epílogo

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Una hoja rayada en blanco y un bolígrafo de 0.08 milímetros, carraspea y escribe su nombre en la parte superior derecha junto a la fecha.

Monet Strain, miércoles 14 de noviembre del 2018.

Paciente:113

Motivo: violación, Estocolmo, trauma.

Psicólogo/psiquiatra: Taron Egerton.

Primer día:

Su mirada se mantiene cristalizada desde que entré, no me puede ver y ni se inmuta por saber quién entró en la habitación.

―Buenos días. Soy Taron Egerton, hoy he venido a hacerte compañía y ayudarte. ―su gruesa voz resuena en el silencio de la habitación. Hay un silencio muy largo hasta que Monet hace un sonido con su garganta y ríe amargamente viendo por la ventana de su habitación desde el sofá que se encuentra.

―No necesito ayuda, mucho menos compañía. ―susurra agriamente, toca su frente y hace una mueca de dolor, pero se recompone de su dolor de cabeza para al fin mirarlo a los ojos.

Se niega de una manera tranquila a mi ayuda sin voltearme a ver.

―Muchos necesitan compañía, estoy seguro de que mi compañía tal vez te haga sentir mejor. ―dice tenuemente viéndola con tranquilidad, sus ojos pequeños son relajantes y espera que ella lo vea para insistir con la mirada que todo está bien.

Él es un hombre apuesto, bajo, dientes pequeños, labios delgados y pálidos, ojos pequeños de un color verde azulado, cambiantes, a veces color oliva o a veces azules como el cielo, facciones duras, pero siempre con una apariencia suave y tranquila.

―Nada me va a hacer sentir bien hoy, nada, señor Egerton. Ni una paliza o alguna bala se sienten tan mal como esto. ―musita tallando su rostro demacrado.

Expresa cómo se siente de una manera esporádica. Luce sinceramente agobiada y con mala salud, aún no se expresa de manera libre, sin embargo, no esquiva mis preguntas. Aún.

― ¿Qué es lo que te hace sentir mal? ―esa pregunta la hace verlo desde un costado, ve esos pequeños ojos esperando sin presiones, suspira sin hacer alguna mueca.

―Usted lo sabe, usted está enterado de la situación, si no, no estuviera aquí. ―escupe con amargues.

―Bueno, han buscado mi ayuda, están preocupados por ti.

―Sí, claro. ―escupe con ironía.

― ¿Lo dudas?

―Claro que lo dudo, tengo mis razones.

― ¿Quisieras contármelas?

―No lo sé.

Piensa mil cosas, en la manera que usará lo que diga para cambiar su opinión o para darle razones a su familia, a los presuntos violadores un arma para agredirla, pero tras pensar mucho termina soltando un poco las cosas.

―Todo ese privado, lo que se hable aquí se quedará aquí. ―dice cruzando sus piernas.

Voltea a verlo y baja sus pies del sofá donde se encuentra echa bolita.

―No creo que estén preocupados por mí cuando ellos fueron los que me hicieron así. Mi padre es malo, todos aquí son malos, soy mala. Nadie se interesa por mí en esta maldita casa, nunca lo han hecho y no creo que sean sinceros para decirme un lo siento. ―dice seria, luego recarga su cabeza con el respaldo.

―Yo no creo que sean malos, no creo que seas mala... Creo que eres una chica que acaba de perder a alguien querido y está pasando por una crisis existencial.

Sharing Lives → Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora