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En menos de 15 minutos Monet baja trotando con su mirada puesta enfrente, no se enfoca en mí ni en nada, es como si se moviera por inercia, carraspeo avisándole a Jaxon que la morena ya está aquí, baja su celular para levantarse junto conmigo. 

—Ya estoy aquí, señores.—dice sin una pizca de sentimiento, asiento firmemente tratando de no lucir afectado por su vida de mierda. 

  — Vámonos entonces, ve primero.— digo un poco alto poniendo mi actitud imponente, asiente bajando la mirada pero parece recapacitar y alza la mirada viendo mis ojos.

—Sí, señor.— habla fuerte, camina hasta la puerta y la abre, sale trotando para encaminarse a nuestro auto dentro de la residencia.

[...]

 La banda entrena en la bodega alejada de nuestra residencia con bastante esfuerzo, los chicos no han parado de hacer ejercicios arduos con las gigantes llantas de camión, pesas, carreras y peleas entre ellos, en el ring que mi padre puso están Laket Brown y Estefano Macrielf. 

Ambos tienen vendadas las manos y se golpean con dureza lastimándose las partes más sensibles de su rostro y cuerpo, Laket esquiva un puño que iba dirigido a su quijada y le inserta uno a su oponente donde se lo iban a dar dejándolo inconsciente al momento que le da. 

  —¡Knockout!.— grita divertido Martin Flecks, un chico de color que es muy bueno para burlarse de sus compañeros pero no para combatir. Río envolviendo la venda alrededor de mano para ir por los chicos que viene hoy con los humos muy arriba. Recordando el castigo de Monet la trato de localizar con la vista pero no la veo, frunzo mi ceño. ¿Dónde carajos está? ¡El entrenamiento no acaba!

  —¡¿Y Monet?!.— pregunto en un grito feroz, los chicos paran sus risas y quejidos para prestarme atención y quedarse quietos. Tengo poder aquí, yo y Jaxon somos los que mandamos y planeamos todo, como los jefes pero tenemos un jefe. Nuestro padre y el señor Strain. Monet pudo haber sido parte de los jefes de esta bola de ineptos pero se apartó y obedeció como los demás. 

  —Salió hace unos minutos.— murmura con miedo Lanz Ronnappop, un chico pelirrojo y pecoso. Suspiro cansado y asiento, hago una seña con mi mano para que continúen en lo que hacía antes de que vayan e chismosos.

Camino con rudeza hacia afuera de la bodega, paso mi mano por mi vientre desnudo por mi falta de camiseta y limpio el sudor de mis ejercicios previos. Salgo hacia el bosque que nos rodea, camino un poco por los árboles hasta verla de espaldas golpeando un árbol con fuerzas mientras exclama bajo algo ininteligible.

Me acerco rápido y sigiloso para darle un buen susto. 

  —¡Débil, débil, débil...!.— es lo que exclama una y otra vez, veo sus manos ensangrentadas golpeando la madera filosa, la piel de sus nudillos ha sido abierta por los azotes haciéndola sangrar, a cada golpe se abre más su piel blanda y expuesta, se ve doloroso. Si no la paro hará ver su hueso. 

—¡Monet, para!.— grito con autoridad haciéndola erguirse y susurrar perdón. Me sigue dando la espalda, con autoridad ordeno que se dé vuelta.— ¡Date la vuelta, cobarde! 

  Al darse la vuelta veo sus ojos llenos de odio propio, sus ojos de color verde son tan profundos y están llenos de lágrimas, por primera vez en muchos años veo a Monet Strain llorar.

  —¡Lo siento, señor!.— exclama sin emociones, oculta sus manos tras de sí, parece haber tocado sus heridas ya que sus pupilas explotan en dolor pero fácil y rápido logra ocultar ese sentimiento.  

  —¿Qué pasa por esa estúpida cabeza , Monet?.— pregunto de mal humor por ese ataque, parece que no me importa lo que hizo, esa manera de lastimarse pero sí me importa, pero mi actitud lo arruina. 

  —Mierda, señor.— responde más bajo de lo normal, con pena. Mi ceño surca mi frente al momento  de escuchar su débil voz, algo nuevo para mí en ella. 

  —¿Qué pasó para que te pusieras de esa manera?.— pregunto más bajo, siendo suave.

—Debilidad, señor.— responde con su tono de siempre, seco y impasible. 

—No eres débil, Monet.— digo suavemente acercándome, su mirada se vuelve a llenar de lágrimas y eso me preocupa.— Monet...

—¡Basta, por favor, Justin! ¡Basta de tratarme mal y luego decirme que no soy lo que es obvio que soy, carajo! ¡Estoy harta todo puto mundo!.— su boca se abre gritando con enojo. Mis ojos se abren al verla alterada. Comienza a correr en dirección de la carretera, sus manos van sangrando a más no poder pero no hago nada por detenerla. Estoy impresionado por ver todas esas reacciones en menos de 5 minutos. 

¿Qué está pasando con Monet?

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Sharing Lives → Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora