Epílogo.

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Rami.

Veo como mi amigo se mete todas las patatas fritas que caben en su boca, mientras, mi otro amigo lo graba para alguna red social. Yo estaba muerto de la risa mientras comía mis patatas decentemente.
—Rayos, Hardy, se te sale toda la saliva por debajo—grita Lee.
—¡Corten!—grita Joe bajando su celular y mostrándome el video antes de subirlo.
—Ya eres todo un director de escena—le digo riéndome y comiendo.
—¡Es posible que tengamos casi cuarenta años y nos entretenga un tarado con papas fritas en la boca?—dice el castaño que apenas llegó.
—Yo apenas cumplí treinta, queridos, ustedes son los que ya huelen a muerto—dice Ben. Los tres nos miramos, luego nos paramos y lo empujamos de su silla tirándolo hacia atrás.
—¡Pero mira a los señores, que maduros son!—se levantó y comenzó a perseguirnos. No pare de reír en cuanto tiró a Joe al sofá y lo aplasto. En seguida, el otro castaño se tiro sobre él.
—Van a romperse los huesos, abuelitos—dijo y luego seguí yo en tirarme, los cuatro al formar la torre en seguida se cayó, yo logré pararme porque fui el ultimo, en cambio los dos siguientes cayeron al suelo.
—Rami—me llamo mi agente desde la entrada de la habitación—Creo, que tienes una carta importante.
—¿Solo tienes un fan, Malek?—se burló Lee y todos se rieron. Caminé hasta mi agente y antes de que la tomara me dijo
—La mando tu hermano, pero dice que es de parte de una vieja amiga tuya, no recuerdo su nombre—la tome en seguida. En el sobre por fuera solo decía mi nombre con una caligrafía perfecta. Pensé en seguida solamente en una persona, y desee tanto que fuera la carta que esperaba hace cuatro años.
—Nos iremos para que leas tranquilo—dijo Ben, y los tres chicos se marcharon dejándome solo en la habitación.
Rasgue el sobre impaciente y caí sobre el sofá comenzando a leer

“Querido, Rami:
Quizá no me recuerdes, y si  lo haces me sentiría muy dichosa. Primero que nada, quiero disculpar la tardanza de mi respuesta, debido a unos acontecimientos desafortunados en mi vida después de la última vez que nos vimos, no leí tu carta hasta hace unas horas. Ahora estoy escribiendo esto llena de nervios y a las cuatro de la mañana.
No he dejado de pensar en ti a cada segundo desde ese día. Cuando te conocí, pensé que no existía un hombre tan perfecto como tú, desde como vestías, tu rostro y la forma en la que hablabas era perfecta, y aunque estabas ahí, tan cerca sentado frente a mí, estabas muy fuera de mi alcance. Cuando se me hizo costumbre verte todos los días, cada mañana esperaba con ansias que llegara la hora de ver tu sonrisa y tus bonitos ojos de borrego. Nunca creí que cruzaríamos la barrera de la caja donde te cobraba diariamente un capuchino mediano con crema batida. Nunca pensé siquiera que una chica cualquiera detrás de un mostrador llamara tu atención. en ese entonces tenía veinte años y estudiaba derecho en la universidad.
Comenzare por explicarte mi lista de cosas que no había hecho y quise hacer. Todo eso surgió después de unos resultados médicos que arrojaron que tenía la misma enfermedad de mi madre. No entré en pánico, de hecho lo tome muy bien, y tuve la idea de hacer cosas que no nunca me animé a hacer. Laurie me ayudo con las cosas, eso explica porque es un poco alocada. Y la hicimos unos minutos antes de que tú me invitaras a salir precisamente, ¿algo loco no? Te parecerá más loco saber que todas las cosas de esa lista se cumplieron como si de una profecía se tratase, hasta me fracturé el brazo derecho.
Mentí sobre mi edad y el trabajo sin siquiera darme cuenta, nunca fuiste parte de un juego, ni fuiste el objetivo de esa lista, todo pareció tomar el curso solo y solo me deje llevar. Cuando te dije que no buscaba una relación, lo hice para alejarnos, para no lastimarte, nunca creí que después lo aceptarías, me impresionó demasiado aquello y continúe porque también te quería.
Lo demás que dije, era verdad. Cuando dije que te amaba, era verdad. En un momento me sentí atrapada y vi que estaba lastimándote, y no podía continuar mintiéndote. Cuando quise buscarte para decirte la verdad, ya te habías ido. Querían vetarme de la universidad, me despidieron de la cafetería, me atropellaron, robaron mi bolso, luego mi hermana  murió y tu salías con una rubia. Por eso ultimo nunca llamé.
Así que lo dejé así. E incluso ahora, cuatro años después, me gradué, tengo un trabajo y tengo una relación causal de verdad, y no dejo de pensar en ti Rami Malek, eras mi cielo sobre la tierra. Mi escape, mi refugio, me hacías tan fuerte, tan feliz… y lo arruiné.
Apuesto que ahora tienes una familia y esos hijos que tanto deseabas. Y estoy feliz de imaginarte feliz, espero que tu respuesta sea una fotografía con tus pequeños en navidad, tu vestido de santa Claus y ellos abriendo sus regalos.
Antes, después y ahora te amo, Rami Malek.
Con todo mi amor, Perséfone Gardner

El cielo entre tus brazos 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora