Tobias Ward
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Al llegar al cuartel, pasamos por el refugio, donde docenas de civiles se instalaban, donde muchos soldados dejaban a sus familias. Era un escenario triste, a Myki, ese tipo de lugares le hacían sentir muy ansiosa, por lo que apretamos el paso; llegamos a la sala de armas y municiones. Luego a la sala de trajes y equipamiento, donde nos cambiamos la ropa a los uniformes militares grises. Nos colocamos cascos, chalecos antibalas, radios y mochilas. Pocos minutos después un sargento nos dio el encuentro.
—Comandante Jakoby, capitán Ward, tienen un encargo de parte del almirante. — miré a Myki con cierto recelo, ella alzó las cejas levemente y se relamió los labios con nerviosismo. —Un vehículo les espera en la pista, está totalmente preparado para partir hacia Henerik. ¡Ah! Y encontrarán al resto de su equipo allá, no se preocupen.
—Gracias, coronel —añadió Myki, trotando hacia la pista.
Llegando al vehículo nos encontramos con el resto del equipo. Al vernos, todos suspiramos aliviados, quizá las cosas no iban bien, pero al menos estábamos juntos.
—Tenemos un encargo por parte de Ares. —explicó Myki, tomando el asiento del piloto. Justo en ese instante un audio pregrabado del almirante se hizo escuchar por los altavoces.
—¡Rix! Espero ya les hayan comunicado acerca del dichoso encargo. Bien, pues van a recoger un objeto, es tecnología muy avanzada así que no quiero que interactúen con él. Está prohibido. Y me parece que no debo decirles que lo quiero intacto... Sin más, nos vemos pronto en Kolumbus. Suerte.
—Me da mala espina —comenté en tono bajo hacia Damian. Él me miró por unos segundos, y asintió levemente, intentando no soltar una risa burlona, reemplazándola por una diminuta sonrisa.
—Amigo, lo que te pasa es que estás celoso. —fruncí el ceño con confusión e incredulidad. —Y es muy válido Tobes, en serio.
—Damian, ¿de qué hablas? No, no es eso. Yo sólo quiero protegerla...
—Sabes que bromeo. Sí, tienes razón, todo ha sido muy repentino. Esperemos que esta vez la fuerza sí nos acompañe. —resoplé con hastío. —Referente a lo otro... Siempre lo has hecho muy bien, Tobes. Te agradezco por siempre estar a su lado. Bueno, ahora si me permites... —dejó unas palmadas en mi espalda y se dirigió hacia el asiento del copiloto.
—Espera, Damian...
—¿Saben a dónde vamos, chicos? —cuestionó Riley, interrumpiéndome sin querer. —Perdón —musitó. Negué levemente.
—Vamos a Henerik. —contestó Myki, actualizando la ruta y plasmándola en la consola del vehículo. Nuestras miradas conectaron durante unos instantes por el retrovisor. —El antiguo cuartel, ¿recuerdan? No está muy lejos, llegaremos pronto. —activó el piloto automático y se recostó en su asiento.
(...)
Un par de horas después llegamos a Henerik. Había una gran cantidad de edificios destruidos, vehículos en llamas. Muy pocas zonas se habían salvado de ser arrasadas.
Una vez llegamos al cuartel, todos bajamos con agilidad del vehículo, recargamos armas y entramos en el lugar. El ambiente era tranquilo, pero muy melancólico. No había señales de androides u otros obstáculos, así que continuamos a paso rápido, pero atentos a cualquier cambio o movimiento.
Así pues, el cuartel estaba muy desgastado, parecía que cortos circuitos provocaron explosiones en ciertas zonas, las paredes que aún quedaban en pie estaban totalmente quemadas; olía a humedad, incluso ciertos espacios estaban inundados, debido a la ruptura de tuberías.
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La Nación: 22 5 18 4 5 · 13 15 18 1 4 15 · 1 26 21 12
Science Fiction* Primera Parte * Cuando un ser humano muere, su existencia terrenal finaliza, evidentemente. No obstante, aquel deceso puede significar el inicio de otra cosa como por ejemplo: una vida nueva, una causa por la cual luchar, una investigación para pr...