14.

633 43 7
                                    

Veo su auto negro venir a una velocidad alta por la carretera vacía, suspiro sintiendo el dolor de mi cuerpo esparcirse por todo mi cuerpo. Fue una simple bala pero siento que me fuera atropellado un camión; debe ser por la pérdida de sangre y la tensión que apliqué en todo mi cuerpo durante el dolor. 

Levanto mi mano para que me vea, el auto al estar a mi lado para en seco, se abre la puerta bajando un Zayn con una mueca confundida y preocupada. 

—¡¿Qué te pasó?!.—pregunta exaltado, suspiro caminando a la puerta del copiloto.—¿¡Y esa sangre!?.—pregunta por la de mis manos y la de mis, ve mi venda en mi mano.

  —Te lo contaré cuando estemos en un lugar seguro, ¿Crees que me podrías llevar a aquel lugar donde me llevaste la última vez? Realmente no quiero ir a casa.— menciono sin verlo, mi mirada está en el reflejo del capó donde se ve el cielo y la copa de los árboles. 

—Claro, te llevaré y si quieres puedes quedarte a dormir.— dice corriendo a abrirme la puerta que estaba por abrir, mis movimientos lentos me evitaron que fuera yo la quien hace mis propias cosas. Suspiro de nuevo sintiendo una extraña sensación en mí. Me agradó la idea de que me ayudara en estos momentos donde sé que mi estado está apunto de empeorar; es extraño ya que no me gusta, incluso lo repugno, que alguien haga algo por mí y me hagan saber que soy una débil inservible, no dejé que nadie lo hiciera por mí en mi vida, nada más cuando lo hicieron porque estaba inconsciente. 

Subo sin decir nada, sé que debí agradecerle pero sencillamente estoy un poco rara ante el nuevo sentimiento hacia algo completamente aborrecido. 

 [...]

Salgo del baño completamente limpia con las heridas a la vista y sangrando levemente, después de contarle en el camino a Zayn todo lo sucedido y mis maldito sentimientos haciéndome ver como una estúpida me ofreció su ayuda, me pidió que cuando saliera de ducharme fuera hacia él con su bóxer y mi sostén deportivo. No me importa salir así, luce como la ropa que uso para entrenar. Camino rápido hasta la cama del moreno donde se encuentra con todo lo necesario para curarme, me siento en la orilla; con cuidado toma mis hombros y me jala un poco más arriba para acostarme, mi cabeza toca la almohada, sentir esta comodidad me dan ganas de dormir.

Un gemido de placer sale sin querer de mis labios, mis huesos se relajan un poco entre este algodón. 

Zayn ríe un poco haciéndome sonrojar... Sonrojar. 

Sólo me sonrojaba del dolor, ahora lo hice por pena a que él me escuchara y no exactamente porque me escuchara reaccionar a algo que el ser humano hace si no porque sonó de una manera sexual. 

Para evadir aquello le pongo mi mano que no ha visto, un jadeo sale de sus labios, ve con impresión la herida que se puede ver través de esta. La toma con cuidado, rápido comienza a actuar, usa alcohol, algodón, ungüento, gasas y vendas para cubrirla y impedir que continúe con su desangrado. No la puede coser porque no hay carne que cerrar, básicamente no podría porque no hay carne que sostenga la costura de la piel que se estiraría demasiado. Realmente no se hubiera podido ni coser ya que como en piel que no es muy elástica, se fuera roto y sería más doloroso que la herida de bala. 

Cuando acaba con mi mano ve la de mi estómago, ya está cocida pero aún así derrocha un poco de sangre, le echa ungüento a la piel que se tornó morada alrededor por las cocidas. Pone una gasa encima y la pega con aquella cinta especial para esto, luego me hace sentar un poco para poder vendarme el estómago. Al terminar me sonríe levemente dejando ver su dentadura.

  —Estarás bien.— dice suavemente, su mano quedando en mi muslo recargada comienza a acariciar mi piel, relamo mis labios un poco nerviosa. 

—Gracias, Zayn. Enserio que me haz hecho el favor de mi vida, realmente si quieres dinero te lo daré aunque admito que no tengo mucho a mi disposición.— digo sinceramente. Dinero no tengo mucho ya que el dinero de las misiones mi padre no me lo da, no me paga, mamá me dio una tarjeta de crédito por si necesitaba salir de compras como una chica normal. Sueña esa señora de que soy una chica normal con una vida de sonrisas. El señor Bieber si me paga y demasiado, los Bieber me pagan cuando ellos son los encargados de repartir el dinero. Cuando es mi padre suele decirme que salga de la sala de juntas. 

Ni siquiera reparte mi dinero con los demás, se lo queda para nuestros gastos en la comida. ¡Contra penas me alimenta!

 Reduce mi comida, me obliga a estar en el desayuno, comida y cena pero reduce mis porciones para evitar mi sobrepeso.

  —No tienes porqué pagarme, esto lo hago porque eres una chica especial, una chica fuerte y reservada que necesita un respiro de tu vida. A lo que me contaste de tu vida sé que es duro todo para ti, ni siquiera haz probado la pizza o el chocolate en tu vida. Eso es duro, imagínate.— dice riendo un poco tratando de poner mi humor bien.

Sonrío riendo un poco, Extrañamente bueno.

—Gracias... De hecho nunca he comido alguna comida chatarra. Ni papas fritas ni queso frito. Mi padre siempre lo quitó de mis comidas cuando ellos comían... Una vez tomé un poco de mermelada de frambuesa sin su permiso y me volví casi loca. Era mi primer sabor irreal. Riquísimo.— le cuento recordando aquella noche hace unos meses atrás donde bajé a comer algo y me topé con la mermelada... No quería comerla por miedo a que se enteraran pero lo hice rápido y sólo fue una probada con el dedo y corrí lejos.

—No haz vivido, mujer, pero cuando estés bien, iremos a comer porquería y media. Mientras descansa y recupera energía.— dice suavemente, se levanta sin apuro, sale del cuarto con una sonrisa y apagando la luz.

------------------------------------------------

Holis, ¿Qué tal todo por sus vidas? 

Espero les haya gustado este capítulo, voten y comenten.

Pronto otro y déjenme decirles que viene mucho más drama; mis viejas lectoras han de saber que a mí me encanta meter drama a montón.

All LoveEva, xxx

Sharing Lives → Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora