*-Ninguna de esas mujeres que hay fuera, dirá que si a esa petición.
Los tres paseaban inquietos pensando en una posible solución, hasta que ambos hombres tropezaron forzosamente con ella.
Los tres se miraron y ella pudo advertir como su hermano, abría los ojos, para mirar a su amigo y regente, mientras que este captaba la insinuación en su mirada y movía levemente la cabeza en dirección a ella y le devolvía la mirada a su hermano el cual alzaba los hombros en un gesto interrogativo y le devolvía la mirada al regente, que abría los ojos y movía la boca en respuesta a su hermano el cual negaba con la cabeza en respuesta al regente el cual asentía levemente.
*-Que estáis tramando vosotros dos?
*-Vaya que amiga más lista tengo.
*-Oh nooooo, eso noooooo
*-Vamos piénsalo dos minutos. Tu eres mujer, debido a tu formación como soldado especial, puedes competir en modales con las más altas señoritas de cualquier territorio, hablas varios idiomas y lo mejor de todo, sabes el porqué de este matrimonio y el cuándo has de devolverle ''el corazón'' al regente. Incluso cuando todo este lio hay sido aclarado y los traidores puestos a buen recaudo, serás galardonada por tus servicios al regentado.
*-Pero casarme...y con vos.
El regente hizo y gesto dramático, llevando una mano a su pecho
*-Nunca me habíais dicho que era tan detestable.
*-Hermana, tu...no...no estarás enamorada de algún hombre verdad?
Ella se volvió a mirarlo como si la hubiera atacado por la espalda
*-Nunca he pensado en eso, y dime con quien que no considere un hermano, me relaciono.
*-Entonces?
*-Mis reparos son porque aunque sea un matrimonio para solucionar esta traición, se tratara de un matrimonio real.
Ambos hombres la miraron serios, dándose cuenta de que esa objeción era original.
*-Ves a buscar al padre y tráele lo más rápido que puedas, nos quedamos sin tiempo.
Apenas unos minutos después, un abad, entrado en carnes resoplaba en una de las sillas del cuarto.
El les confirmo que la ceremonia, era real y que estarían casados.
Ellos le explicaron el problema, bajo secreto de confesión, a lo cual les dio la solución.
De nuevo el hermano salió a la carrera a buscar al cardenal que oficiaría la boda y a un letrado.
Estos dos hombres fueron empujados dentro del cuarto y allí realizaron un documento, en el cual el cardenal y el abad atestiguaban que al término del matrimonio, la joven seguiría siendo pura, por lo cual al no haber sido consumado el matrimonio, seria anulado.
Como testigos estaban todos los presentes, los cuales lubricaron las cuatro copias que se hicieron, una para el regente, otra para ella, otra para el letrado que sería el indicado para legalizar el acuerdo legalmente ante el estado y otra para el cardenal, el cual la llevaría a los archivos.