Capítulo 33

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Pasó mucho tiempo después de que Lauren se fuera, antes de que tuviera el valor de abrir mis ojos inundados y enfrentarme a la cocina vacía... Vacía y silenciosa, como sería mi vida a partir de entonces.

¿Era esto realmente lo que quería? ¿Me acostumbraría a la misma rutina por el resto de mi vida? ¡Por supuesto que no! Por supuesto que no era lo que quería, porque sólo tenía que recordar la sensación de sus brazos alrededor de mi cuerpo, para escuchar a mi corazón gritar: "¡Arriésgate una vez más en la vida!".

Ella había destruido la confianza que sentía en su amor, pero me había cuidado y se había preocupado por mí como ninguna otra persona lo había hecho jamás... Por no hablar de sus mágicos besos y de la química que había entre nosotras, imposible de ignorar. ¿Qué estaba esperando entonces? No podía dejarla ir.

Con el corazón palpitando, crucé la cocina y corrí hacia la puerta trasera y... Me congelé. No era sólo porque el coche de Lauren ya no estaba allí... Sino también era mi razón la que replicó que era el momento de volver a poner los pies en el suelo para no sufrir aún más, después... ¡Como siempre había sido!

El viento frío me daba en la cara alborotando mi pelo y lo aparté para repasar, en una especie de diapositivas grabado en mi memoria, toda la historia de mi vida... Y me he confesado culpable.

Culpable por haber abrazado siempre la solución que me dictaba el corazón. ¿después...? Bueno, después ya no había vuelta atrás. Entonces venía el sufrimiento, mi corazón reconociendo su error y mi razón castigándome con durísimas lecciones de vida. Lecciones que casi siempre me sumergían en una triste y cruel soledad e impotencia. Afortunadamente, en algún momento reconocí que sólo yo podía encontrar un nuevo camino para empezar de nuevo, sola y... ¡Siempre!

La vida parecía disfrutar burlándose de mí. Porque fue ella la que había encontrado a Lauren y me había presentado, para verme una vez más sumergido en el amor aun sabiendo que había cerrado mis sentimientos a las emociones...

Pero yo quería, necesitaba ser feliz. Así como necesitaba, también, hacer feliz a alguien. Mi pasado, hasta entonces, me había negado todas las oportunidades... Así que seguí adelante. Y tuve que conocerla de cerca, verla de frente, tenerla en mis brazos... En plena felicidad, olvidé que en mi vida, todo un día tenía un final... El amor celebró en mí su autoridad y no escuchó ni prestó atención a algo como la muerte... ¡Su propia muerte!

Así que, en ese momento, perdí para Lauren lo que era más importante para mí. Y, como los que se quedan tienen que vivir con el dolor de la pérdida, con la vuelta a la soledad, con el silencio de una paz callada que grita más que cualquier revuelta, mi razón se encontró con la emoción aplastada en mi interior y juntas sucumbieron a la nostalgia, haciéndome ver que esta vez sería más difícil volver a empezar, porque tendría que remar contra una corriente a la que nunca me había enfrentado. Entonces, cuando la lucidez y el equilibrio emocional volvieron por fin, volví a entrar en la casa y, exhausta, me arrastré a mi dormitorio para pasar otra noche sin dormir... Y cuando amaneció, ya me había duchado, preparado mi vieja maleta de cuero y recompuesto mis sentimientos para alejarme del dolor que me absorbía hasta el alma...

¿La vida no tenía que continuar? ¡Título de una canción! ¿Un viejo dicho? Sea lo que sea, acabo de adoptarlo como mi filosofía personal...

La casa seguía en silencio y la cocina a oscuras cuando bajé. Debbie aún no se había levantado. Todavía era muy temprano.

Acababa de terminar de colar el café cuando apareció Jacob, envuelto en su elegante bata de franela a cuadros verde musgo, y se acercó a mí, depositando un beso de buenos días en mi mejilla.

Un secreto entre nosotras | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora