CAPÍTULO XVIII

9 1 0
                                    

Mykeila Jakoby

********

—Myki, Myki despierta —la voz aparentaba ser de Damian, pero el tono canturreado me hacía pensar en Riley. Intentaba abrir los ojos, pero el cansancio me lo impedía.

—¡Eh! ¿Qué hacen aquí? —definitivamente esa era Ferrer. —Largo de aquí, no le fastidien.

—Pero...

—¡Pero, nada! ¡Adiós! —de nuevo todo se sumergió en un profundo silencio.

(...)

Myki... —una voz masculina retumbó en mi mente. — Te amamos hija.

Abrí los ojos y me senté en la camilla, mi respiración estaba muy agitaba, fruncí el ceño al caer en cuenta de que esa frase ya la había escuchado antes, aunque no sabía cuándo exactamente. Poco después tuve que recostarme ya que un dolor intenso apareció en mi cabeza.

Escuché que las puertas metálicas se abrían, Ferrer se acercaba a mí con rapidez. Intenté levantarme, pero ella me volvió a recostar delicadamente.

—No, no, no. Espera, tranquila. Te voy a dar un analgésico, pero no te podrás ir sin ayuda... —abrí mis ojos un poco, vi que me inyectaba algo y en cuestión de minutos comencé a sentirme mejor. —Me sorprende un poco que seas la única que tuvo efectos secundarios muy marcados... ¿Has comido bien últimamente?

—N-no lo sé... —fruncí el ceño.

—Bien, no te preocupes, es parte de todo esto... —me senté en la cama de nuevo. —Ya no tendrás dolores de cabeza, si los tienes, me avisas inmediatamente. Te sentirás un poco débil, pero en un par de horas se te quitará. Mañana comenzaremos el entrenamiento en sí, pero te pido que vayas investigando un poco lo que puedes hacer, no hagas mucho esfuerzo... Y bueno, le pedí al dúo inseparable que tienes en tu equipo que viniera para ayudarte —me ofreció su mano y me sostuve de ella efímeramente cuando bajé de la camilla, luego me estiré un poco y me calcé unas zapatillas suaves. —¿Algo más que necesites preguntar?

—Ehmm, no creo...

—Espero que no se me vaya nada de información, pero cualquier cosa se lo puedes preguntar a Lou —asentí y miré hacia las demás camillas antes de salir del quirófano.

—¿Dónde están los demás?

—Se despertaron hace un par de horas. —pasamos las puertas hacia la sala de espera e inmediatamente alguien se abalanzó a abrazarme, Damian.

—Damian, ten cuidado con ella. —dijo Ferrer apuntándole con severidad, se despidió de nosotros y se fue con rapidez, dejándonos en la sala de espera.

—¿Cómo te sientes?

—Bien... Normal... —Damian comenzó a examinar mi brazo izquierdo, ver la sutura me incomodaba, pero a él le parecía fascinante. —Deja de hacer, eso... ¿No te da asco?

—No realmente... Bueno, ¿qué quieres hacer? Deben ser como las diez de la mañana...

—Me muero de hambre, pero quisiera darme un baño y cambiarme de ropa.

—Que Tobias te lleve al cuarto, yo me adelantaré al comedor.

—Bien, nos vemos después... —nos despedimos mientras doblábamos hacia el pasillo que llevaba a los dormitorios.

Tobias caminaba mirando a la nada, me limité a observarle mientras caminábamos en silencio. Pasó alrededor de un minuto cuando me miró de reojo dándose cuenta de que le veía. Intentó ocultar una sonrisita, pero terminó sonrojándose completamente.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —cuestioné divertida y levemente sorprendida ante su reacción.

—Nada. Sólo que tengo mucho sueño...

—Ah, y supongo que esa es una buena excusa para no hablarme o saludarme... — contesté en un tono falsamente ofendido. —Bien, comprendo.

—¡No! No, lo siento —exclamó mientras buscaba mi mano con la suya, solté unas carcajadas.

—Tranquilo, sólo bromeaba.

—Bueno, ¿y cómo te sientes?

—Tan cansada como si hubiese corrido un maratón. —reí mientras abría la puerta de mi cuarto. —Me bañaré rápidamente, puedes recostarte en la cama si quieres... —añadí, agarrando mi uniforme limpio, entrando al baño. Unos minutos después salí, el agua caliente me había relajado aún más, y cuando miré a mi cama, Tobias yacía profundamente dormido.

Justo en ese instante, el tiempo se detuvo por completo para mí. Verle tan tranquilo, sin preocupaciones reflejadas en su rostro provocó que la nostalgia me invadiera. ¿Qué sería de nosotros dos si no estuviésemos aquí? ¿Nos habríamos conocido? ¿Seríamos algo más que amigos? Me agaché hasta llegar a su altura, aparté unos mechones de su frente y le dejé una diminuta caricia en su mejilla. ¿En verdad le amaba? Por supuesto que sí, me respondí inmediatamente. ¿Pero por qué nunca le había correspondido como merecía? Por miedo... Miedo a que el destino nos separe... Yo quedaría destrozada, pues sé perfectamente que jamás podría encontrar a alguien como él.

Abrió levemente sus ojos, y suspiró al verme delante suyo.

—¿Estoy soñando? —cuestionó con voz ronca, a lo que negué suavemente. —¿Esto es real? —fruncí el ceño efímeramente con confusión. —¿Podrías quedarte aquí, conmigo? —llevó una de sus manos al lado izquierdo de mi rostro, acunándolo. —Por favor —me suplicó mientras sus ojos de llenaban de lágrimas. Fue ahí cuando me di cuenta de lo roto que estaba él por dentro, de lo mucho que me necesitaba; lágrimas comenzaban a deslizarse por mis mejillas, me dolía reconocer que nunca había estado ahí para él.

—El tiempo que quieras —acepté.Me acurruqué a su costado, él me abrazó por la cintura y antes de cerrar losojos, dejó un pequeño beso en mis labios. 

La Nación: 22 5 18 4 5 · 13 15 18 1 4 15 · 1 26 21 12Donde viven las historias. Descúbrelo ahora