Capítulo 17

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A dos semanas antes de graduarme y empezar mi nuevo trabajo, con el alquiler pagado hasta el final del mes, decidí que era el momento de salir del bar.

Además, como Chris y Sally estaban estudiando en mi apartamento todos los días e insistían en traer la comida, mis gastos eran pocos.

Pero el viernes por la noche, el ambiente era tan tenso que casi nos agredimos. Por suerte unos amigos, también estresados por la carga de estudios de la semana, decidieron venir y durante unas horas nos reímos, escuchamos música y charlamos.

- ¿Cami? - Sally me llamó en un momento dado. – Te llaman. – y me tendió el teléfono.

Me levanté, le quité el teléfono de la mano y entré en el baño, para poder escuchar mejor bajo el fuerte ruido de la conversación.

¿Hola?

¿Por qué no estás en el trabajo?

Mi corazón se aceleró al reconocer la sensual voz de Lauren. Mis ojos se humedecieron con el anhelo que había sentido y que había tratado de ocultar de mí misma.

¿Cómo has estado, Lauren? – le pregunté con la voz cargada. – Estoy bien, gracias.

- Oh, perdón. – ella dijo desde el otro lado. – ¿Cómo estás, Cami?

- Demasiado tarde. – repliqué y, tratando de pasar un tono más firme a mi temblorosa voz, pregunté. – ¿Qué quieres?

Escuché que Lauren intentaba reprimir una risa.

- Nada. Sólo llamé para saber cómo iban los estudios. Habría pasado por allí, pero supuse que no necesitabas de una distracción.

- La próxima vez, pregúntame si lo necesito, en lugar de suponerlo. – me callé. ¿Pero qué mierda estaba diciendo? Lauren estaba comprometida y...

- ¡Oh! – exclamó desde el otro lado y, tras una breve pausa, concluyó: - En ese caso, estaré allí en una hora.

- Lauren, era una broma. – le dije, pero no hubo respuesta. – ¿Lauren? – silencio. – ¿Laur? – más silencio. - ¿Sigues ahí? – sólo había silencio. Entonces, colgué el teléfono.

¿Cuándo iba a aprender que Lauren Jauregui se tomaba TODO al pie de la letra? ¿Y a quién quería engañar? Estaba en pura ansiedad por su regreso. Y me ha costado mucho concentrarme toda la semana. Por no hablar de las noches que me costó conciliar el sueño, imaginándola en los brazos de esa tal Liza.

Suspiré con fuerza y me volví hacia el espejo. Solté mi pelo que estaban presos y lo peiné con los dedos. Luego, apliqué un labial claro y apreté un poco las mejillas para conseguir algo de color. Satisfecha y con una estúpida sonrisa en los labios, volví a la sala.

Chris fue el primero a mirarme. Desconfiado, sonrió.

- Laur está viniendo, ¿no?

Incapaz de decir algo, sólo asentí con la cabeza. Él me quitó el teléfono de la mano, marcó un número y esperó...

- Laur, sé que estás ahí. – pausa. – No vengas con las manos vacías. Necesitamos sándwiches, refrescos y cervezas...

¡Oh, Dios! ¿Qué estaba haciendo el idiota de Chris? De un salto intenté quitarle el teléfono de la mano, pero él fue más listo y se lo llevó encima de su cabeza.

Un secreto entre nosotras | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora