CAPÍTULO XII

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Tobias Ward

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—Esta será la última curación de la herida en tu omóplato izquierdo. Te pido por favor que no hagas esfuerzos con el brazo; y en unos días la herida en tu ceja derecha habrá cicatrizado por completo —indicó el doctor mientras firmaba mi expediente.

—De acuerdo.

Capitán Ward, se solicita su presencia en la sala de juntas a la brevedad posible. —señalaron por los altavoces de la enfermería.

—Listo, puedes marcharte muchacho —aseguró el doctor.

La doctora Ferrer me visitó hace un par de días, me comentó que habría una reunión importante, cuando le pregunté cuándo y dónde podría ver al resto de Rix, me señaló que probablemente sería ahí.

Estaba preocupado por la reacción de Myki, incluso por la mía al verle de nuevo...

Sólo estaba seguro de que lo sucedido en aquel templo no había sido voluntario... Aunque aún parecía un sueño muy borroso, como un recuerdo que se desvanecía con el tiempo lentamente.

(...)

Dudé en abrir la puerta de la sala al principio, pero al hacerlo me extrañó ver que el lugar estaba mucho más vacío de lo que imaginaba. En ese momento se encontraban Kyle, Riley y la doctora Ferrer. Saludé a todos con un pequeño gesto.

—Capitán, es bueno verle repuesto —aseguró Ferrer con una pequeña sonrisa. —Le presento a Lou, la IA de la NSC —una IA peculiar se dejó ver tímidamente, levantó una mano y me saludó por medio segundo.

—Me alegra saber que está mejor, capitán —articuló en tono suave, yo esbocé una sonrisa mientras asentía.

—Al contrario, gracias por la atención médica —aseguré, luego volteé hacia Riley, acercándome hacia donde ella se encontraba.

—¡Me alegro mucho de que estés mejor! —exclamó Riley abrazándome.

—No estaría aquí si no fuera por ti.

—Es bueno volverte a ver de una sola pieza, amigo —comentó Kyle con sarcasmo, apretando mi mano exageradamente. —Espero ver a los Jakoby de igual manera. —fruncí el ceño. Iba a contestarle cuando Myki, Bri y Damian entraban en la sala con aspecto cansado y confundido.

Ver a Myki me tranquilizó bastante, aunque tuve que reprimir mi emoción y limitarme a mantenerme al costado de Riley. Sin embargo, le observé disimuladamente, ahora su cabello era más corto que antes. Cuando ella notó mi presencia, su expresión cambió a una combinación de alivio y tristeza, caminó apresuradamente hacia mí y saltó con ímpetu para envolverme en un gran abrazo.

—¡Estás bien! —musitó mientras me daba un leve apretón.

—Myki... Yo también me alegro mucho de verte —solté antes de separarnos del abrazo. Damian se acercaba con entusiasmo.

—Tobias, vivito y coleando —se carcajeó levemente, contagiándome la risa.

—Hierba mala nunca muere, Damian —aseguré, dándole unas palmadas en la espalda.

—Muchachos, por favor pongan mucha atención. Tenemos que aclarar algunas cosas... —la doctora Ferrer alzó la voz. —Se quedarán un tiempo en la NSC, puesto que se ha declarado un estado de alerta en todo Neus. Se ha descubierto que no son los únicos que han sufrido estos cambios de conducta repentinos... Aún no sabemos qué lo provoca y justo por eso se quedarán. Les realizaremos algunas pruebas con el fin de acelerar la investigación y entender lo que sucede, para así, darle solución lo más pronto posible.

—¿Pueden darnos más detalles? —Ferrer miró a Myki con confusión.

—¿Puede hablar con precisión, comandante?

—Ehmm... Vaya, es que no sabemos realmente de qué está hablando... —Ferrer asintió y tecleó en la consola, mostrándonos diversas imágenes y videos de corta duración acerca de lo que se refería.

—En estos días han sucedido diferentes acontecimientos en los cuarteles de la NMC. El detonante aún es desconocido. Soldados jóvenes, como ustedes, se vieron afectados de un momento a otro, se han registrado cambios de conducta completamente espontáneos y violentos. Se les describió como si no estuvieran conscientes de sus acciones, no reconocían a quiénes tenían enfrente, como si estuvieran dentro de un sueño. —Kyle le lanzó una mirada acusadora a Myki. —La poca evidencia con la que contamos nos sugiere que se tiene a ciertos individuos especialmente controlados. Los parámetros de elección aún son inciertos.

—¿Con qué finalidad hacen eso? —cuestionó Riley con tristeza.

—Es lo que intentamos averiguar... —articuló Ferrer.

—¿Cuándo empezaremos con las pruebas? —preguntó Myki en tono bajo.

—Cuando yo crea conveniente, puesto que deben de recuperarse por completo en varios aspectos. —respondió Ferrer. —¿Tienen alguna última pregunta?

—¿Dónde está Yenna? —cuestionó Myki pausada y tímidamente.

—Está en observación; algo le sucedió, se vio obligada a bloquearse... Se ha ocultado dentro de su núcleo, puede deberse a la percepción de una amenaza. No podremos hacer nada, sólo queda esperar... —aseguró Ferrer. —Comandante Mykeila, ¿tiene un minuto?, necesito comentarle algo importante. El resto puede continuar con sus asuntos. —miré de soslayo a Myki, quien se acercaba a Ferrer con cautela, yo tuve que seguir mi camino hacia el pasillo. Poco tiempo después, Myki me dio el alcance.

—¿Estás bien? —le pregunté casi susurrando.

—Sí, sólo un poco agotada, si te soy sincera —respondió con un tono suave, frotándose delicadamente los ojos. —Todo ha llegado de golpe, no sé cómo debería de sentirme. Estoy abrumada y confundida... Hay un gran cúmulo de emociones dentro de mí y... —soltó, exhalando pesarosamente, sus ojos se cristalizaron ligeramente. Era una de esas contadas, aunque valiosas, veces en las que me expresaba lo que sentía, aunque fuera lo más mínimo, normalmente lo ocultaba y evadía la conversación.

—¿Qué fue lo que te comentó Ferrer al final? —me aventuré a preguntar.

—Que Ares se enteró de lo sucedido, está furioso por el hecho de que la NSC no le haya pedido autorización para retenernos aquí y que exigió poder estar presente al menos durante las pruebas... —mordisqueó su labio inferior con nerviosismo mientras estrujaba sus manos entre sí. —Tan sólo intentar digerir toda esta información me da migraña... No saber qué pasará después me consume.

—Enfrentaremos lo que sea que venga... Juntos, todos. —añadí mientras buscaba su mano con delicadeza, ella correspondió a mi gesto y continuamos caminando hasta llegar al sector de las habitaciones.

—¿Ya sabes cuál es tu habitación, Tobes? —negué levemente. — Es prácticamente tu código de identidad... ¿Cuál es el tuyo?

—167 —musité mientras buscaba el número en las puertas.

—En ese caso, debe estar frente a la mía, aunque una habitación a la derecha... — bostezó profundamente

—No has dormido bien, ¿cierto?

—No realmente —contestó, luego fijó su mirada en la mía.

—¿Segura que estás bien? —ella elevó sus hombros efímeramente, sus ojos se cristalizaron, su nariz se enrojeció, pasaron unos segundos y lentamente su rostro volvía a la normalidad.

—Descansemos por hoy... —se despidió y entró a su cuarto.

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