Chris vive en esta casa junto a nosotros, aveces juega conmigo Jenga o Twister, o a las escondidas. Como niños pequeños.

Realmente creo que podría acostumbrarme, me siento cómoda sentirme emocionada al jugar, una infancia nunca antes vivida. 

— ¡Monet! ¡He traído lo que me haz pedido! —escucho el grito de Chris, emocionada grito un alto "voy". Hago mi intento por ver si no viene nadie, me levanto del baño de burbujas, alcanzo mi bata, me la pongo. En puntitas camino hasta mi ropa doblada encima del váter. 

Me seco rápido, me pongo mi ropa interior y un vestido amarillo con girasoles de estampado, es de una tela tan ligera y bonita. Cepillo mi pelo, unto un poco de desodorante en mis axilas y un poco de perfume en mi pecho, corro descalza por el reluciente piso.  Gracias a mi recuperación rápida en las heridas de mis pantorrillas me siento en excelentes condiciones como para correr.

— ¿EL LIBRO QUE QUERÍA? —pregunto alto con emoción. 

— ¡Mejor! ¡Los productos para pintar! —exclama mientras deja una bolsa negra en la mesa cafetera de la sala, termino de bajar para brincar en mi lugar, abro la bolsa y me encuentro con hojas gruesas de algodón, acuarelas, lápices, colores, pinturas de aceite y muchas cosas más. Sonrío tan grande que mis mejillas se entumen. —Te los manda Lounie, dijo que iba a volver para la hora de cenar. ¡Ah! También dice que le mandes un beso, que te extraña mucho. —frunzo mi ceño ante lo último dicho, eso nunca antes me lo ha dicho. Bueno en esta semana de estadía, no.

—¿Cómo?

—Las cámaras están vinculadas con su teléfono y laptop, puedes mandarle saludos por cualquiera de ellas. —sonríe algo incómodo. Asiento de la misma manera que él. Una cosa es aceptar sus besos y otra mandárselos por cámara. 

Me levanto, hago rápido el movimiento de un beso y saludo con mi mano, mostrando la alegría de mis regalos, pero a la vez una incomodidad al hacer eso.  

Nunca en mi vida había tenido algo tan fácil.

Tomo asiento en el suelo junto a la mesa para estar a su altura, comienzo a sacar los artículos y los esparzo en la mesa, los acomodo por tamaño y los divido.

—¿Quieres probarlos? —me pregunta con suavidad mientras toma asiento frente a mí, asiento frenéticamente. —¿Qué quieres pintar? —me pregunta mientras se acomoda en el suelo, abraza una de sus piernas esperando por una respuesta. 

—Una paisaje, ¿Puedo salir a pintarlo? —pregunto tímida, tuerce los labios, saca su celular y teclea un poco, luego lo pega a su mejilla.

Lounie, Monet quiere probar sus regalos, quiere pintar afuera. . . Está bien. . . ¿Dónde está? . . . Está bien, gracias. Te la pasaré. —me sonríe asintiendo, me da el teléfono, se levanta para ir por algo. 

Hola.

¿Te gustaron tus regalos, corazón? —pregunta feliz, siento su sonrisa por el teléfono, mis comisuras se alzan.

¡Sí! ¡Me encantaron! 

Si sigues portándote así de bien llegarán más regalos. Te amo. —de fondo se escuchan voces ininteligibles, golpes y demás. 

Me portaré muy bien, gracias por dejarme salir. —dejo al aire el "Te amo", sin embargo no lo pasa por alto y me reprende.

Dímelo, corazón, sé buena niña. 

Te. . . amo. —suelto, muerdo mi labio. 

Deja de morder tu labio que me provocas, estoy demasiado lejos, pero si fuera por mí ya estuviera yendo a casa de inmediato. —un risa ronca brota de su garganta. 

Suelto mi labio, mis mejillas se tiñen de rojo, trato de evitar que la cámara grave mi rostro. 

Perdón, Lounie. . .

¿Cómo me debes de llamar? 

¿Amor? —hace un sonido de negación. —¿Mi vida? —lo vuelve a hacer. —¿Papi? —esta vez mi pregunta fue un poco más confundida, me dijo que lo llamara de varias maneras, pero esta sólo fue una vez y no recuerdo para qué me la dijo.

Así es, pequeña. Dímelo una vez más. —sonó más lascivo y con superioridad. Para complacerlo lo volví a repetir más suave.

Perdón, papi. Nos vemos. . .

Iré a casa en la noche, o tal vez llegue en la mañana. Te amo, pequeña. —cuelga, un suspiro sale de mí, alejo el celular. Una comezón de nervios comienza en mi brazo, así que no temo en dañarme al rascarme.

—He llegado, vamos. 

Volteo a verlo, tiene una cadena y un collarín, suspiro triste al saber dónde me lo va a poner, y lo degradante y humillante que será. Se acerca a mí, con vergüenza abre el collarín de metal, levanto mi pelo. Lo pone con mucho cuidado y lo abrocha. 

Toma la cadena, con mis cosas en la bolsa de nuevo salimos afuera, en el jardín enrejado, hay una mesa para tomar el desayuno, nos sentamos en sus sillas. Dejando de lado la cadena que trae en su mano se sienta junto conmigo. 

En largos minutos de meditación, mientras usa su celular, me pongo a hacer el boceto, él sentado con la cadena en su mano y el celular, el hermoso paisaje de los árboles de otoño, casi sin nada de follaje más que las hojas secas, llenando el piso de ellas y el suave enrejado del medio de la visión. 

Cuando empiezo a pintar, elimino la reja, la cadena se vuelve un maraña de flores, el celular se vuelve una calavera y la mesa se llena de libros. 

Unas horas después, lo que eran limitaciones se volvió en un camino libre.

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hello, chicas, ya le he agarrado una idea a la historia, creo que si estamos de suerte, publico otro hoy mismo. 

VA A AGARRA SENTIDO!!!

Espero que aún tenga internet, ya que tal vez me lo corten, pero a darle mientras se pueda. 

all love eva, xxx

Sharing Lives → Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora