Lo había estado observando, bueno siempre lo hacía, era su trabajo y le gustaba, le gustaba hacerlo bien y le gustaba su amigo y regente, no en vano habían crecido juntos como hermanos y le dolería en el alma si le pasara algo, tanto como si le pasara a Kara. Solo que con ella había tenido que asumirlo desde hace tiempo y de otra forma, era tan cabezona.
Ella se había despertado como se suponía que tenía que hacerlo. El maestro había insistido en que tomara otra dosis de antídoto, para reforzar la primera y evitar complicaciones.
Ella había insistido en bajar para la cena, la cual apenas ni toco, sentada a su lado y del otro lado, su marido.
Una mueca entre sonrisa y asombro salió de sus labios fugazmente, ahora y por un tiempo era el cuñado del regente, era un hombre importante, aunque no pensaba tomar ventaja de ello, no estaba allí por las ganancias, si no por lealtad.
Se acercó por detrás, de esa forma peculiar que solo el usaba, para que Aidam supiera que era él y no un desconocido o un problema y se inclino sobre su hombro.
*-¿Qué te sucede?
Su amigo ni se inmuto.
*-No sé de qué me hablas.
*-Vamos hombre, la miras como si hubieras descubierto que es una mujer.
*-Nunca la había mirado como tal, pero desde que estamos casados, me duelen las bolas.
Entonces se dio cuenta de que había hablado de más y giro la cabeza esperando ver la expresión furiosa de Liam, el hermano de su mujer y hasta el momento su mejor amigo.
Pero este miraba hacia delante, al lugar en donde ella estaba sentada, frente al fuego con otras mujeres.
*-Yo siempre he sido consciente de que era una mujer. Cuando llegábamos a casa mi madre la obligaba a ponerse un vestido que ella odia, y a hacer cosas que deberían ser normales en una joven de su edad. Además de padecerla durante toda nuestra infancia como si de una garrapata fuera. Cuando creció y se unió al servicio armado, más de una vez ha sido herida ¿Te preguntaste quien la curaba o cosía cuando estábamos fuera de nuestro hogar? Se lo que tiene mi hermana debajo de la ropa Aidam y te lo advierto...-el joven sonrió- aún se te pondrán más duras.
Se incorporó y se marchó dejándole asombrado.
El había pensado que le advertiría sobre no tocarla o algo por el estilo y no para burlarse de él.
De nuevo el heredero vecino se acercó hasta ella, con cara de perrito dolorido, buscando hacerse un lugar a su vera.
No sabía porque, no podía soportar que ese hombre se la acercara y más cuando ella estaba aun débil y no podría defenderse, así que casi sin darse cuenta camino hasta el círculo de mujeres.
*-Mi señora,...señoras
Todas las mujeres correspondieron a su saludo con una inclinación de cabeza.
*-Querida es hora de retirarnos, aun no estas recuperada.
Sin darla tiempo a mediar palabra, se inclinó, metió los brazos entre la silla y el cuerpo y la levanto sin apenas esfuerzo.
*-Hasta mañana a todos.
La despedida seria, corto cualquier replica, tanto de los asistentes como de Kara, pero la gente no tardo en murmuran en cuanto salieron del salón.