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Después de que George asintiera Moira se cohibió más, le dio una bofetada a su marido "perfecto" y se levantó con rapidez aquel regazo. Justin se levanta lento y camina hasta la puerta, la mujer le sigue temblando en nervios.

Con un paso un poco más rápido toma su rumbo bajando las escaleras hasta el gran pasillo donde hay más escaleras y cuartos repartidos a lo largo, camina hasta la primera puerta a la derecha -la única a ese lado- para abrirla de un jalón.

Moira baja corriendo casi cayéndose por sus tacones altos, al entrar en la habitación su vista se enfocó en el cuerpo rodeado de sangre, el rostro de su hija está pálido con unos hematomas púrpuras de los golpes de el hijo menor de los Bieber, su pecho se mueve suavemente en una lenta respiración, la herida de su pierna se ve terrible, de un color negro y rojo, ha pasado una hora acá abajo, la tela con que hizo el torniquete está abierta a sus costados con mucha sangre, se la quitó cuando empezó a sentir que estaba pegándose a su carne viva y le había empezado a arder en signos de una posible infección.

—¡Oh mi hija!.—chilla echándose en su dirección, Justin con dificultad camina también a su dirección ya que la culpabilidad lo empieza a comer. 

Este se pone del otro lado de Monet para curarla mientras su madre chilla para que despierte, viendo que no tiene nada se acerca hasta el lugar donde posan las cosas de tortura, busca un botiquín que tienen por ahí por si pasa un accidente. 

[...]

Monet Strain

Siento como la luz molesta en mis párpados, estoy recuperando la consciencia y el dolor explota en mí al moverme un poco, siento la comodidad de una cama bajo mí, abro mis ojos sin pensarlo, la luz me ciega y me hace doler fuertemente la cabeza, veo a mi alrededor con rapidez ignorando mi dolor. 

Estoy en una de las habitaciones de huéspedes, suspiro agradeciendo que no pudieron entrar a mi habitación a dejarme, o al menos quiero pensar que no pudieron, mi habitación es mi santuario, nadie ha entrado ahí desde que me lo cedieron a mí sacándome del armario de limpieza a mis 10 años.

Sí, mi cuarto desde bebé era el cuarto de limpieza, era muy pequeño, lo único que había ahí era mi cuna cuando era bebé, cuando cumplí cuatro me compraron una cama de madera pequeña, esa cama tuve hasta mis 10 años, recuerdo que dormía con los pies fuera de la cama gracias a mi crecimiento, mido 1.59 ahora pero la cama era de 1.20. Era muy pequeña de niña.

Mi ropa siempre estaba bajo la cama cuando dormía en aquel cuarto, me bañaba en el pequeño baño donde había un grifo oxidado, no lo alcanzaba y tenía que encaramarme en un balde que usaban para la mopa.

Salía de mi cuarto a la hora de alimentarme, comía todo lo necesario para estar sana y no ser un estorbo asqueroso que escupe bacterias. 

Controlando mi dolor me levanto de la cama cojeando, tengo entumida la pierna por el dolor, siento como si mi pierna no estuviera del todo, siento como si de verdad me la hubiera cortado.

Salgo de la habitación, lo bueno que estoy en el tercer piso donde se encuentra mi habitación, aprieto mi mandíbula por el dolor, cojeo a mi santuario con rapidez, al estar parada frente a mi puerta meto mi mano bajo el suéter de Zayn, escabullo mi mano bajo mi sostén y bajo mi seno derecho tengo pegada con cinta mis dos llaves. El único lugar donde están seguras. 

Abro las cuatro cerraduras de mi cuarto con la misma llave, cierro tras de mí las mismas cerraduras y pongo el seguro que se le da una vuelta y la cadena.

Mi cuarto es de color blanco con un lila muy suave casi blanco, en las esquinas de las paredes hay unas delicadas lavandas que pinté al haberme mudado, se me da muy bien pintar/dibujar.

Tengo un sofá grande de cuero blanco, hay uno individual del mismo color, mi habitación es enorme que cabe una sala entera, el sofá está situado enfrente del televisor gigante en la pared, tengo un escritorio blanco con algunos cuadernos regados donde escribo mucho, también cuadernos donde dibujo y pinto. En dos estantes integrados a el escritorio posan mis cajas de colores, plumones, plumas, acuarelas y pinturas de aceite. Me costó demasiado conseguir todo lo que tengo, invertí muchos miles que gané con Jeremy. Él sí me paga en cada misión que hago, George ni siquiera me ve a la hora de entregar los fajos de billetes. 

Tengo una cama enorme, duermo en el centro y me siento como un gato muy pequeño, sobre mi cama está mi laptop junto mi bocina, en la mañana estaba viendo una serie en la cama.  En el centro de la habitación cuelga un candelabro con una luz blanca muy libre, el las paredes hay unas cuatro lámparas amarillas para cuando oscurece den un toque cálido. 

Camino hasta mi biblioteca, es pequeña de color blanca con dorado, con un techo muy alto así que son de dos pisos por así decir, como la de la bella y la bestia, hay un balcón en la pura esquina, es la esquina del tercer piso y da una increíble vista al bosque y las bodegas donde George mete la mercancía. En el centro de esta hay dos grandes telas colgadas que llegan al suelo, son para entretenerme, me trepo en ellas y me muevo al son de la música, cuando estoy en lo alto dando vueltas o cayendo -antes de llegar cerca del suelo logro equilibrarme entre ellas para no caer- me siento libre, con vida. 

Creo que no podré montarme hasta que mi herida cierre o hasta que deje de sentir dolor... ¿Desde cuándo me importa mi dolor?

Veo mi herida, me doy cuenta que los pantalones han sido cortados y vueltos un short, mi muslo está vendado con bastante limpieza.  Al menos no siente ese dolor que provoca cuando las bacterias comienzan a entrar en tu torrente sanguíneo. 

Regreso corriendo como puedo por mi bocina y mi celular que dejé esta mañana en uno de mis cajones de uno de mis mesitas de noches. Con una sonrisa me devuelvo a mi habitación, pongo Runaway de AURORA, con mi herida punzando camino al centro con las manos vacías ya que dejé la bocina con volumen alto y mi celular en un sofá donde me siento a leer. 

Me trepo con cuidado, gracias a ser delgada y el ejercicio que hago me mantengo sin mucho esfuerzo, subo y subo hasta estar rozando el techo, veo hacia abajo... Las alturas eran uno de mis miedos hasta que George me tiró tantas veces del tercer piso a la piscina, me dí tantos golpes al golpearme con el fondo de la piscina que creí que moriría, también cuando hacía eso para curar mi miedo a las alturas me enseñaba a nadar, pude haber muerto de tanta agua que tomé, pero no morí porque Jaxon me sacaba mientras Justin miraba como casi moría con diversión pensando que era divertido. Acababa todo hasta que sangraba y no podía más, mi nariz sangraba tanto después de tanto golpes con el fondo de la piscina y porque aveces caía de cara... Era una niña. 

Recuerdo que me dolía mucho el pecho en el momento que sentía que caía, el miedo que brotaba de mis ojos, de mis gritos. Superé -o mejor decir, empecé a ignorar- mis miedos, el dolor, las alturas, el agua y el sentimiento de asfixia. Sabía que si no lo superaba o ignoraba iba a continuar hasta matarme o romperme algo. 

Me muevo en el aire con el ritmo de la música, cierro mis ojos y no me dejo ir muy abajo, enredo mi pierna buena en un tramo y me dejo ir, la seda pasa por mi piel con suavidad, sin quemarme porque no la apreté.

Al sentir cerca el suelo frío aprieto mis manos en la tela alcanzando a detenerme en seco. Abro mis ojos, estoy a menos de un metro del suelo, saco mi pierna de donde la tenía, con ambas piernas duras y una ardiendo de dolor subo y me muevo conforme la música.

Siento la libertad envolverme conforme el movimiento hace mover mi pelo y sentir una brisa al caer.

Este es mi santuario y no lo cambiaría por nada.

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  Me encanta ese tipo de danza en el aire que hacen algunas bailarinas, por eso lo integre aquí, espero y les guste el capítulo preciosas.

All Love Eva, xx


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