A quién teme el diablo - Pablo Palazuelo

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1. Cuando sientes rabia, cuando sientes odio, pero también cuando sonríes y lloras. Cuando estás alegre, cuando estás cansada e incluso cuando te enamoras. En esos momentos eres como un libro abierto, con páginas que me son legibles hasta en plena oscuridad, con oraciones que pasan ante mí con una claridad absoluta y con palabras que me desvelan hasta el último de tus secretos.

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2.—¿De qué color soy cuando estoy enamorada?
—No es un único color, Tricia. Es toda una gama. Y es preciosa —le respondió Patrick.

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3. —Vamos, dale rienda suelta a tu ego, lúcete. Desvela qué tipo de brujería usas para investigar, para triunfar donde los demás fracasan, para encontrar lo que no se puede encontrar. Confiesa cómo eres capaz de llegar hasta los secretos más recónditos de la mente y el alma. Confiesa cómo entras en las personas y hurgas en su interior y cómo lo haces sin que ni siquiera se den cuenta.

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4. La gente desconoce muchas cosas de sí mismo. Un buen ejemplo es lo que ya te he dicho, que toda persona tiene su propio olor, su propio color. Es como su huella dactilar, única e irrepetible.

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5. Victoria miraba ahora el rostro de Patrick con un temor cargado de curiosidad, como cuando alguien se siente empujado a asomarse al borde un acantilado para comprobar su profundidad y disfrutar de sus vistas pese al miedo que le infunde.

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6. Sin embargo, la tentación de ir un poco más allá con su investigación, de sentir que quizá estuviera a tan solo un paso de desvelar alguna de las claves que encerraba aquel extraño edificio, le hizo olvidar toda precaución.

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7. «Él es la clave. Él es quien somete a las vecinas, quien está involucrado en los crímenes de la ONG y quien guarda relación con la extraña historia del sótano. Así que él será el hilo conductor del interrogatorio de Danila».

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8. —Vives en reclusión. Eso me lleva a pensar que tu embarazo no es voluntario, sino forzado. También, que el causante de tus problemas es el mismo que asesinó a los cooperantes que vivían en este edificio.

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9. Los cooperantes se vinieron a vivir a aquí con la intención de estar más cerca de lo que hay en el sótano y hacerse con ello. Y todo sin levantar sospechas. Pero algo salió mal. Supongo que porque no eran conscientes de dónde se metían. En cualquier caso, lo que se ocultaba abajo sigue ahí y es lo que os tiene aterrorizadas.

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10. —Que, si alguna no cumple, se la llevan abajo y no vuelve jamás. Y todas lo saben, aunque desconocen cómo ocurren las cosas.
—¿Tú lo sabes?
Danila no respondió, por lo que Patrick la cogió por los hombros y repitió la pregunta:
—¿Tú lo sabes?
—Huye, huye ahora que todavía estás a tiempo.

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11. Verás, mi vida actual no es fácil. Hace tiempo, un competidor se cruzó en mi camino, alguien tan cabrón que a su lado yo soy como una princesita y mis hombres, sus ridículos pajes. Y me golpeó con tanta fuerza que mandó al infierno a casi toda mi organización, por lo que, desde entonces, vivo escondido y pensando en que ese tipo pueda reaparecer para terminar el trabajo. Y, ahora, por más que quiero cambiar de forma de vida y recuperar mi poder, resulta que no sé cómo hacerlo sin que peligre mi vida. Pero tú me ayudarás. Ya lo creo que sí, lo harás. Los dos lo sabemos. Me ayudarás a encontrar a ese cabrón y a destruirlo. Además, no te resultará difícil. Eres un brujo —Su voz adquirió un tono más convincente—, eres el Brujo.

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12. —¿A quién teme el Diablo? —se preguntó el propio Diablo en actitud dubitativa—. Esa es la pregunta que me hago todos los días. Pero ¿crees que te necesitaría si lo supiera? ¿Crees que, entonces, seguirías con vida?

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13. El caso es que, a pesar del estado de terror en el que viven mis muñecas de porcelana blanca, siempre hay alguna a la que le quedan agallas para intentar lo que no debe: una fuga, rebeldía, dejadez… o una traición. Pero, claro, no las puedo torturar a todas solo para dar con la traidora. La buena mercancía es difícil de conseguir.

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14. —Ni se te ocurra acusar en falso a alguien para hacerme creer que cumples tu cometido —dijo el Gallo—. Tricia lo pasaría muy mal. Pero, si haces bien tu trabajo, os perdonaré la vida. A todos. A ella también. Y eso que la esclavizaría encantado. Así que míralo como un negocio, un buen negocio.

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15. No era un negocio, ni bueno ni malo. Patrick lo tenía claro. Era una imposición y de final incierto, puesto que nada obligaba a Tommy a cumplir su palabra y respetar sus vidas cuando todo hubiera terminado. Sin embargo, Patrick no veía ningún motivo por el cual no pudiera aceptar la propuesta, no por ahora. En eso, Tommy tenía razón. Todo eran ventajas, y la alternativa era una muerte cierta e inmediata. De todos ellos.

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16. Porque, sin lugar a dudas, las mujeres ya tenían claro cuál era el cometido del Brujo. Y, sin lugar a dudas, una de ellas presentía la inminencia de su muerte.

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17. —Es fácil decirlo cuando no se es la primera a la que le toca enfrentarse a ese monstruo incomprensible.
—No hay que tener miedo —indicó Susan—. El miedo podría hacerle pensar que lo tienes porque ocultas algo.

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18. —Estamos condenadas —dijo Coria—. ¿No lo entendéis? Vamos a morir todas.
—¡Eso es absurdo!
—¿Absurdo? ¿Qué ha ocurrido hasta ahora? Ese Patrick habla con una de nosotras y la obliga a contarle lo que no debe. Eso empuja a Tommy a asesinarla.

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19. Pensó que se estaba volviendo loca, pero saber que en breve se hallaría a merced de ese brujo, que se encontraría mentalmente desnuda frente a él, la había desquiciado por completo. Era, sin duda, la experiencia más aterradora a la que se había enfrentado jamás. Ni el día en el que fue secuestrada, ni la primera vez que tuvo que quitarse toda la ropa ante Tommy ni cuando él la violó sintió nada semejante. Nada, nada en absoluto, podía compararse a sentirse transparente como el cristal, dejando a la vista todas las intimidades y secretos de sí misma.

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20. —Esconderte detrás de capas y capas de productos perfumados no sirve conmigo. Puedo ver a través de ellas. Yo puedo ver lo que eres. Porque siempre se huele a lo que se es. Siempre. No se puede ocultar. Es imposible.

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21. La cara del Brujo no era la misma. A la inquietante frialdad que mostraba desde las torturas a David, ahora había que sumarle que las cicatrices que le había dejado el Escorpión quedaban completamente a la vista. Asimismo, los cortes que le había causado Butler aún sangraban. Y todo ello le confería un aspecto sobrecogedor.

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22. —¡Mientes, maldito brujo! —chilló Coria con un rostro cargado de odio e indignación—. Te odio. Confundes a la gente. Les robas sus secretos y los destruyes utilizando contra ellos eso que les arrancas sin que se den cuenta.

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23. —En la vida hay cosas peores que la muerte, y yo soy la peor de todas ellas.

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24. Las mujeres rodearon a su secuestrador. Lo miraron con odio, con rabia y armadas con el hierro con el que las marcaban y con la recortada con la que Butler había impuesto su ley durante tanto tiempo.

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25. A continuación, recordó el vaticinio del Escorpión:
«Tú serás el monstruo al que todos temerán».
—Incluso el Diablo —se dijo Patrick.

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26. —Tricia… —Patrick pensó en ella, en lo mucho que la echaba de menos—, no te perderé por segunda vez. Iré a la frontera y te buscaré sin descanso, hasta encontrarte —Apretó los puños con fuerza—. Y mataré a todos los que se interpongan en mi camino.
 

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