La semana que siguió fue la más gloriosa de mi vida. Empezando por los días que pasamos en Manhasset en mi casa de verano. Una herencia de mi padre, la casa me transmitía paz, felicidad y dulzura. Y disfrutar de estas emociones en compañía de la mujer de mi vida, fue aún más placentero.
En cuanto a Camila, era plausible que la niña herida en el pasado hasta la extenuación, se hubiera convertido en la adulta escéptica y sin grandes ilusiones. Por eso mismo, su esfuerzo por mantenerse abierta a los nuevos descubrimientos y experiencias que estaba viviendo era admirable. Como por ejemplo, el sexo que ocurrió de manera fantástica y explosiva para ambas...
Por otro lado, volviendo al campo de las emociones, Camila se mostraba bastante distante con respecto a otros sentimientos y hablaba poco sobre lo que pasaba en su interior. Y por muy cariñosa y paciente que me mostrara, ella simplemente se cerraba, terminando cualquier tema sobre el que la interrogara, con un encogimiento de hombros o incluso apartando la mirada.
En estas ocasiones, recordaba el consejo de Ally de intentar comprender sus reservas. Según la consejera, ella se abriría en el momento en que confiara plenamente en mí. Sin embargo, por mucho que lo intentara, no podía eliminar las dudas e inseguridades que poblaban mi mente sobre lo que ella sentía por mí. ¡Quería que fuera amor! Pero Camila no se declararía...
Entonces el miedo me invadió de forma absurdamente dolorosa, porque eran tantas las emociones que aquella increíble mujer despertaba en mí, que llamarlas amor sería trivializar lo mejor que me había pasado en la vida. Etiquetado o no, era innegable lo que me llenaba el alma. Apenas tenía ganas de vivir si Camila no estaba a mi lado.
Así que decidí dejar de lado cualquier cuestionamiento y simplemente disfrutar de lo que la Providencia me había concedido al ponerla en mi vida. Porque estaba absolutamente segura de una cosa: ¡nadie haría más que yo por verla feliz!
Regresamos a Nueva York el miércoles por la tarde y nuestros paseos continuaron. Juntas compartimos el placer de una buena obra en Broadway y un esperado estreno de cine... De muy mala gana, aceptó acompañarme a un Vernissage que tendría lugar el sábado por la noche. A cambio, debía llevarla al partido de los Yankees el viernes por la tarde.
Y fue precisamente en medio de una multitud de hinchas, viéndola gritar como una histérica, cuando comprendí definitivamente que, después de conocerla, nunca encontraría otra mujer que pudiera compararse en belleza, inteligencia, fuerza y... La terquedad.
¡La terquedad! Esa era la palabra que la describía en ese momento. Después de hacer algunas compras, caminamos de la mano por la Quinta Avenida, hacia el pequeño restaurante italiano que se había convertido en uno de nuestros favoritos.
Camila se negó obstinadamente a aceptar un vestido de noche como un regalo mío. Y siempre era así cuando mencionaba que le daría un regalo.
Esta vez, sin embargo, utilicé mis poderes de persuasión y conseguí que aceptara la compra del hermoso vestido, ya que no tenía uno para el Vernissage de esa noche. De hecho, creo que esa fue la única razón por la que aceptó al final.
Por otro lado, ahora estaba escuchando todas sus razones para no aceptar regalos tan caros...
- Voy a echar de menos estos nuestros almuerzos... - la interrumpí, apropiadamente, mientras le abría la puerta del restaurante. - Pero, ¿Qué se puede hacer? - me encogí de hombros. - Los contadores en ascenso no tienen mucho tiempo libre.
- ¡También lo creo! - concordó, aún molesta. Pero de repente su sonrisa se iluminó. - Oh, Laur, casi no puedo creer que vaya a empezar a trabajar en dos días.
- Estás muy entusiasmada, ¿no?
- ¡Estoy muy emocionada! No lo creerías... - respondió mientras se sentaba.
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Un secreto entre nosotras | Camren
FanfictionLauren era perfecta para ella... Sólo que Camila aún no lo sabía. ***** Atención: Esta historia no me pertenece sólo la estoy adaptando. Autora de la obra: Chris Vallen