CAPÍTULO VII

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Tobias Ward

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—¡Eh! ¿Escucharon eso? —exclamó Kyle intentando mejorar la señal de la radio, Riley y yo nos acercamos con rapidez. — Es Brigette, pero ¿con quién discute?

—Parece que es Myki —afirmó Riley, acercándose más hacia la radio. —¿Y Damian?

—Debemos salir a buscarlos... —añadí mientras agarraba mis armas casi desesperado. Riley se acercó a mí, me dio unas palmaditas de aliento.

— No será nada grave, tranquilo... —negué casi imperceptiblemente, estaba por argumentar, pero recordé que Damian me había prohibido hablar sobre el tema.

—Sí, bueno... —Riley frunció el ceño. —Aun así...

—Vayan ustedes. Yo me quedo cuidando el campamento con Yenna —aseguró Kyle, ambos asentimos.

(...)

Aún llovía, pero con menos intensidad que la de antes. Pasaban los minutos y el presentimiento de que algo malo sucedía era cada vez más fuerte; quería, de alguna manera, aparecer ahí cuanto antes.

Truenos y relámpagos creaban un paisaje increíble, pero peligroso; la lluvia volvió a intensificarse, el viento soplaba muy fuerte, rayos y relámpagos comenzaron a iluminar las nubes.

—¡Tenemos que encontrarlos ahora! —exclamé entre los estruendos.

—Mi radar captó una señal, es baja, pero nos servirá —contestó Riley un tanto aliviada tapando su reloj con una mano. —Están a unos metros, es una cueva pequeña... ¿Cuál es el plan?

—Neutralizar a Myki y de ahí... Algo se nos ocurrirá... —corríamos hacia la cueva lo más rápido que el resbaladizo suelo nos permitía.

—¡Myki, espera! ¡MYKEILA JAKOBY, PARA YA! —escuchamos gritar a Bri desgarradoramente.

Cuando entramos a la cueva, Damian estaba inconsciente; Bri sostenía su muñeca, estaba arrodillada y sollozando, Myki se encontraba frente a ella con el cuchillo goteando de sangre.

Inmediatamente sujeté a Myki por la espalda, tiré su cuchillo muy lejos; Bri tenía un corte muy profundo en la palma de su mano izquierda, la sangre fluía con rapidez, Riley levantó su brazo, posteriormente le vendó la mano y comenzó a traer en sí a Damian.

Estábamos atónitos ante la escena, no nos imaginábamos nada parecido a esto.

Myki forcejeaba con gran ímpetu, yo apretaba mi agarre intentando no dejarla ir.

—Mykeila, cálmate, por favor —solté entre dientes, apretando mi agarre.

—¿No lo entiendes? ¡Debes soltarme! —forcejeó. —Él debe de aprender la lección, ¿acaso no es lo que querías que hiciera? —su rostro estaba rojo, su frente hervía y estaba llena de sudor, en su mejilla yacía un corte no tan profundo, aunque sangraba lentamente.

—¿De quién hablas? —musité, jalándola hacia mí. —Myki, estás alucinando, tienes fiebre... —ella negaba y seguía forcejeando. —¡Esta no eres tú, Mykeila! —le sacudí.

—Ares. Tobes, no lo comprendes... Déjame explicarte. —comencé a apretar mi agarre en su cuello. —Debemos detenerle... ¡Tobes! ¡Va a arruinarlo todo! —negaba lentamente mientras le sofocaba hasta que quedó inconsciente.

—Lo siento, Myki... —la cargué completamente y miré a los demás.

Bri estaba en shock, Damian le contaba lo poco que vio a Riley. Luego de unos minutos salimos de la cueva, la lluvia había parado completamente y gracias a eso llegamos al campamento sin más complicaciones.

(...)

—Ten —Bri me entregó un algodón con un líquido morado, le miré extrañado.

—Desinféctale la herida de la mejilla, mañana va a amanecer mucho mejor... Le di un sedante y un medicamento fuerte para la fiebre... —asentí y volteé la mirada hacia Myki, el color rojo de su rostro había disminuido demasiado, y yacía completamente dormida.

La nueva nación está por empezar —resonó en mi mente.

La Nación: 22 5 18 4 5 · 13 15 18 1 4 15 · 1 26 21 12Donde viven las historias. Descúbrelo ahora