Capítulo 09

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Me desperté con ruidos en la cocina. Levanté la cabeza y vi a Lauren en el fregadero. Miré el reloj... ¿Once horas? ¡Dios! Nunca me había despertado tan tarde. El sábado era un día ajetreado para mí y, lo último que necesitaba era que un invitado con sentimientos de culpa decidiera que era el momento de darme protección. Especialmente después de haber sido una tonta al pensar que...

¡Vete a casa, Lauren! - le dije, enojada, mientras me levantaba de la cama y caminaba hacia la cocina, deteniéndome detrás de ella.

Ella me ignoró y continuó entretenida con la cafetera.

¿Siempre eres así, tan bien humorada, por la mañana? - su voz sonaba felizmente molesta.

Ni siquiera respondí. Me pasé las manos por el pelo desordenado y masajee las sienes doloridas. Me dolía la cabeza y, en esa situación, no podría lidiar con ella. Me fui a ducharme y la dejé allí.

Al regresar, vacié los bolsillos de mi chaqueta sobre la encimera y comencé a separar las propinas de la noche anterior. Mientras formaba los montones ordenadamente, Lauren deslizó el pote de galleta hacia mí.

- El banco está abierto para los negocios. - bromeó.

La fulminé con la mirada y tomé el pote.

¿No tienes a nadie a quien molestar hoy?

- No. - respondió levantando dos huevos en el aire. - ¿Frito o duro?

- Revueltos. - rugí. - Lo que recuerda que voy a romperle los huesos a Chris cuando lo encuentre. - guardé el dinero en el pote.

- Huevos fritos es lo que vas a comer. Es lo único que sé hacer. - dijo, volviéndose hacia la estufa. Mirándome por encima del hombro, añadió. - Y, no estés con rabia de Chris. Lo habría descubierto tarde o temprano.

- Los perros tienen rabia, las personas se enfadan. - repetí sus propias palabras, estirando la espalda. - Y hubiera preferido que lo descubrieras mucho después. Por ejemplo, cuando ya hubiera conseguido un trabajo en otra ciudad...

Lauren rompió los huevos en la sartén y puso dos rebanadas de pan en la tostadora.

¿Qué tipo de trabajo estás buscando?

- En el área contable sería un buen comienzo... - me bajé del taburete y guardé el pote en el armario.

Ella se rió.

¿Vas a usar tu pote de galletas como referencia?

La fulminé con la mirada.

¿Has pensado alguna vez en abandonar tu compañía de seguros y dedicarse al teatro de comedia? - pregunté, pero ella sólo amplió su sonrisa y se encogió de hombros y cuando habló, su voz era tan tranquila como suave.

¿Sabes algo sobre planillas de pagos?

- Sí. ¿Por qué? - volví a mi taburete.

- Necesito a alguien para cubrir la licencia por maternidad de una funcionaria de la empresa. ¿Te interesa? - esperó mi respuesta, como me quedé muda, continuó. - Eso te daría algo de experiencia y podrías comenzar después de tu graduación.

Aquella oferta sonaba más a un sentimiento de culpa que a un serio interés por mis habilidades. Miré la estufa... Ella también lo hizo.

- Estás quemando los huevos.

Un secreto entre nosotras | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora