Capítulo I: "Niñas como tú"

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Aspiré y exhale. Aspiré y exhale. Repitiendo tres o cuatro veces después. Miré al rostro del doctor y este me sonrió. En seguida, pasamos a una serie de pruebas generales del cerebro, del corazón y órganos vitales. Estuve tensa todo el rato, y aunque el doctor era amigo de la familia, odiaba los hospitales. También odiaba hacerme pruebas y exámenes médicos, solo lo hacía por petición de mi padre.
-Muy bien, señorita. Parece que todo está bien- exclamó el doctor sentándose en su escritorio-En unos cuantos días estarán sus resultados.
-Gracias-me incorpore lentamente y nos despedimos con un apretón de manos y una sonrisa.
Fuera del consultorio, me esperaba mi hermana menor con cara de fastidio.
-Vaya, si quieres a la otra quédate tres horas más-camine deprisa hacia afuera del lugar y me subí en el auto con ella apresurándose detrás de mi. La observe una vez sentada a mi lado.
-¿Qué es eso?-dije pasándole el dedo sobre los labios rojos-¿Otra vez tomaste mi maquillaje?-aparta la cara con fastidio.
-Claro que no. Es  mi color natural.
-No puedes maquillarte todavía. Tienes catorce años-replique encendiendo el auto
-¿Quién lo dice?-me reta.
-Yo. Y mamá te lo diría también- rodó los ojos. Aceleré el auto fuera del estacionamiento del hospital.
-Algún día seré como ella-dice y la miré de reojo. En su celular miraba una fotografía de Kylie Jenner.
-Por Dios, ¿Es enserio? ¿Por qué no admiras a una mujer con  estudios, o a la que le tomo la primer foto a un agujero negro?
-¿A  un qué?-rodé los ojos-Pareces Vieja, hermana.
-Tu apenas eres una niña, Artemisa.
-No me digas Artemisa-se enoja-Soy Misie-me carcajee y se enojó más-Yo tengo ambición de ser una chica millonaria y hermosa como ella, no una universitaria mediocre que trabaja en una cafetería-continuó.
-No sabes lo que dices-conteste tranquila y paré en la entrada de la escuela.
-Tu no sabes nada-grita y al bajarse, golpeó la puerta al cerrarla.
-¡Toma el auto bus de regreso, Kardashian!-me burle. Di la vuelto en el camino hacia la universidad. Deje el auto en el estacionamiento y entre en el edificio directo al aula de mi primer  clase. Al entrar, Laurie, mi mejor amiga de la escuela y el trabajo, estaba esperándome.
-Por tu cara, otra vez peleaste con el demonio de Tasmania-dice al sentarme a su lado.
-Está apunto de cumplir quince años Y lo más seguro es que pida un trasero como el de kylie Jenner-Lau en seguida estallo en carcajadas
-Tienes que hacer algo-dice cuando toma aire después de reírse un rato. El maestro de derecho pronto entra al aula y comienza la clase.
Afortunadamente mi horario de clases era muy ligero por las mañanas, solo daban custro horas, sin embargo dejaban montonales de tarea. Era bueno porque Lau y yo teníamos tiempo de llegar a nuestro turno en la cafetería apartir de medio día y teníamos descanso para adelantar proyectos.
Antes trabajábamos en Una tienda de ropa para chicas pero era un desastre, nos cobraban prendas que algunas chicas rompían al probárselas. Lau se enfurecía diciendo que querían ser otra talla a fuerzas  y no se podía sin ejercicio. Nos despidieron a ambas después de esa queja de un cliente.
Ahora servíamos café en un lugar de menos categoría que Starbuks pero con mejor sabor. Yo atendía la caja y Lau era parte de los que preparaban las bebidas.
-¿Cómo te fue en el doctor esta mañana?-me preguntó.
-Bien, gracias. Todo está muy bien
-¿Y los resultados?
-En unos días
-¿Y te sentiste bien?- la miré. Laurie y yo éramos amigas desde que nacimos, ella estuvo conmigo cuando mi madre murió de una enfermedad terminal,  ahora ella y mi pasre están algo preocupados.
-Si. Tu y papá me hostigan.
-Porque te queremos.
-Todo está bien-le sonreí. En seguida, Lau me hizo una seña de que volteara hacía la caja, lo hacía cuando llegaban clientes y yo no me daba cuenta.
Me giré hacía la caja y gran sorpresa me llevé. Había un hombre que acostumbraba a venir al café todos los días a la misma hora,  siempre media lo mismo y se quedaba un largo rato en una de las mesas leyendo en su ipad. Bueno, aquello era muy común, muchos lo hacían, lo que me sorprendía era su bonita sonrisa y sus ojos enormes que me miraban atentamente cuando lo atendía. Después de tantas veces que venia, ya no me saludaba como un cliente común, ahora decía un simple y tierno “Hola”, como ahora.
-Hola.
-¿Capuchino mediano con doble crema batida, por favor?-exclame lo que el siempre pedía. El solo se rio y asintió con la cabeza.
-Gracias-tome un vaso y escribí su nombre como lo recordaba.
-¿Es correcto?-pregunte mostrándoselo.
-Si, eres buena con los nombres.
-El tuyo lo he escrito muchas veces.
-¿Podría yo saber el tuyo?.-pidió, tomándome por sorpresa.
-Es Perséfone, pero todos me dicen Persy-sonrió enormemente, como si no se hubiera esperado un nombre tan extraño.
-Es muy bonito-sonreí sin saber que mas decir.
-¿Gustas algo de comer esta vez?
-No, gracias, Persy-me dispuse a cobrar en la caja disimulando la pena que sentía.
-Del otro lado te lo Entregan, Rami-dije después de cobrarle.
-Gracias, Perséfone-sonríe por ultima vez y da paso al siguiente cliente.
-Estoy atonita-dice Lau una vez atendidos los demás clientes-Te preguntó tu nombre, ese es el segundo paso del coqueteo.
-¿Qué? ¿Cuál fue el primero?-me reí con cautela, ya que estaba sentado algo cerca.
-Decirte hola en lugar de buenas tardes-vaya, creí que no lo había notado.
-Oh no, bruja-murmura por lo bajo. Me gire a la caja de nuevo.
-Hola, Shelby, ¿Qué deseas pedir?-atendí amablemente a una antigua compañera de la preparatoria que fue una verdadera perra conmigo.
-Dame un frapuchino de caramelo sin crema batida.
-A la orden-teclee en la maquina y luego cobre. Shelby era una chica alta, delgada y rubia, Aunque no era muy bonita, se sentía así y esa actitud la hacía atractiva e Irresistible a los chicos.
-Siempre veo como coqueteas sin éxito con ese chico de atrás-me dice mientras espera su bebida-A él no le gustan las niñas  como tu.
-¿Por qué no me enseñas como se hace, Shelby?-la reté. Sin contestarme, se dio la vuelta y camino hacia él, se sentó a su lado y le habló en voz baja.
-Lo siento, no estoy interesado-le contestó el chico y Lau y yo alcanzamos a escucharlo. Intentamos contener nuestras carcajadas al momento en que ella regresaba molesta.
-Gracias por enseñarnos que no hacer-se burla Lau. Shelby tomo su frapuchino y se marchó furiosa del lugar.
Observé al chico y él me miraba sonriendo. Luego aparté la mirada y continué atendiendo. Después de un rato el chico se marchó dando las gracias a todos los del local. Lau y yo ya estábamos por salir a nuestro descanso y antes, acomodábamos algunas sillas. Al acomodar sonde estaba sentado el chico, noté que había olvidado su cartera, por lo que tuve que tomarla y salir corriendo del lugar. Con la esperanza de encontrarlo, miraba hacia todos lados y chocaba contra la gente que pasaba.
De un momento a otro y sin darme cuenta, estaba casi en la mitad de la calle y un auto hizo un pitido pidiendo que me quitara, al quedarme paralizada, unos brazos me tomaron por la cintura y me cargaron hasta la acera. Al ver de quien se trataba me sentí como en una tonta película de romance.
-¿Estas bien?
-Olvidaste tu billetera-se sonríe y me mira atento un largo rato.


El cielo entre tus brazos 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora