CAPITULO VENTITRES

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Tuvieron que hacer partícipe a la familia de la muerte de su tío, aunque se trató como un accidente en el cumplimiento de su labor.

Sus dos primas, muchachas feas y anodinas, no dejaron de llorar a gritos como si se tratase de unas plañideras contratadas para la ocasión, cuando todos sabían que lo único que querían de su padre, era el dinero que el poseía, para gastarlo en trapos y caprichos.

Aunque quizás ahora que heredaban, a algún petimetre se le antojaban casables.

Cuando todos se fueron, su tía se acercó para hablar en confianza y preguntarle sin ninguna cortapisa que estaba pasando, ya que no le creía nada.

Allí en medio del cementerio, sin oídos cercanos la informo de todo lo que sabían.

Instantáneamente, pudo advertir que la mujer no tenía ni idea de los asuntos que su esposo había llevado acabo por debajo de la mesa.

*-No quiero quitarle importancia o culpa a tu tío, ya que si lo hizo obro mal, pero creo que esa mujer puede ser la clave de este asunto. No vamos a mentirnos, tu padre era el guapo de los hermanos y aunque en su juventud tu tío, era agradable, no envejeció siendo una beldad.

*-En confianza tía, en la otra ocasión que me informo de esa mujer, comenzó su búsqueda, pero sin nada fiable no podemos buscar más.

*-Me costa que aunque el maestro dijo que estaba buscando unos documentos que tu tío, debía de tener guardados en su despacho de casa porque no estaban en el del trabajo, que estaba registrando sus cosas, pero supongo que no habéis mirado en su pabellón de caza. Allí era donde se reunía con ella, quizás...

El joven se agacho para abrazarla por la cintura y levantarla en brazos antes de darla un par de sonoros besos en las mejillas.

*-Temí que en cierta forma me culparais de todo a mí.

*-Tu no le empujaste a comportarse como lo hizo, y si murió como lo hizo y encima le tapas, estas más que cumplido con tu familia.

La cara de la mujer se transformó en una de ira y odio

*-Atrápala y destrózala....

Después volvió a ser la misma bonachona dama de mediana edad de siempre, que caminaba apoyada en su brazo de camino a la mansión

Y de repenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora