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¨Ningún omega merece morir solo. Debes experimentar, pero encuentra pronto al amor de tu vida y forma una hermosa familia para ser feliz por siempre.¨

¿Qué tanto puede haber de cierto ese tipo de consejos? Se sabe que los padres quieren lo mejor para sus hijos. Muchas veces dan comentarios fuera de lugar y te sugieren maneras de vida que no van de acuerdo a tus ideales. Como si la ley primera siempre fuera no estar solo, evitar morir sin alguien que te cargue el ataúd y te visite cada trimestre en tu tumba.

Como si todo girara en torno a finalizar tu vida con alguien.

Omega, beta, alfa, cualquiera que hubiera sido, Park Jinyoung estaba seguro que sus padres le hubieran puesto la misma presión, exigiendo que no solo se concentrara en su carrera profesional y en su crecimiento económico. Que había más cosas afuera esperándolo, otras formas de ver y disfrutar la vida.

Claro, porque ellos no son los que pagaban las cuentas. Jinyoung nunca juzgaría a sus padres, pero desde que se mudo de Busan a Seúl ellos habían sido muy calculadores y entrometidos en lo que se refería su vida privada. Entendible fue que por ser el primer año lejos ellos lo llamaran tres veces por semana para ver si todo estaba bien, parte de eso lo justificaba con el hecho de que un omega solo siempre será presa fácil para un alfa, y más cuando este entra en celo.

Además, era un chico de 18 años cuando se fue. Comenzaba recién sus pasos fuera y todo era demasiado nuevo en una ciudad tan grande. Otra cosa más era que nunca había estado con alfas o betas, siempre fue algo así como el niño de mamá que iba de la escuela a la casa, y viceversa. No le molestaba tampoco tener tan poca experiencia con relaciones, porque sabía lo que quería y lo que buscaba.

Jinyoung era omega, pero siempre odio serlo. Lo único que le gustaba de él era que si un día decidía formar una familia por su propia cuenta lo único que tendría que hacer era ir a una de las miles de clínicas de fertilidad para escoger el esperma del futuro padre de su hijo y ya. No tenia porque buscar una pareja para eso, lo cual le ahorraba muchos problemas.

Peleas, celos, posesividad, sin duda no se imaginaba teniendo discusiones con un alfa sobre ¨ ¿Por qué sales a trabajar si yo puedo mantenerte?¨ o la típica ¨ ¿Cuándo tendremos hijos? Se supone que los omegas deben amar a los niños y querer tener muchos de ellos¨. De solo imaginarse ese tipo de charla cliché él rodaba sus ojos y se afirmaba más a la creencia de que nunca pasaría. Nunca estaría con ningún alfa que lo privara de hacer lo que quisiera solo porque lo quería ver en casa cocinando y con una barriga de siete meses.

Dios, el no odiaba a los niños, pero la sola idea de verse embarazado le causaba escalofríos. ¿Él criando un bebé? ¿Él dejando su trabajo para solo quedarse en casa? ¿Él dejando sus viajes por el mundo solo por la crianza de una criatura? No, la verdad que todos esos motivos lo hacían entender más que no. Él no tendría ningún bebé ni ahora, ni quizás nunca.

Siempre había tenido las cosas muy claras. Park desde su presentación como omega supo que ser sumiso no era lo que quería ser toda su vida. Que tener hijos y una casa bonita no era lo único que se tenía que esperar en el futuro. Él también quería salir al mundo, verlo, crear cosas que destacaran e hicieran feliz a la gente, y si en el camino ayudaba a cumplir sueños de alguien más bienvenido sea.

No se necesitaba ser padre para crear un ser que hiciera la vida de otros feliz.

Su primer propósito al estudiar Marketing fue el de ser representante de algún artista, de alguien que no solo hiciera que los corazones de la gente estuvieran llenos de alegría, sino que también dejara una huella y su brillo jamás se extinguiera.

BE MY ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora